Casi la mitad de los uruguayos tiene, más allá o más acá, sangre italiana. Eso quiere decir, también, que casi la mitad de los uruguayos es posible aspirante a tener la ciudadanía de ese país y, por tanto, las puertas abiertas en Europa. Eso sí: antes de caer por el pico del embudo tienen que sortear las promesas irrisorias de los intermediarios, que cobran cientos de dólares por conseguir citas con la embajada en tiempos muy difíciles de cumplir. Y también tienen que sortear la guerra que la embajada tiene con ellos: gestor que detecta, gestor al que le bloquea el acceso a la cita consular.
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