Porque a veces entendemos que el programador es aquel que solo escribe código, pero el programador es la persona que piensa, que conoce el negocio y que sabe tomar decisiones. Escribir código es el medio para un fin. Ahora mismo, si la IA nos ayuda a escribir código —siempre que tengamos el control— eso es algo muy importante. No se trata de que la IA escriba código y nosotros lo aceptemos como una verdad universal. Nosotros tenemos que supervisar y dirigir. Esa es justamente la tarea que ha desempeñado el desarrollador en toda su historia. Solo que ahora tendremos partes que nos facilitarán esa labor y otras en las que tendremos que aportar nosotros.
En las últimas semanas bajó un poco el interés sobre el vibe coding, según las tendencias de Google. ¿Cómo lo estás viendo desde la incursión de la inteligencia artificial?
Es un término que creo que hay que matizar. A veces se ha entendido como esto de “yo fluyo con el código, le pido cosas a la IA y acepto sus respuestas”. ¿Es una tendencia nueva? Sí. ¿Respetable? Sí. Pero hay que entender que puede servir para que alguien sin conocimientos técnicos desarrolle software. Es decir, un público que antes no podía hacerlo, ahora lo puede hacer de forma bastante solvente.
Pero no puede ser el medio mediante el cual se desarrolla software profesional. Si entendemos vibe coding como simplemente pedirle a una IA cosas y darle a aceptar, hay muchísimos riesgos colaterales: de seguridad, de escalabilidad... Imaginate a un banco o una gran empresa diciendo: “Bueno, si ahora ya el código lo programa la IA, que lo haga cualquiera”. No, no funciona así.
Está bien pedirle a la IA un texto y publicarlo, pero desarrollar software es distinto. Entonces habría que definir qué es vibe coding para desarrolladores. Yo creo que, como todas las tendencias, hay mucho ruido informativo: que todo el mundo crea aplicaciones espectaculares, que generan cientos de dólares... y después la realidad es otra.
Para algunos productos se puede usar vibe coding sin ser técnico, pero a nivel profesional siempre necesita supervisión. Para mí, el programador ahora mismo tiene que hacer vibe coding supervisado, siempre con conocimiento. Y, en definitiva, eso es programar.
En este contexto, ¿creés que vamos a un mundo donde programar será algo que todos podamos hacer? ¿Vamos a poder crear nuestras propias aplicaciones fácilmente?
Sí. Pero hay que diferenciar entre una app de uso propio y una app profesional. Hoy cualquiera puede crear su propia web con herramientas no-code o low-code, como WordPress. ¿Es la web más rápida, más segura y escalable? No. Pero permite crearla rápido y con pocos conocimientos.
Desarrollar software lo va a poder hacer prácticamente cualquiera. Desarrollar software profesional, como lo entendemos, seguirá siendo tarea de los desarrolladores, que también deberán evolucionar.
Yo mismo, con 15 años de experiencia, tengo que renovarme. En 2025 no puedo trabajar como en 2022, porque alguien que use mejor las herramientas con IA puede adelantarme. Tenemos que evolucionar.
En tu comunidad, ¿qué preguntas te suelen hacer los más jóvenes?
Hay preocupación. Muchos estudiantes o gente que aún no trabaja tienen miedo, porque hace dos años esto no existía. Ven titulares sobre despidos masivos y se asustan.
Después prueban pedirle algo a la IA y esta les genera una aplicación y piensan: “Wow, esto me llevaría semanas”. Pero la realidad es que esa aplicación no es 100 % útil. Si tenés conocimiento, te das cuenta de que con eso no podés hacer mucho.
Los despidos no siempre son porque la IA reemplace gente; también hay reajustes empresariales.
Yo les digo que estén tranquilos. El sector ha enfrentado retos así toda la vida: desde las tarjetas perforadas, los nuevos lenguajes, internet… Siempre se dijo “esto va a acabar con nosotros”, y nunca fue así. El programador seguirá existiendo y cada vez se necesitarán más, porque cuando baja la barrera de entrada, la profesión no desaparece: crece. Solo tenemos que adaptarnos.
Entonces, ¿tu proyección es que se necesitarán más programadores?
Sí. Si podemos producir más software, las empresas pueden generar más riqueza. Si algo que antes llevaba un mes ahora lleva tres días, eso se traduce en crecimiento tecnológico y en más demanda.
Pero algunas empresas hoy no están incorporando programadores junior.
Es verdad. Estamos en un momento de reajuste. Un programador senior aporta muchísimo valor porque tiene la base y ahora una herramienta —la IA— que lo potencia por 5 o por 10. El junior aún no tiene esa base. Entonces, lo que hay que redefinir es qué tiene que aprender un junior para aportar valor.
Antes bastaba con aprender un lenguaje y desarrollar webs. Ahora hay que volver a los fundamentos: lógica, estructura, pensamiento computacional.
Hoy las empresas piden seniors, pero eso no puede sostenerse. En algún momento el canal se va a reabrir para los juniors.
Solo que ahora deben cambiar su mentalidad: aprender a usar las herramientas con IA y tener una base fuerte, más allá del lenguaje. Es un proceso de adaptación. Y las empresas también se están adaptando.
¿Cómo ves el movimiento de los gigantes tecnológicos? Lanzan herramientas muy poderosas todo el tiempo
Estamos en una “guerra fría” tecnológica. Las grandes empresas saben que quien gane esta batalla tendrá beneficios enormes. Meta, Google, OpenAI están quemando dinero para captar usuarios y dominar el mercado.
Por eso coincido con quienes dicen que no hay que especializarse en una sola herramienta. No se trata de ser experto en ChatGPT o en Gemini. Tenés que ser experto en interactuar con modelos de lenguaje, en automatizaciones, en entender los sistemas.
Hoy N8N es el rey de las automatizaciones, pero mañana puede aparecer otro. Y ahí está el valor: poder hacer ese cambio rápido.
Por eso los seniors tienen tanto valor: tienen una visión más amplia, no se atan a un lenguaje. Entienden la lógica, la algoritmia. Tenemos que tender a ser figuras orquestadoras, con conocimientos más transversales.
¿Y creés que el programador debe cambiar su mirada y pensar más en los problemas que resuelve que en la tecnología en sí?
Totalmente. El programador debe pasar a ser más arquitecto que obrero. Antes escribíamos código porque era el único mecanismo para comunicarnos con la máquina. Pero nuestra labor real es diseñar software, pensar cómo funcionan los sistemas, entender el negocio y decidir qué hacer y cuándo. Ahora habrá menos gente escribiendo código, y más pensando en cómo construir.
¿Qué te preocupa de la inteligencia artificial?
Que creemos una dependencia. Que pensemos que la IA es la solución a todo.
Ya se ve gente usándola como psicólogo o psiquiatra. Puede servir, pero también estás dejando tu salud mental en manos de algo que puede equivocarse. Pasa con las redes sociales: cada vez hay menos habilidades comunicativas o blandas.
Mi miedo es que pensemos “ya no tengo que hacer nada”. Si no cultivamos nuestra inteligencia, nos volvemos dependientes y más tontos.
Ese es el mayor riesgo: pasar de hacer todo nosotros a no hacer nada, y anularnos como profesionales y personas.
¿Creés que llegaremos a un punto en el que tengamos nuestros propios agentes personales que se comuniquen con otros agentes?
Sí, totalmente. Cada vez hay más asistentes, y el verdadero éxito de la IA será cuando no nos demos cuenta de que está ahí. Pasará como con blockchain: ya nadie habla de ella, pero sigue funcionando dentro de muchos productos. Eso es éxito.
Hoy todas las empresas dicen tener IA, pero muchas de esas “empresas con IA” dejarán de existir. A futuro, la IA será infraestructura, no herramienta. Será una manera natural de comunicarnos. Todo funcionará con IA y servicios interconectados.