Embed - Cocoa revuelta: la Coalición Republicana votó dividida el Presupuesto y se expone al desgaste
Algunas encuestas revelan que los votantes de la Coalición Republicana no están de acuerdo con su rol en la oposición
Aquella afirmación del italiano Guilio Andreotti acerca de que el poder desgasta al que no lo tiene, planea como una advertencia sobre la Coalición Republicana que aún no parece haber logrado acomodarse en su rol opositor y enfrenta el desafío de convertirse en una promesa creíble para el futuro.
En ese sentido, algunas encuestas no le son auspiciosas acerca de cómo está siendo evaluada por sus votantes, y el proyecto del Presupuesto ha mostrado a sus partidos integrantes recorriendo caminos diferentes.
El Frente Amplio lidia con lo suyo desde el poder y no solo debe perseguir resultados, sino que se enfrenta a una tensión interna entre el pragmatismo que le exigen las nada abundantes arcas del Estado y los reclamos de muchos de sus votantes que todavía no perciben dónde está el cambio.
Pero para la coalición opositora la tarea tampoco está siendo sencilla. Es así que una encuesta de Equipos de junio pasado ya avisaba que un 33% de los uruguayos desaprobaba “la forma en la que la Coalición Multicolor se está desempeñando como oposición”, el 28% tenía una opinión favorable y un 39% dijo no estar ni de un lado ni de otro, o se abstuvo de opinar.
A mediados de setiembre, Factum confirmaba la tendencia. Ante la pregunta “a quién está viendo actuar mejor en este período: al gobierno, a la oposición o a ninguno de los dos”, un 54% respondió que a ninguno de los dos, el 31% al gobierno, el 10% a la oposición y un 6% no opinó.
Según Factum, estos resultados indican “una fuerte prevalencia del dialoguismo y un bajo apoyo a la confrontación” y “una fuerte disconformidad” con la oposición.
En tanto, un sondeo de Nómade de fines de setiembre y principios de octubre señaló que la coalición es “aprobada por un 18,7% de la ciudadanía y desaprobada por el 37,1%”, mientras que en una encuesta anterior la aprobación había sido del 23,2% y la desaprobación del 30,7%.
Dirigentes del Partido Nacional y del Colorado consultados por El Observador señalaron que es difícil discriminar qué tipo de oposición es la que buena parte de la gente rechaza, y mayormente no se animan señalar dónde está el error si es que lo hay. Señalan que es al gobierno al que le toca actuar en bloque y mostrar coherencia en sus acciones, ya que los opositores saben que en sus acciones no se juega el rumbo del país y en todo caso, deben estar alertas para bloquear, si es que pueden, aquello que les resulte insoportable.
Las reflexiones acerca de esta situación son surtidas. El diputado nacionalista de Alianza País Sebastián Andújar había dicho en En Perspectiva que habría que saber si la gente rechaza “una cuestión de formas o de fines”. “Creo que tiene que ver con la forma porque la gente está cansada con algunas situaciones en las que siente que no se está pensando en ellos. Creo que (en ese rechazo) se analiza más que nada al Poder Legislativo que al partido político, y nos hace pensar si nuestros representados se sienten representados”. Andújar es de los que cree que la oposición debe sacarse “el No de la frente” y apoyar al gobierno en todo lo que sea posible.
Eso fue lo que hizo el Partido Nacional al votar en Diputados, al igual que Cabildo Abierto, para que el Presupuesto presentado por el Frente Amplio pudiera ser tratado en esa Cámara donde la izquierda no tiene mayoría.
Por su parte, en el Partido Colorado, los legisladores afines a Andrés Ojeda votaron en contra, y los de Pedro Bordaberry votaron divididos (seis a favor y siete en contra). El único diputado del Partido Independiente, Gerardo Sotelo, no solo rechazó la iniciativa sino que cuestionó con dureza lo hecho por la mayoría de sus socios.
“El FA está logrando en Diputados una triple victoria: 1) aprobar un presupuesto gris sin mayoría propia, 2) presentar una Coalición Republicana dividida, y 3) blindarse ante críticas futuras si las cosas salen mal. Alguien debería estar mirando más lejos. Así, estamos liquidados”, escribió Sotelo en su tuiter.
Es probable que la ausencia del expresidente Luis Lacalle Pou como cabeza del Partido Nacional –está en pausa tras su gestión (2020- 2025)- cause cierto desconcierto en un electorado nacionalista que no encuentra en quién depositar su confianza. El expresidente no está presente en la actividad diaria, no tiene necesidad de ocuparse de temas de coyuntura y el desgaste blanco recae mayormente en el presidente del directorio blanco, Alvaro Delgado (Aire Fresco), y en el senador Javier García (Espacio 40) dirigente del sector mayoritario de ese partido.
Si la lectura de la encuesta de Factum es correcta y la mayoría de los votantes de la coalición quieren más diálogo y menos confrontación, la estrategia de pegarle sin medida al gobierno del Frente Amplio puede tener sus contraindicaciones.
Porque el núcleo duro de los partidos suele ser impiadoso con el adversario, nunca queda conforme por más fuerte que sea el golpe lanzado y esa lógica de pelea constante necesita de una retroalimentación por parte del Frente Amplio. Pero desde el oficialismo no siempre hay una propensión al choque con la oposición y, particularmente el presidente Yamandú Orsi, suele rehuir la polémica.
“¡Empezó la COCOA!”, había tuiteado con entusiasmo el senador y secretario general del Partido colorado Andrés Ojeda cuando el 1° de octubre quedó instalada la denominada mesa coordinadora de la coalición a nivel parlamentario. Pero el acrónimo alimenticio no es del gusto de todos.
“El que quiera cocoa que se vaya al Chui”, había ironizado unos días antes Bordaberry para aclarar que esa instancia no podía convertirse en “una estructura de toma de decisiones”. De hecho, Bordaberry ni siquiera intentó alinear a su propia tropa que votó dividida en esta etapa es presupuestal. “La libertad es libre”, les dijo a quienes lo consultaron.
La Coalición Republicana perdió por el camino, no sin cierto alivio, a Cabildo Abierto, que aparece más cercano al oficialismo frenteamplista que a sus exsocios del gobierno de Lacalle Pou. Por lo pronto, ya le dio a la izquierda las voluntades que le faltaban para aprobar el Impuesto Mínimo Global, el ajuste al IRPF que empezará a gravar el incremento patrimonial de los uruguayos en el exterior y el denominado impuesto TEMU.
Pero incluso ya libres de ese socio incómodo, la coalición todavía no ha encontrado un discurso común –¿es posible y positivo tenerlo?- y un camino que lo amigue con el grueso de sus votantes. Porque al final el poder desgasta, sí. Pero mirar cómo se desgasta el otro sin proponer claramente una alternativa para reemplazarlo, puede desgastar todavía más.