Los que más saben sobre el tema nos advirtieron en su momento, y con mucho énfasis, que cuando uno piensa en poner en marcha un programa de erradicación de la mosca de la bichera lo primero que hay que hacer es garantizarle su independencia de avatares políticos, financieros y productivos.
Desgraciadamente, nuestro programa aún carece de esa característica y, a manera de ejemplo, un cambio de ministro nos llevó a la situación actual, a pesar de que existe una profunda convicción en la mayoría de los productores de que esta plaga provoca severos costos para nuestra ganadería y que sería muy deseable erradicarla.
Quizás el sabio destino preveía que iba a resurgir la mosca en América Central, y eso podría haber comprometido la disponibilidad de moscas para una erradicación en marcha.
Pero son solo conjeturas, la verdad solo Dios la sabe.
Uruguay y un compromiso que no se firmó
En lo personal ceo que si hubiéramos tenido un compromiso firmado con COPEG (que el 90% es de Estados Unidos) hoy estaríamos trabajando al lado de ese país y no mirando desde afuera, a la espera de lo que sucede.
Aquella recomendación recibida de los que saben sigue plenamente vigente, el programa actual aún padece de esta debilidad y habría que enmendarla cuanto antes.
Hubo un cambio de gobierno y de ministro, y como era de esperar volvió a cambiar la percepción de la erradicación de la plaga.
Mientras tanto, la tecnología que sigue siendo la única disponible para encarar la erradicación sigue siendo la del macho estéril (TME) y esto parece ser que va a ser así por algún tiempo más.
La otra tecnología en la que Uruguay ha hecho una apuesta importante para su desarrollo (el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria y el Instituto Pasteur de Montevideo con el apoyo del Instituto Nacional de Carnes hace más de cuatro años trabajan en ella) es la basada en la edición génica, una técnica que nos entusiasmó mucho a todos, pero que aún le falta desarrollo y, sobre todo, lograr las garantías necesarias para que su implementación no afecte negativamente al ambiente.
La limitante para aplicar la TME hoy está en la disponibilidad de moscas. La única planta que las produce es la de COPEG en Panamá, la cual, pensando en Uruguay, hace pocos años amplió su capacidad de producción a 100 millones de moscas/semana, cantidad que está lejos de satisfacer la demanda actual de América Central para contener el avance de la mosca de la bichera.
Como la llegada de la mosca a Estados Unidos implicaría altísimos costos para ese país, no descartamos que, como hizo en el pasado, dicho país implemente a la brevedad un plan para contenerla y volver a erradicarla.
Uruguay no tiene hoy otra alternativa más que esperar y balconear desde afuera.
Desde Argentina existiría la posibilidad de proveerse de moscas desde el Instituto de Sanidad y Calidad Agroalimentaria de Mendoza (ISCAMEN), pero es solo eso, una posibilidad, aún incierta. De todas formas, habría que seguir considerándola como alternativa.
Pese a lo anterior, el camino hacia la erradicación tuvo avances importantes en el anterior gobierno, como nunca antes, tal como fueron la elaboración de un Programa para la Erradicación de la Bichera, el lograr el apoyo de Estados Unidos (a través del Departamento de Agricultura de Estados Unidos), de la COPEG y del Instituto de Energía Atómica.
Hubo otros avances a destacar, pero que merecen su reconsideración para dotarle la debida protección al programa, y nos referimos a aspectos relacionados con su gobernanza y financiamiento.
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Leonardo Carreño
Los productores son los que pagan
En ambos puntos es necesario dotar de un mayor poder de decisión a los productores, que son quienes pagan la erradicación.
Hoy la decisión final, la tiene el ministro de turno.
El gobierno anterior aprobó la creación de un fideicomiso para la erradicación de la bichera (Ley N° 20075), que se provee del Fondo del Seguro para el Control de Enfermedades Prevalentes, fondo éste que financia campañas sanitarias como las de la tuberculosis y la brucelosis.
En este sentido aprobó el gasto con ese origen de US$ 77 millones para ser utilizados en 10 años.
El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca es el beneficiario final de este fideicomiso.
Lo que hay que corregir es el poder de decisión del uso de ese fideicomiso que hoy lo tiene el ministro de turno, cambiando la voluntad que hubo en la creación del Fondo de Enfermedades Prevalentes, donde para garantizar el correcto uso del mismo, la última palabra la tienen los productores.
Tal como está hoy, el ministro puede disponer de su uso para otros fines sin la aprobación de los productores.
Lo que se pretende evitar es justamente lo que ha sucedido, y es que ya se han gastado más de US$ 800 mil sin que aún sepamos cuándo vamos a contar con moscas.
Ante esta realidad los productores decidieron parar el programa, lo que nosotros apoyamos siempre y cuando sea para repensarlo, no para desistir en el objetivo de la erradicación.
La bichera y la garrapata
Por último, desde que el Programa para la Erradicación de la Bichera comenzó a ser visto como una posible realidad, se ha planteado la falsa dicotomía entre la lucha contra la garrapata y contra la bichera.
Ambas plagas son muy importantes por sus perjuicios para nuestra ganadería, y la lucha contra ellas debe ser prioritaria.
No tiene sentido pensar que es una u otra.
Pero tengamos claro que la bichera solo acepta su erradicación, y que para la garrapata su control debería ser el objetivo.
Podemos y debemos luchar contra ambas, haciendo nuestros máximos esfuerzos posibles, tomando en cuenta la realidad de cada plaga.
¡A no aflojar!
(*): ingeniero agrónomo, productor agropecuario, expresidente de la Federación Rural (FR) y exministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP)
