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Vecinos cuentan cómo el plan Siete Zonas mejoró la convivencia

El Estado invirtió unos US$ 34 millones en la creación de espacios públicos, como plazas y centros cívicos y más
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17 de junio de 2017 a las 05:00
En la esquina de Jacinto Trápani y Luis Bottaro, en pleno barrio Marconi, hay un oasis de hormigón y metal. En ese lugar, en el que antes había un descampado en el que se acumulaba basura y se reunían adictos a consumir drogas, se construyó en 2015 una plaza de convivencia como parte del plan Siete Zonas, una iniciativa impulsada por el Ministerio del Interior y el Ministerio de Desarrollo Social (Mides).

A casi dos años de su inauguración, la plaza luce como el primer día. Y aunque a una cuadra de allí el barro, la basura y las aguas servidas se acumulan, dentro de los 2.960 metros cuadrados de espacio intervenido no hay siquiera un papel en el suelo, los bancos de hormigón no tienen ni el más pequeño grafiti, y los juegos, aunque gastados por el uso, funcionan a la perfección.

El plan Siete Zonas tenía como objetivo aumentar la presencia del Estado en Marconi, Chacarita de los Padres, Tres Ombúes, Ituzaingó, Barros Blancos y los barrios Obelisco y Vista Linda de Las Piedras. Para ello el Estado invirtió unos US$ 34 millones en la creación de espacios públicos, como plazas y centros cívicos, y en la instalación de luminarias, al tiempo que se aumentó la presencia policial y de los programas del Ministerio de Desarrollo Social en estas zonas (ver páginas 2 y 3).

Paola, una joven que se crió en el barrio Marconi, está segura de que la plaza del barrio y la mayor iluminación instalada en los últimos años contribuyeron a mejorar la vida del barrio. "Ahora los niños tienen dónde jugar", contó, mientras sus dos hijos pequeños correteaban y se trepaban a los juegos.
"Mis hijos me dicen 'Ay, mamá, no es tu plaza', pero sí que es mi plaza, porque está frente a mi puerta. Si no la cuido yo, quién la va a cuidar", dijo Emilia, una vecina.
Justo enfrente, en una humilde casa de bloques de hormigón, vive Emilia, una vecina que se ocupa de cuidar de la plaza que siente como propia. "Cambió bastante el barrio, ahora no hay tantos robos. Antes muchos gurises venían acá para fumar, pero ya no vienen. Fue un avance", cuenta esta mujer de unos 60 años.

Todos los días, Emilia llena un balde con agua y riega los pequeños arbolitos que crecen en el cantero. Si ve basura, barre. Si los niños se ponen a arrancar las ramas de las plantas, los rezonga. "Mis hijos me dicen 'Ay, mamá, no es tu plaza', pero sí que es mi plaza, porque está frente a mi puerta. Si no la cuido yo, quién la va a cuidar", dice con convicción.


Sin embargo, a pesar de los cuidados de Emilia y de la mayoría de los vecinos, es frecuente que se roben los focos led que iluminan la plaza. "Están pasados de vivos, ya van tres o cuatro veces en el año que se roban las pantallas de los focos de la plaza", se queja Arides Conde, concejal del barrio.

A pesar de eso, Conde dice que el barrio está más seguro, en buena medida por la mayor presencia policial. Mientras El Observador hablaba con el concejal, dos policías vigilaban en la esquina, y se podía ver a otros dos más adelante, parados junto a un grupo de escolares que cruzaba la calle.
Pero más allá de la presencia policial, Conde destacó las clases de patinaje en la plaza del barrio, las murgas que se presentan cada tanto en el anfiteatro ubicado allí y la presencia de los asistentes sociales del Mides en el CAIF que está a dos cuadras. "Han metido lindo en el barrio", resumió.

Un lugar para todos

Siete Zonas
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"Ojalá que la cuiden", comentaban los vecinos que en diciembre de 2013 asistieron a la inauguración de la plaza de Casavalle (Aparicio Saravia y Martirené). Hoy, casi cuatro años después, la pulcritud y el cuidado de este espacio público contrasta con un terreno baldío ubicado justo enfrente, donde las bolsas de basura blanca tapan el pasto de un intenso color verde.
43 millones es lo que se destinó para la construcción de la plaza de Casavalle Un Lugar Para Todos. En este predio de dos manzanas hay canchas polifuncionales, pista de skate, zonas de juego, áreas verdes y baños.
El pasado jueves seis guardaparques barrían un puñado de hojas del suelo, mientras un grupo de adolescentes jugaba en una cancha de fútbol protegida por unas rejas de color naranja y amarillo, y un veterano aprovechaba el sol sentado en un banco. Al igual que en la plaza de Marconi, aquí todos los juegos funcionan, el pasto está prolijamente cortado y ningún espacio fue vandalizado.

Que haya guardaparques las 24 horas del día, y que sean todos de la zona explica este cuidado, según Juan Pablo Abella, un profesor de educación física que planifica junto a la comisión de vecinos las actividades que se realizarán en la plaza. "Que los guardaparques sean vecinos ayuda, porque entre ellos se dicen 'te conozco, no me rompas la plaza'", explicó.

Mientras habla con El Observador, un equipo de jardineros corta el pasto del Centro Cívico y el Jardín de Infantes que están justo enfrente a la plaza. En total, son más de 10 personas las que están trabajando simultáneamente en tareas de mantenimiento en el lugar.
"Gente que antes se juntaba para drogarse ahora juega al fútbol", contó Nicolás, un vecino.
En ese Centro Cívico, instalado como parte del plan Siete Zonas, se pueden hacer trámites de BPS, sacar la cédula, recibir orientación educativa o acceder a programas del Mides, como Jóvenes en Red, que busca insertar en el mercado laboral a adolescentes que no estudian ni trabajan. En tanto, en frente de la plaza también se construyó la Seccional 17a, desde donde salen varios vehículos de policía que recorren la zona.

Nicolás, un joven de 25 años que se crió en el barrio, considera que, a partir de la instalación de la plaza, la zona cambió. "Hoy hay más deporte, y gente que antes la veías juntándose para drogarse, ahora está jugando al fútbol", aseguró. "Antes acá había un campito, una mesa y unas hamacas que nunca estaban porque se las robaban", recordó.

Según relataron los vecinos, ese campo era también un lugar de pelea entre vecinos. Ahora, por decisión de los niños del barrio, la plaza lleva el nombre de Un Lugar Para Todos.

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