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14 de agosto 2024 - 5:00hs

Las manos de Dante Spinetta están tatuadas en los nudillos. Amor y Alma. Como el motor de todo lo que hace, lo que toca o lo que crea. Una marca indeleble sobre la piel. Un grabado permanente como resultado de una vida atravesada por el arte, por la que hoy quiere agradecer.

“Por ahí voy a ser músico”, decía cuando todavía era un niño en una entrevista al lado de su padre, el hito del rock Luis Alberto Spinetta. Ahora, cuando se aparece en la pantalla de la computadora, se ve cómo detrás de él brillan perfectamente alineados en un estante cuatro premios Grammy al lado de cuatro premios Gardel.

Hace más de 30 años Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur irrumpieron desde Villa Urquiza con irreverencia en la vanguardia del rock argentino con Illya Kuryaki and the Valderramas, un dúo explosivo que marcaría el comienzo de un sonido que definiría una forma de hacer las cosas, influenciado por el rock pero también por el hip-hop, funk y soul para musicalizar la convulsión de la América Latina de los 90.

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En 2001, el dúo decidió poner en pausa el proyecto para comenzar sus carreras solistas –un impasse que duraría una década antes de volver a anunciar su separación en 2016– y Dante Spinetta lanzó Elevado, el primer disco de un camino de constante experimentación en el que buscaría darle voz su propia revolución.

Mesa Dulce, su quinto álbum solista, es un disco que nace desde el agradecimiento a la vida y a la música, que atravesó tempestades personales y se convirtió en un punto bisagra en su carrera a los 47 años.

Mesa Dulce me cambió la realidad de nuevo. Empecé a girar por toda América de nuevo, vengo de tocar en Londres, en Irlanda, en Barcelona, en Madrid, en México, en Perú, ahora vamos por Uruguay. Haciendo lo que yo flasheo. Por eso hay que bancársela y darle con amor, porque lo que más falta en un mundo tan roto por momentos es amor. Mesa Dulce me cambió la realidad de nuevo. Empecé a girar por toda América de nuevo, vengo de tocar en Londres, en Irlanda, en Barcelona, en Madrid, en México, en Perú, ahora vamos por Uruguay. Haciendo lo que yo flasheo. Por eso hay que bancársela y darle con amor, porque lo que más falta en un mundo tan roto por momentos es amor.

Este jueves 15 de agosto vuelve a Montevideo con un show en la Sala del Museo en el que volverá a estar acompañado por Matías Rada –"el mejor guitarrista funky que hay en Latinoamérica"– para desplegar toda su grandilocuencia. Poner la mesa y dedicarse a devorar canción a canción.

Dante Spinetta sigue en el mejor momento de la fiesta. Y no piensa bajar.

Dante Spinetta
Dante Spinetta

Dante Spinetta

Me gustaría empezar hablando sobre la herencia musical. Viendo el documental que salió junto con Mesa Dulce me llamó la atención que tu herencia de músico viene no sólo desde tu padre, sino varias generaciones atrás. ¿Cómo es eso?

Mis bisabuelos españoles, que eran moros, tenían un tablado de flamenco en el Chaco. Viene por ahí, por un lado. El lado más fuerte obviamente es el lado de mi padre, el de los Spinetta, que tienen muchas generaciones en Argentina. Mi abuelo tenía cinco hermanos y había varios que cantaban. Él era cantante de tango, llegó a cantar en Radio Nacional y era muy bueno, pero después dejó de cantar para mantener a su familia porque no podía mantener a mi papá que era chiquitito y a su hermano. Cuando nació mi papá mi abuelo vio que era muy bueno cantando y lo acompañó en su carrera, y mi papá fue quien fue. Quien es. Por otro lado, la espineta es un instrumento. El apellido viene por ahí. Un antepasado italiano fabricaba esta especie de pianet, un piano chiquito que tiene un sonido como un clavicordio que se llama espineta. Y por el lado de mi abuela paterna, Julia Ramírez, también. Su papá era guitarrista clásico, leía música y tocaba. Viene por todos lados la música. Hay una mezcla loca, esa mezcla que tenemos en Latinoamérica de todos esos sabores. Imaginate mi abuelo moro, que era medio moreno, casado con mi abuela alemana y después toda una mezcla de italianos y criollos. Toda esa mezcla media gaucha que tenemos en Sudamérica es parte de nuestro sabor. Viene por todos lados y es como que no le pude escapar.

¿Sentís que de alguna forma es un destino?

Sí, te juro. Es una conexión tan hermosa. Conozco gente que dice "yo escucho nada más lo que pasa en la radio", no tiene interés de buscar y se pierde algo muy lindo que es flashear con algo de música. Me acuerdo cuando era chico, que estaba descubriendo este amor, de ponerme auriculares y escuchar música, transportarme y meterme en un disco del todo. Es algo mágico que nos propone la vida, y está buenísimo. Por más que no toques. Tener esa conexión con el sonido. Estoy súper agradecido de tener la música como compañera.

Creciste embebido en la excelencia de la música. ¿Cuál es el mayor aprendizaje que mantenés de tu padre?

De mi padre tengo un aprendizaje muy marcado. Capaz él lo hubiese dicho de otra manera, pero yo para simplificarlo lo puedo decir como que te chupe un huevo lo que piensen de vos, básicamente. Hacé tu camino, hacé lo que te gusta y los demás si se suman, se suman y si no lo lamento. Ese es el concepto: bancate tu camino, bancate tu elección, jugatela por lo que amás. Esa es una lección que me queda muy fuerte de mi padre y de mi madre, que los dos eran guerreros intelectuales, guerreros de pensar cómo querían vivir y de haber diseñado parte de una generación, la generación de los 60 y 70, que cambiaron el mundo. La generación de los Beatles. La generación de los Spinetta, de los Rada, de los Fattoruso, de los García. La generación de músicos y de gente que desafió las leyes de cómo se vivía, de cómo tenías que sentir, de cómo te tenías que vestir, de que podías ser más libre de lo que estaba establecido. Esa es la mayor influencia que me queda. Mismo cuando arranqué: rap. La ola de críticas que nos llegaban por eso, la violencia que despertábamos siendo tan chiquitos tirando letras sociales. La gente muchas veces se ponía violenta con nosotros, y éramos chiquitos. Hemos tenido situaciones de mucho riesgo, hasta físico, por hacer rap cuando éramos chicos. Sin embargo no me achiqué. Y ahí estaba el bancátela. El papi ahí luchándola, porque yo a mi padre lo vi también luchando muchas veces con una realidad muy injusta para un artista de su talla. Siendo el más duro de todos, haciendo la música que hacía, de golpe no tenía plata para pagar las cuentas y nunca paraba de trabajar. Situaciones que eran muy injustas para un artista de su calibre. Él podría haber dicho voy a hacer una música más fácil o más acoplada a lo que sonaba en el momento. Pero no, le chupaba un huevo porque eligió su camino y el camino tiene obstáculos que esquivar, pero vos tenés la fe en Dios, la fe en la música, la fe en el amor. Y eso para mí es ley: la fe en el amor. La fe en el amor por la música, por hacer algo que me hace bien, que me pone orgulloso más allá de que puedo ser más exitoso o no por momentos. Ahora estoy gozando de un momento muy bueno, porque con este álbum Mesa Dulce me cambió la realidad de nuevo. Empecé a girar por toda América de nuevo, vengo de tocar en Londres, en Irlanda, en Barcelona, en Madrid, en México, en Perú, ahora vamos por Uruguay. Haciendo lo que yo flasheo. Por eso hay que bancársela y darle con amor, porque lo que más falta en un mundo tan roto por momentos es amor.

Hace poco tocaste con tu hija Vida arriba del escenario, y me pregunto cómo te ves vos ahora de este otro lado de la herencia. Pasando, de alguna forma, parte de esa influencia musical.

Me vuelve loco. Mi hija Vida tiene un talento natural para la música y me encanta lo que está haciendo. Está componiendo, tiene 18 años y este año ya va a sacar sus primeras canciones. Yo la estoy co-produciendo, ahí con ella, y es un momento único porque es también como lo viví yo, mi padre ayudándome en los primeros pasos. Es como aprender a caminar. Ahora me toca a mí estar de este lado, con mi hija que es mi gran amor de la vida al igual que mi hijo. Vida arrancó cantando naturalmente a los ocho años, cantaba toda entonada, toda afinada, y yo decía "¿qué pasó? ¿Dónde aprendió a cantar?" No lo podíamos creer con la mamá. Ella enloquecida con eso. "Yo soy cantante", decía. "Y sí, ¿qué vas a hacer? Te tocó". Tiene un talento ahí muy lindo que está en desarrollo y yo quiero acompañarla como me acompañaron a mí. Y ella hará su camino, tiene una fuerza bárbara, es hermosa, tiene un talento que le brota.

Dante Spinetta Vida Spinetta
Dante y Vida Spinetta

Dante y Vida Spinetta

Eso de la transmisión tiene que ver no solamente de sangre, es una cuestión de cómo disfrutás la música en casa. Yo conozco un montón de músicos que son músicos increíbles que no vienen de papás músicos, pero sí han disfrutado la música. Esa pasión. Ese disfrute es como disfrutar una buena comida, es disfrutar algo que es para el alma y la música tiene eso.

Hablabas sobre la irrupción de Illya Kuryaki, la violencia y las críticas que les llevó. Ahora justamente el género urbano está de alguna manera tomándolo todo y tomás la decisión de ir hacia otro lado. Algo quizás más interno, a tu esencia, y el resultado es un disco con muchas personalidades.

Estoy en una etapa más funkera. Hoy en día creo que disfruto más cantar que rapear, es la verdad. Con los años mi temática a nivel escritura cambió mucho. Y capaz en el funk o en el soul puedo encontrar algo que me identifique más a nivel de las armonías musicales o ritmos para poder escribir. Siempre voy a tener un lado rapero, pero el funk me da la posibilidad de justamente mezclar todo. Poder rapear si quiero, hacer beats, jugar mucho con lo rítmico, pero también poder tener armonías y melodías un poco más complejas. Y de golpe también poder hacer una balada con cuerdas y darle toda esa pomposidad que me gusta del estilo. Así que creo que Mesa Dulce es el balance más orgánico que encontré de mí. Y llega en un momento de un redespertar. Yo me lo tomé así en la pandemia, cuando estábamos en la pandemia todos encerrados, y traté de decir "si tenemos que morir todos ahora…" Porque en un momento no se sabía qué iba a pasar, te hablaban del Covid como que aparece y podemos morir todos en un minuto y lavábamos la manzana con lavandina. En esa pandemia tan dura yo agradecí tener la posibilidad de quedarme en casa con mis hijos, tener un plato de comida y salud, y agradecí a la música, de que si hasta acá habíamos llegado, gracias. Por la música, por el don de poder comunicar mis cosas a través de los sonidos y que la gente haya elegido escucharme, que cierta gente diga "che, voy a escuchar a Dante". Empecé a hacerlo desde ahí, desde el agradecimiento. Si tengo la posibilidad de hacer algo y que la gente encima me dé el aval, tengo que dar lo mejor de mí. Y es como encontrar la posición en la cancha. Como "che, soy bueno haciendo esto y puedo jugar en defensa, pero donde mejor juego es ponerme la 10 y meter el gol". En esta posición siento que soy mejor y que puedo hacer mejores cosas para la gente. Es una elección y lleva una madurez, más siendo productor de uno mismo porque algunas veces uno puede tomar decisiones no tan acertadas. Pero creo que en este tomé la decisión correcta: voy por el camino de lo más orgánico que creo que es donde yo puedo brillar más y donde más feliz estoy tocándolo en vivo también. Por eso me siento en un gran momento y el disco la gente lo sintió de esa manera, es un disco que me cambió la realidad a nivel trabajo. Y estoy haciendo ahora uno nuevo.

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¿Cuál es tu metodología? ¿De qué forma te movés cuando pensás en un nuevo disco?

Estoy básicamente todo el día en el estudio. Empiezo a escribir o a componer algo y tengo que estar ahí para que cuando llegue la inspiración esté en el estudio. Grabé un montón de canciones con la banda, estoy trabajando con el arreglador de cuerdas y vientos por otro lado, estoy escribiendo y cantando. Estoy en el momento de componer. Mi metodología en estos últimos años, con respecto a cómo grabo, es por ejemplo compongo la canción en la guitarra o en el piano o hago unos beats y armo una estructura rítmica, me armo la canción de principio a fin. Grabo solo toda la melodía para que se entienda armónicamente lo que va a ser y después vienen los músicos míos, graban arriba, y ya sube de nivel todo. Después si tiene vientos se lo mando al arreglador de vientos, si tiene cuerdas al arreglador de cuerdas, y mientras sigo escribiendo las letras de cada tema dentro de las melodías que armé. Esa es la metodología que ahora estoy trabajando y me funciona. Y ya grabé un montón de música nueva. Hay como 20 temas grabados, que suenan durísimos todos y me está costando elegir.

Es un buen problema

El otro día vino el presidente Soni, Dami Amato, que es alguien que yo quiero mucho, que aparte me da una libertad total y confía mucho en el proyecto, y me dice "che, tenemos un problema". Le digo, ¿cuál? "Que tenemos demasiada buena música, que es un gran problema". Me puso contento también que él lo vea de esa manera, que yo respeto mucho su concepto, pero tengo una libertad total de parte de todo el equipo de trabajo. Nadie se mete en lo que yo hago porque funciona cuando yo hago lo que quiero, básicamente. Respetan también los 30 años de trayectoria que tengo. Estoy muy feliz, muy feliz y con los músicos también, haber encontrado esta banda que son todos unos músicos del carajo que sienten el funk, sienten el R&B, el hip hop, de la misma manera que yo es una gloria. Estamos haciendo historia del funk en Latinoamérica. Siendo sudacas, orgullosos.

Durante el proceso de grabación de Mesa Dulce viviste un momento muy duro, como la muerte de tu mamá. Y como artista tuviste esa habilidad de transformar algo devastador en arte. Primer amor es una canción que nace de ahí. ¿Cómo fue para vos ese proceso?

El aceptar que mamá no esté sigue siendo duro. Es loco que cuando uno empieza a crecer de golpe se empieza a morir la gente, y es de lo más devastador que nos trae el paso del tiempo. Ya de chico empecé a perder amigos lamentablemente, perdí varios amigos en accidentes, con enfermedades, y es durísimo eso, el desapego físico de algo. Lo de mi viejo fue durísimo y creo que me terminó de abrir un canal espiritual para entender ciertas cosas de cómo es la vida y que la muerte es parte del ciclo. Cuando llegó la muerte de mi mamá, que se enfermó durante la pandemia –no de Covid, de otra enfermedad que ya no la quiero ni nombrar porque se llevó a mis dos padres– nos agarró de otra manera. Mi mamá se pudo despedir con paz y tomó una decisión en un momento, dijo no quiero tratamiento ya, no quiero toda esa hospitalización, quiero estar en mi casa con ustedes tranquila. Se fue de esa manera con sus hijos, que somos los cuatro hermanos, acompañándola en ese último respiro y de una manera muy espiritual y muy valiente. Yo estaba haciendo el disco y le mostré la canción a ella sin la letra, que no la pude terminar de escribir por razones obvias, es muy doloroso el proceso y tampoco me iba a despedir antes del tiempo. Pero sabía que ese momento se avecinaba y de una manera muy madura de su parte lo enfrentó y tuvo charlas con cada uno de nosotros. La canción le encantó, y eso es lo que más me importa. La canción le encantó, la escuchó con las cuerdas y le encantó. Yo me quedé contento con eso. Despedir a la mamá de uno es durísimo y siempre va a doler, pero también estoy agradecido de la mamá que tuve al igual que el padre que tuve. Se fueron los dos a los 60 y pico, muy jóvenes, pero también tuvieron una vida tan intensa mis viejos, mi mamá también tuvo una vida con momentos durísimos. Yo crecí con una guerrera, mi vieja era una re warrior, y entendí por qué estaban juntos mis viejos. Agradezco haber tenido a esos padres. Porque por más de que capaz me hubiese gustado tenerlos hasta que tuvieran 80 años, el tiempo que los tuve fueron padres increíbles y me enseñaron mucho. Me dieron la fuerza y el coraje para enfrentar este mundo que era difícil. Mucha gente me criticó mucho por mi apellido. Y la fuerza me la dieron mis viejos, la fuerza de "ey, te tiene que chupar huevo Dante lo que van a opinar de vos, vos haces tu viaje, qué te importa, ellos no saben un carajo, la gente habla por hablar". Eso era mi vieja también, no era mi viejo nada más, era mi vieja también que creía en nosotros, que empujaba. Entonces tuve una madre de la puta madre, tuve un padre de la puta madre y agradezco; de nuevo, ahí aparece el gracias. Gracias a la música, gracias a mamá y papá y hoy son mis ángeles guardianes. Están conmigo. Por una cuestión de necesidad cuando empezás a perder a la gente que querés, a tus padres, empezás a desarrollar ese vínculo con él más allá de alguna manera. Pero no volviéndonos pelotudos. No, lo real: sentir que están. La presencia energética de sus espíritus, de la magia de la vida, yo lo siento presente. Entonces están de alguna manera, es acostumbrarse al desapego físico lo más difícil.

Hace poco dijiste están haciendo un documental de Illya Kuryaki and the Valderramas. Viendo ahora ese material que grabaron ustedes siendo tan jóvenes, ¿cómo te sentís al ver esta etapa de tu carrera? ¿Y qué vamos a poder ver nosotros cuando finalmente se estrene?

Por momentos cuando veo ese material me parece que fuera otra persona, otra vida. Pasaron tantas cosas. Yo no soy una persona que me quedo enganchado en el pasado, siempre estoy en el presente y para adelante. Pero cuando veo esas imágenes que éramos tan chicos y valientes, me pone muy orgulloso. Me encanta que quede registrado en un documental y creo que se le hace justicia al concepto Kuryaki. Kuryaki no es una banda que vaya a volver y se vaya a meter un estudio de nuevo, porque ya está. Ya hicimos lo que teníamos que hacer, lo mejor que teníamos que hacer lo hicimos. Sí capaz que en algún momento hacemos un tour, si nos divierte la idea de salir a tocar. Cada uno está muy solista, está muy metido. Pero los dos creemos que un documental, mostrar el detrás de escena de esos momentos y la revolución que generó Illya Kuryaki, es súper importante. ¡Y está todo filmado, es increíble! De golpe van a ver cosas que son increíbles que estén filmadas, cuando estamos rapeando Abarajame, grabando las tomas reales. Está todo filmado y es muy loco porque generalmente en esa época no se filmaba tanto, pero nosotros que éramos chicos que ya habían crecido con la televisión una de las primeras cosas que hicimos cuando ganamos plata fue comprarnos una videocámara cada uno. Y estar boludeando todo el tiempo con las camaritas. Gracias a Dios que lo hicimos. Estar digitalizando esto y ver momentos que son muy mágicos y recordar que uno tuvo esa vida también de golpe. Porque yo ya no me acuerdo qué hacía a los 18 o 19 años. Pasaron varias vidas de ahí. Amores, desamores, discos. Me cuesta imaginar mi vida pre mis hijos. Me acuerdo, sí, era cantante, pero se te empieza a borrar. Porque como te decía, yo no vivo anclado en el pasado. Lo traigo conmigo como poderes, pero no soy nostálgico en ese sentido. Siempre estoy mirando para adelante, pero saber que está todo eso me hace muy feliz.

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Dante Spinetta Música Sala del Museo

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