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Vientos del Sur: cuatro décadas de un clásico popular uruguayo

El álbum del cantautor Gastón Ciarlo, "Dino", cumplió 40 años y hoy es considerado una influencia dentro de varias generaciones de músicos uruguayos
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29 de diciembre de 2016 a las 05:00
Cuando se repasan los nombres más influyentes de la música popular uruguaya el nombre de Gastón Ciarlo, "Dino", no siempre está presente. Sin embargo, debe haber pocos artistas que hayan marcado a un abanico tan amplio de colegas.

Las canciones de Dino han sido versionadas por músicos tan variados como Alfredo Zitarrosa, Jaime Roos, Níquel, La Trampa o Franny Glass, entre otros.

Muchos de estos músicos, como Roos, Jorge Nasser o Garo Arakelian, se confiesan deudores de su obra, lo mismo que gran parte de la generación de cantautores surgida a inicios de la década de 1990, o la más reciente aparecida con el nuevo siglo.

El perfil bajo de Ciarlo y el poco interés de cultivar lo que llamamos carrera profesional, unido a su radicación en el interior del país, han hecho que para una buena parte del público el nombre de Dino suene familiar pero no tan cercano como el de otros músicos igualmente importantes.

En el imaginario popular, Dino es recordado más que nada como el autor de la emblemática Milonga de pelo largo, una canción que se transformó en un himno de la música uruguaya, desde su primera edición en 1972 hasta estos días en los que sigue manteniendo una inalterada vigencia.
Pero, aunque la Milonga de pelo largo inauguró toda una veta en la música uruguaya y es un clásico incombustible, los aportes de Dino han ido bastante más allá de ese tema.

En los primeros años de la década de 1960 fue un pionero del rock, al formar la banda Los Gatos, que comenzó cantando en inglés blues eléctrico y rhythm and blues británico, un poco antes de que desembarcara con toda la fuerza la revolución beatle.

También en esos años fue un gran difusor de la música hecha aquí, en su rol de conductor radial y cronista musical, siendo además promotor de ciclos, espectáculos y lugares de reunión de músicos y gente afín.

Pero, principalmente, fue un adelantado en ir incorporando ritmos y temáticas de este lado del mundo a la música pop. Como Eduardo Mateo y el Kinto, Dino incursionó en el candombe, antes de que se pusiera de moda el candombe beat, grabando canciones como Hay veces y Canta, canta, canta (aparecidas en un disco simple editado en 1968).

A la vez, fue uno de los pocos músicos provenientes del rock que se interesó en la llamada música folclórica, adoptando con tímbrica y actitud roqueras ritmos como la milonga.
Milonga de pelo largo es el ejemplo más conocido, pero antes y después Dino fue tendiendo puentes entre esos mundos. Cuando el llamado canto popular se había convertido en un fenómeno masivo de resistencia a la dictadura militar, Gastón Ciarlo jugó un rol muy importante, con sus canciones y con su actitud abierta, incorporando instrumentación roquera (algo no muy bien visto en ese momento) en sus discos y espectáculos.

La mezcla de rock y milonga, o de ritmos folclóricos con sonido eléctrico marcó a bandas como La Trampa y a artistas como Jorge Nasser, como antes sus mezclas con el candombe, su manera de cantar y decir bien "uruguaya" y sus letras cotidianas alejadas de los clichés roqueros habían influenciado a Jaime Roos.

En 1976, Dino editó un disco acústico que marcaría también a esos músicos y a varias generaciones que vinieron después.

Voz y guitarras

Aunque los antecedentes discográficos inmediatos de Dino eran totalmente eléctricos y roqueros –había editado un único disco liderando la banda Montevideo Blues y dos álbumes con la banda Los Moonlights en 1973 y 1975–, el formato de voz y guitarra no era nuevo para el músico.

Su primer disco solista, Underground, editado en 1970, había dado muestras de su talento para centrar las canciones en la guitarra.
Vientos del Sur, el álbum que el sello Ayuí editó hace 40 años, radicalizó esa primera apuesta acústica.
Con la excepción del tema Guardo tantos recuerdos, donde aparece un piano no acreditado, en todas las canciones Dino se acompaña a sí mismo usando una o más guitarras acústicas con arreglos muy minimalistas, generalmente basados en su personal visión de la milonga.

La milonga de Dino –con su manera de tocar, limpia, muy sencilla y generalmente con acordes sin alteraciones– no viene tanto del tango, ni de la música rural rioplatense, aunque obviamente tiene su parentesco con ambas, sino que parece apoyarse más en el folk estadounidense y en la tradición de los cantautores franceses.

Las 14 canciones de Vientos del Sur transmiten un clima de melancolía nocturna e invernal con un aire intimista, casi de charla confesional.

La mayor parte de los temas pasan raya a logros y frustraciones y hablan con amor y también ironía de relaciones de pareja que pasaron por la vida del músico (o por el personaje que este construye).

El tono de balance vital que tienen las canciones (por ejemplo Guardo tantos recuerdos o Autobiografía Nº 2) hace que pensemos en el artista como una persona mucho mayor, pero Dino tenía solo 30 años cuando grabó el álbum.

Entre los temas más difundidos de ese disco están Vientos del Sur y Mi ciudad, dos canciones hermosas que hablan de Montevideo y de la vida del autor. Hay otras donde el amor o el desamor marcan la pauta, como Solo creo en ti, Un día se fue y Hoy pasó.

Hay otra particularidad que tiene el disco más allá de su instrumentación, de la presencia de Montevideo y del tinte autobiográfico: más de la mitad de las canciones celebran al erotismo y el sexo como un vehículo de libertad.

No está de más recordar el momento en el que fue grabado el álbum, quizá la época más terrible de la historia uruguaya, por lo que esa celebración de la vida fue especialmente valiosa y valiente.
Vientos del Sur es un disco atemporal que ha trascendido generaciones y estilos y aguarda con paciencia su momento de ser revalorado como el clásico que es.

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