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29 de julio 2024 - 9:01hs

El clima en París parece decidido a robarse el protagonismo en los Juegos Olímpicos de 2024. Si estás siguiendo las noticias desde fuera de la capital francesa, déjame contarte cómo la ciudad, que debería estar brillando solo con la gloria de los atletas, está enfrentando una doble amenaza: una posible ola de calor abrasadora y el reciente aumento de la contaminación del Sena.

Casi irónicamente, al igual que los cañones de Napoleón quedaron atascados en el fango del Monte Saint-Jean durante la Batalla de Waterloo por las lluvias torrenciales, el clima parece empeñado en desafiar algunos de los eventos olímpicos más esperados. Como en esa ocasión, el principal enemigo es el tiempo.

Imagínate paseando por la “rive gauche” o “rive droite”, esos icónicos bordes del Sena que deberían ser el escenario del triatlón. Los parisinos temen que la limpieza del río quede estropeada por las lluvias torrenciales que adornaron dramáticamente la ceremonia de apertura. Como consecuencia, el aumento de la contaminación podría impedir su uso. Lo que comenzó como un toque épico en la actuación de Celine Dion podría ahora desmoronar una de las mayores expectativas: hacer del Sena un lugar seguro para la natación, comprometiendo así las competiciones previstas.

Las aguas del Sena, una vez vistas como un elemento romántico de la ciudad, ahora están llenas de residuos y contaminantes, arrastrados por las lluvias y desechos urbanos. Esta situación ha encendido las alarmas y los organizadores están considerando seriamente reubicar los eventos acuáticos para garantizar la seguridad de los atletas.

Pero eso no es todo, y por eso, se convierte la ‘météo’ en un obstáculo olímpico. París está enfrentando una ola de calor implacable. Este lunes 29 de julio, 39 departamentos franceses están en alerta naranja debido a temperaturas extremas que se extenderán hasta el miércoles. Las temperaturas alcanzarán los 38°C en muchas zonas y podrían llegar a los 41°C, haciendo que los termómetros exploten. Y no pienses que la noche trae alivio: las temperaturas nocturnas no bajarán de los 20°C, haciendo que las horas de descanso sean complicadas y pegajosas.

Cuando la ‘canicule’ se acerca, las pantallas tienen como noticia principal al clima. Guillaume Séchet, meteorólogo y fundador del sitio Meteo-Cities, repite por los platós de las televisiones galas que “desde el inicio del verano, este es el episodio más intenso”, destacando la llegada de una “cúpula de calor” desde España y el sur de Francia. Este fenómeno ha empujado los termómetros hasta los 45,6°C en Andalucía, España, antes de trasladarse al territorio francés.

Volviendo a las aguas parisinas, en vísperas de la primera prueba de triatlón, los atletas no pudieron entrenar en el Sena este lunes por la mañana, por segunda vez consecutiva. Esto ocurrió casi simultáneamente cuando en la piscina olímpica, el prodigio de la natación francesa, Léon Marchand, no tembló en conseguir su primer título olímpico en los 400 m combinados individuales masculinos.

Sin duda, el francés de 22 años no podrá doblegar con su destreza la suerte meteorológica. El escenario natural del Sena estaría impidiendo la prueba individual masculina de triatlón prevista para el martes, antes de la prueba individual femenina el miércoles a la misma hora. Será difícil asegurar buenas mediciones de los contaminantes en las próximas revisiones detalladas de su salubridad.

Es irónico pensar que la misma lluvia que dio un toque de tragedia épica a la ceremonia de apertura ahora amenace con arruinar algunos de los eventos más esperados de estos Juegos Olímpicos. La combinación de la ola de calor extrema y la contaminación del Sena pondrá a prueba la resistencia de los atletas, organizadores, parisinos, espectadores y paseantes.

Retomando el calor, la situación puede ser especialmente crítica en la región parisina, donde se están llevando a cabo la mayoría de los eventos olímpicos. Imaginen la villa olímpica, diseñada sin aire acondicionado por razones ecológicas, ahora abarrotada de atletas que buscan desesperadamente un respiro a la asfixiante temperatura.

Las delegaciones ya han solicitado 2,500 aparatos de aire acondicionado para las habitaciones, intentando mitigar su impacto. Los organizadores incluso están considerando cambiar el horario de eventos como el maratón y el triatlón para evitar los momentos de mayor calor del día. La imagen la simplifica Marine, una voluntaria francesa, que carga en sus manos un turboventilador para su habitación, que comparte con otros dos compañeros, en Saint-Denis, al norte de la ciudad, lugar donde se acoge a los mejores deportistas de todo el mundo. Apenas la miré, ella me confirmó con una sonrisa, su idea sobre el presagio de los meteorólogos.

Otra postal, en Marsella, el puerto olímpico también sufre. Las altas temperaturas y la casi ausencia de viento han hecho que los días de competición sean sofocantes. Los espectadores, armados con toallas y trajes de baño, buscan refrescarse en las zonas de recreo, mientras que los atletas, bajo el duro sol, intentan mantenerse hidratados y a la sombra tanto como sea posible.

A pesar de estar llena de entusiasmo olímpico, la realidad es que París está luchando con lo impredecible y extremo. Así, la capital gala está envuelta en una batalla contra la naturaleza desde el arranque. Y mientras los atletas compiten por el oro, la plata y el bronce —o simplemente por superar sus propias marcas, que ya es un triunfo— París pelea por mantener el espíritu olímpico en alto, a pesar de un verano abrasador y aguas turbulentas. París, la ciudad de la luz, lucha por brillar contra todo pronostico.

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