30 de junio 2025
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30 de junio 2025 - 12:45hs

La Tribuna del Agro en El Observador: "Decir que el dólar está bajo porque flota y el mercado así lo decide es abusar de la inteligencia de las personas", expresó Luis Romero Álvarez al presentar su nueva columna, que trasladamos a continuación.

La política monetaria

Por Luis Romero Álvarez (fms.com.uy), especial para El Observador

El dólar se cae como un piano y nos debemos una discusión a fondo sobre el tema del título.

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El Banco Central del Uruguay (BCU) conduce la política monetaria de una forma que trae beneficios y costos, los cuales se intensificarán al dejar el rango de inflación de 3 a 6 por ciento y buscar una cifra fija del 4,5 para luego probablemente bajar ese objetivo al 3 o similar.

Veamos primero los beneficios de la actual conducción de la política monetaria.

En primer lugar demuestra la independencia del BCU, lo cual es sano para economías bien manejadas.

En segundo lugar, se consolida la baja de la inflación que es un fenómeno negativo por varios motivos: es un impuesto pesado especialmente para trabajadores y pasivos cuyo activo principal es el ingreso mensual, sobre el cual cae la tasa de ese impuesto (que no afecta dólares, bonos o propiedades); es el único impuesto sin aprobación parlamentaria; interfiere en la asignación de recursos de la economía porque los precios en alta inflación se vuelven señales borrosas; da una mala imagen externa del país, que no sabe poner su casa en orden; al bajar la inflación se puede desindexar salarios y facilitar las negociaciones colectivas, evitando conflictos costosos para todos.

Hasta aquí los beneficios del accionar del Banco Central del Uruguay.

Ahora, para entender los costos que vienen unidos a estos beneficios, revisemos primero cómo opera esta institución.

La inflación es un fenómeno monetario, la produce el exceso de pesos en circulación, producto del déficit fiscal (al gobierno no le alcanzan los pesos de impuestos para pagar sus gastos y le pide al BCU pesos recién impresos).

Para que esos pesos que el BCU emite no hagan volar la inflación, se debe retirarlos de circulación (“esterilizarlos” en la jerga financiera) y para lograrlo el BCU emite deuda en pesos (letras de regulación monetaria) a altas tasas (digamos 10 por ciento y considerando un dólar planchado o cayendo equivale a esa tasa de novela en dólares).

Cada vez que una letra se vence, se emite otra en su lugar... y así siguiendo.

Este mecanismo no es gratis, cuesta un equivalente de unos US$ 850 millones por año que no dejan ni un cantegril realojado (el Kennedy de Maldonado para realojo de 500 familias costo US$ 35 millones), ni un hospital o escuela de tiempo completo, ¡nada!

O sea se nos va algo así como 1 pc del PBI en este movimiento perpetuo sin que quede nada a cambio para la sociedad.

Pero no terminan allí los costos.

Al pagar tasas en pesos tan extraordinariamente altas, los ahorristas no pueden resistir pasar sus dólares (que rinden 4,5 por ciento) a esas letras en pesos (que rinden un equivalente en dólares a 10 por ciento) y así venden sus dólares para comprar esas letras en pesos aumentando la oferta de dólares y bajando su precio, empujando así el atraso cambiario que encarece al país, frena las inversiones y por tanto el crecimiento que tanto reclama el ministro Gabriel Oddone con razón.

Además, las AFAPs que reciben pesos de nuestros salarios y son administradas pensando en la rentabilidad de este año y no de un periodo de 30 años (usted, en su vejez, ¿tendría todos sus ahorros en pesos?) se colocan en pesos en vez de diversificar y usar esos pesos para comprar parte en instrumentos en dólares, aumentando así la demanda de dólares y subiendo su precio.

Incluso algunos agentes financieros que se pasan el día estudiando donde ganan algo más en el mundo entero (“arbitrando”, dicen en la jerga financiera) toman prestados dólares a baja tasa (digamos 3 por ciento), los traen a Uruguay, los venden para tener pesos y sacar 10 por ciento de tasa equivalente en dólares, haciendo un bonito margen de 7 por ciento sin poner una moneda y con bajo riesgo: eso es el famoso “carry trade” que se menciona en estos casos.

Incluso uruguayos u otros residentes que tienen capitales en el exterior pueden traer fondos a sus cuentas locales, vender dólares y colocarse en letras en pesos... más dólares que entran a deprimir el valor del dólar a cambio de nada para la sociedad.

Pero no terminan aquí los costos de esta política para nuestra sociedad.

La locura de poner una fábrica

Imaginen que alguien tiene ahorros de US$ 10 millones, está pensando en poner una fábrica y contratar 400 empleados para producir y exportar algún producto. Hace su análisis y ve que al momento de invertir deberá enfrentar costos en dólares altos y crecientes y competir en el mundo con países que no tienen este lastre. Además, se fija bien y ve que deberá pagar impuesto al patrimonio, a la renta, aportes a la seguridad social, IVA en sus ventas domésticas , contribución inmobiliaria por su local, patentes por sus vehículos y, además, enfrentará al otro día de contratar a sus 400 empleados conflictos sindicales sin fin, a veces agresivos e insolubles como pasa en la pesca hoy... mira su rentabilidad esperada y se ubica en el entorno del 10 por ciento, ¡y ahí se da cuenta de lo absurdo de encarar esa inversión! Vende sus 10 millones de dólares y con esos pesos le compra letras al BCU, no paga renta, ni patrimonio, ni IVA, ni aportes, patentes ni contribuciones, no debe negociar con sindicalistas difíciles ni solicitar permisos, llenar formularios ni enfrentar una burocracia agotadora.

Pensará: ¿en qué momento de locura se me ocurrió poner una fábrica?

Ese razonamiento se llama en la jerga económica “crowding out”, la colocación de deuda pública a altas tasas secuestra fondos que irían a la inversión productiva creando empleos y generando el crecimiento económico que reclama con razón Oddone.

Pero no termina aquí la faceta negativa de esta política monetaria. Justo para la izquierda, que siempre tan a caballo viene en materia de justicia social, cabe preguntarse: ¿a quiénes benefician las tasas altísimas de interés que pagamos entre todos?

Obviamente a los que tienen reservas para colocar, o sea a los ricos.

¿Y a quienes perjudican tasas altas de interés del BCU que obviamente se trasladan a todo el sistema financiero?

A quienes deben tomar créditos porque no llegan a fin de mes, o sea a los pobres.

Entonces estamos todos poniendo dinero (US$ 850 millones al año y subiendo) para darles un regalo muy apreciado a los ricos y un duro castigo a los pobres.

El país enfrenta problemas graves que no son de izquierda o de derecha, se precisa una evaluación beneficio/costo de políticas alternativas y un ordenamiento de prioridades.

Algunas preguntas pueden poner en perspectiva los dilemas que enfrentamos:

  1. ¿Tiene sentido bajar a prepo la inflación al 4,5 y luego al 3 cueste lo que cueste o será mejor convivir en un rango de 5 a 10 mientras el déficit fiscal no se baje consistentemente? Porque bajar la inflación a golpes de política monetaria sola sin el alineamiento de la política fiscal nos puede llevar a una victoria a lo Pirro (“pelirrojo”). Este gran rey de Efiro, luego de la batalla de Heraclea contra los romanos en el 280 AC, devastadora para ambas partes, dijo: “Otra victoria como esta y estaremos liquidados“. Podríamos nosotros decir: "Otra ronda de pesificación y baja a prepo de la inflación con alto déficit fiscal como esta y estaremos liquidados".
  2. ¿No tiene más sentido bajar primero el déficit (causa de la inflación por la emisión de pesos) y luego atacar la inflación (como ha hecho Javier Milei) y no hacerlo al revés pagando fortunas para mantener una inflación baja artificialmente?

Son preguntas sensatas e importantes para todos en nuestra sociedad. Hay que plantearlas y llegar a una respuesta tras la cual marchar, marcando las prioridades debidas por parte del responsable último del Poder Ejecutivo, que es el Presidente de la República.

No se le puede faltar el respeto a la gente

Por último, algunos comentarios en cuanto a la comunicación oficial. No se le puede faltar el respeto a la gente. Decir que el dólar está bajo porque flota y el mercado así lo decide es abusar de la inteligencia de las personas. El dólar flota sí, pero la flotación depende de acciones como las comentadas arriba que deprimen su valor y que otros países no toman y tienen un tipo de cambio mejor y un costo país más bajo.

Por otra parte, decir que el déficit fiscal heredado es “impresentable “no es de recibo en el plano técnico: es menor que el que entregó el FA al gobierno anterior y en los cinco años siguientes se recibieron golpes adversos violentísimos como la peor pandemia del siglo, la peor sequía del siglo y la situación de una Argentina regalada que se llevó US$ 2.000 millones de compras de uruguayos.

Entregar el gobierno bajo esas condiciones con un déficit menor al recibido debe ser alabado y no criticado si uno quiere actuar de buena fe y entiende algo de economía.

Danilo Astori, quien sabía de Economía, decía que sobraban de 70 mil a 80 mil empleados públicos cuando había menos de 300 mil. Oddone, quien también sabe de Economía, no dice nada cuando ahora hay más de 300 mil… ¿qué pasó, dejaron de sobrar, la solución será subir impuestos aunque el presidente Yamandú Orsi prometió enfáticamente que no lo haría dos veces por cadena nacional de televisión?

Lo que hacen Trump, China y Uruguay

Por último, el argumento que señala que el dólar se debilita en el mundo y por eso baja acá, de nuevo es un taparrabos técnico.

Donald Trump busca una moneda local débil, igual que China desde siempre (y por eso le exige con malos modos a la FED que baje la tasa), para defender el mercado local y ayudar a sus exportadores (igual que China con su renminbi).

Nosotros hacemos lo opuesto: subimos la tasa de interés y fortalecemos nuestro pesito uruguayo (o sea, debilitamos el valor del dólar acá), perjudicando a nuestros exportadores, regalando nuestro mercado interno y frenando nuestro turismo.

El dólar acá no está bajo porque aflojó en el mundo, porque estaba bajo cuando el dólar estaba fuerte, está bajo como consecuencia de la política monetaria que implementa el país (no de ahora, esto viene de antes) y nadie nos obliga a hacerlo así.

Yo, personalmente, creo que definirnos como un país caro para siempre es un error garrafal, que nos llevará como la rana en la olla de agua fría pero con fuego abajo, al fracaso y la mediocridad.

Y nuestros jóvenes más capaces se irán a buscar un futuro mejor para su esfuerzo en otros lugares, como ya está ocurriendo.

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