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24 de agosto 2025 - 8:33hs

En 1985 los agentes soviéticos que trabajaban para la CIA comenzaron a desaparecer repentinamente.

Una a una, estas fuentes de inteligencia occidentales fueron detenidas por el servicio de inteligencia soviético, la KGB, interrogadas y, en muchos casos, ejecutadas.

Oleg Gordievsky era uno de esos doble agentes. Como jefe de la estación de la KGB en Londres, llevaba años trabajando en secreto para el servicio de inteligencia exterior de Reino Unido, el MI6.

Pero entonces, alguien lo delató. Terminó en Moscú, drogado, exhausto tras cinco horas de interrogatorio y ante la posibilidad real de ser fusilado.

Gordievsky escapó con vida por poco después de que el MI6 lo sacara clandestinamente de la Unión Soviética en el maletero de un coche. Más tarde, intentó averiguar quién había sido el soplón.

"Durante casi nueve años he estado intentando averiguar quién era el hombre, quién era la fuente que me traicionó, y no encontré la respuesta", declaró a Tom Mangold, periodista de investigación de la BBC en una entrevista con Newsnight el 28 de febrero de 1994.

Dos meses después, Gordievsky obtuvo la respuesta cuando el veterano oficial de la CIA, Aldrich Ames, compareció ante un tribunal estadounidense y confesó haber comprometido a "prácticamente todos los agentes soviéticos de la CIA y otros servicios estadounidenses y extranjeros que conocía".

Un dibujo de Aldrich Ames declarando en un tribunal.
Getty Images
Ames continúa cumpliendo cadena perpetua en una penitenciaría federal estadounidense en Indiana.

El 28 de abril de 1994, Ames admitió haber divulgado la identidad de más de 30 agentes que espiaban para Occidente y haber comprometido más de 100 operaciones clandestinas y fue condenado a cadena perpetua.

Conocido en la KGB por su nombre en clave, Kolokol ("La Campana"), la traición de Ames resultó en la ejecución de al menos 10 agentes de inteligencia de la CIA.

Entre ellos estaba el general Dmitri Polyakov, un alto funcionario de la inteligencia del Ejército soviético que había suministrado información a Occidente durante más de 20 años.

Ames, el espía más dañino de la KGB en la historia de Estados Unidos, fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua sin libertad condicional.

Dicha condena obligó a Washington a tener que "contemplar con incredulidad la magnitud del daño causado por el doble agente", explicó Mangold en 1994.

Acceso sin restricciones

Fue el rol de Ames como jefe del Departamento de Contrainteligencia Soviética de la CIA lo que le permitió causar tal daño.

Le dio acceso prácticamente sin restricciones a información clasificada sobre las operaciones encubiertas de Estados Unidos contra la URSS y a la identidad de sus agentes sobre el terreno en plena Guerra Fría.

Su posición también le permitió leer los informes de otras agencias de espionaje occidentales.

Fue así como el espía más valioso de Reino Unido, Gordievsky, un coronel de la KGB que transmitía información vital a la inteligencia británica, entró en contacto con él.

Estas reuniones crearían la insólita situación en la que "el principal desertor de la KGB fue interrogado por el principal topo de la KGB", contó Mangold.

Una mujer fotografía el edificio del servicio de inteligencia británico situado en Londres.
Getty Images
No solo los servicios de inteligencia de Estados Unidos se vieron perjudicados, también el MI6 británico.

"Los estadounidenses eran muy minuciosos y realmente buenos con los informes", dijo Gordievsky

"Estaba entusiasmado. Me gustaban los estadounidenses. Quería compartir mis conocimientos con ellos y ahora me doy cuenta de que [Ames] estaba allí. Lo que significa que toda la información nueva que recibía, él debió haberla transmitido a la KGB", agregó.

Ebrio y en una situación comprometedora

Ames había estado expuesto al mundo del espionaje desde muy joven. Su padre era analista de la CIA y ayudó a su hijo a conseguir trabajo en la agencia tras abandonar la universidad.

Pero la posterior decisión de Ames de traicionar al servicio de inteligencia se debió a su afán de lucro más que a sesgos ideológicos.

Inicialmente, Ames demostró tener un gran potencial como oficial de contrainteligencia. A finales de la década de los años 60, fue destinado a Turquía con su esposa Nancy Segebarth, también agente de la CIA, donde se le encargó la tarea de reclutar agentes extranjeros.

Pero para principios de los 70, sus superiores le ordenaron regresar a la sede de la CIA por considerar que no estaba hecho para el trabajo de campo. De regreso a EE.UU., estudió ruso y fue asignado a planificar operaciones de campo contra oficiales soviéticos.

Los problemas de alcohol de su padre habían estancado su carrera en la CIA, y el mismo consumo excesivo de Ames comenzó a descarrilar su progreso.

En 1972 otro agente lo descubrió ebrio y en una situación comprometedora con una empleada de la CIA. La situación no mejoró debido a la indiferencia de Ames hacia el trabajo, que lo llevó a dejar un maletín lleno de información clasificada en el metro 4 años después.

Ames con gafas y bigote arrestado por la policía y con esposas en las manos.
Getty Images
Ames es el oficial de la CIA de mayor rango que jamás haya sido expuesto como doble agente.

En un esfuerzo por retomar su carrera, Ames aceptó un segundo destino en el extranjero, en Ciudad de México, en 1981, mientras su esposa se quedaba en Nueva York.

Sin embargo, su comportamiento y su continuo consumo excesivo de alcohol hicieron que no lograra distinguirse como oficial de la CIA.

Ese mismo año sufrió un accidente de tráfico en la capital mexicana y estaba tan ebrio que no pudo responder a las preguntas de la policía ni siquiera reconocer a un funcionario de la embajada estadounidense enviado para ayudarlo.

Tras una discusión ―en estado de ebriedad y llena de blasfemias― con un funcionario cubano en una recepción diplomática en la embajada, su superior recomendó que la CIA lo evaluara por adicción al alcohol a su regreso a EE.UU.

Su segunda esposa

Ames también continuó teniendo relaciones extramatrimoniales, una de las cuales marcaría un punto de inflexión para él.

A finales de 1982, inició una relación con una agregada cultural colombiana reclutada para trabajar para la CIA, María del Rosario Casas Dupuy.

Su romance se fue intensificando hasta que Ames decidió divorciarse de su primera esposa, casarse con Casas y mudarse con ella a EE.UU.

A pesar de su desempeño menos que estelar en la CIA, Ames continuó ascendiendo.

A su regreso a la sede de la Agencia en 1983, fue nombrado jefe de la rama de contrainteligencia para operaciones soviéticas, lo que le dio amplio acceso a información sobre las actividades clandestinas de la CIA.

Aldrich Ames en una fotografía en blanco y negro en la que se le ve leyendo un papel.
Getty Images
Ames mostró muy poco remordimiento por sus actos o por las muertes que provocó.

Como parte de su acuerdo de divorcio, Ames se comprometió a pagar las deudas que habían acumulado como pareja, además de pasarle una pensión alimenticia mensual a su ex.

Los problemas económicos de Ames crecieron, agravados por los gustos caros de su nueva esposa, la afición de ella por las compras compulsivas y sus frecuentes llamadas a su familia en Colombia.

Más tarde le diría al senador de Arizona, Dennis DeConcini, que fueron sus crecientes deudas las que lo llevaron a considerar vender los secretos a los que tenía acceso.

"Sentía una gran presión financiera y, en retrospectiva, claramente estaba exagerando", dijo Ames.

El día que traicionó a su país

"Se trataba del dinero, y no creo que él intentara jamás hacerle creer a nadie que fue por algo diferente", declaró en 2015 el agente del FBI Leslie G. Wiser, que participó en la investigación que condujo al arresto de Ames, al programa Witness History de la BBC.

El 16 de abril de 1985, tras tomarse unas copas para armarse de valor, Ames entró directamente en la embajada rusa en Washington D.C.

Una vez dentro, le entregó a la recepcionista un sobre con los nombres de varios agentes dobles, documentos que demostraban sus credenciales como miembro de la CIA y una nota exigiendo 50.000 dólares.

En un informe del Senado, afirmaría que inicialmente creyó que se trataba de un acuerdo único para salir de su atolladero financiero, pero pronto se dio cuenta de que había "cruzado la línea y que nunca podría dar marcha atrás".

La casa que el agente doble compró con el dinero que le pagaba la URSS.
Getty Images
Compró una casa nueva de US$540.000 y la pagó al contado, lo que desató las alarmas.

Durante los siguientes nueve años, a Ames le pagaron por pasar una gran cantidad de información ultrasecreta a la KGB. Llevaba documentos clasificados —que detallaban todo, desde dispositivos de escucha conectados a las instalaciones espaciales de Moscú hasta tecnología de vanguardia capaz de contar las ojivas nucleares de los misiles soviéticos—, los envolvía en bolsas de plástico y simplemente los sacaba de la CIA.

Dado que su función implicaba reuniones oficiales con diplomáticos rusos, a menudo podía reunirse cara a cara con sus contactos sin levantar sospechas. También dejaba paquetes de documentos clasificados en puntos de entrega secretos y preestablecidos.

Buscando al topo

"Si iba a hacer un depósito de correos, antes hacía una marca con tiza en un buzón, por ejemplo, y los rusos la veían y entonces sabían que el depósito estaba lleno de documentos", dijo Wiser. "Más tarde, al recuperar los documentos, borraban la marca. Entonces sabían que la transferencia de documentos se había realizado de forma segura".

Gracias a la filtración de información secreta de inteligencia por parte de Ames, la KGB identificó a prácticamente todos los espías de la CIA en la Unión Soviética, desmantelando así las operaciones encubiertas de Estados Unidos en la zona.

"No conozco ningún otro espía o topo en Estados Unidos que haya causado tantas pérdidas humanas", declaró Wiser.

La repentina desaparición de tantos agentes de la CIA desató la alarma y desencadenó la búsqueda del topo dentro de la Agencia en 1986, pero Ames seguiría pasando desapercibido durante casi una década.

María del Rosario Casas Dupuy con un vestido azul y esposas en las manos.
Getty Images
Su esposa, María del Rosario Casas Dupuy, también fue detenida.

Y recibió una generosa compensación por su traición, recibiendo un total de aproximadamente US$2,5 millones de la Unión Soviética.

Ames apenas intentó ocultar su nueva riqueza. A pesar de no haber tenido un salario superior a los US$70.000 anuales, compró una casa nueva de US$540.000 al contado, gastó decenas de miles de dólares en mejoras y se compró un Jaguar.

Su lujoso estilo de vida y sus gastos lo pondrían en el punto de mira y lo llevarían a su arresto por el equipo del FBI de Wiser en 1994.

Cooperó para salvar a su mujer

Tras ser detenido por el FBI, Ames cooperó con las autoridades. Detalló el alcance de sus actividades de espionaje a cambio de un acuerdo con la fiscalía que le permitió obtener una sentencia indulgente para Casas, que admitió tener conocimiento del dinero y de sus reuniones con los soviéticos.

Ella fue liberada tras cinco años. Pero Ames, el oficial de mayor rango de la CIA que ha sido descubierto como agente doble, continúa cumpliendo cadena perpetua en una penitenciaría federal estadounidense en Terre Haute, Indiana.

Hasta el día de hoy, Ames ha mostrado muy poco remordimiento por sus actos o por las muertes que provocó.

"Tenía una autoestima muy alta", dijo Wiser sobre Ames. "Se arrepiente de haber sido atrapado. No se arrepiente de ser espía".

Línea gris
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FUENTE: BBC

Temas:

Guerra Fría Estados Unidos CIA

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