El 19 de octubre el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se cayó en el baño de su residencia y por el golpe fuerte sufrió una herida en la nuca. En esa ocasión, por el golpe, debió recibir varios puntos de sutura en la cabeza.
Por recomendación médica, a raíz de ese accidente, el mandatario canceló su viaje a Rusia, donde debía participar en la cumbre de los BRICS, en la que finalmente intervino por videoconferencia. Tampoco asistió como tenía previsto a la cumbre de Naciones Unidas sobre el clima COP29 en Bakú, la capital de Azerbaiyán.
Lula mantuvo sus compromisos en agenda pero despachó desde la residencia oficial durante varios días, para poder ser monitoreado más de cerca por sus médicos.
"Estoy bien, tuve un accidente, pero una tontería mía; fue grave pero no afectó ninguna parte delicada", contó Lula dos días después del accidente doméstico durante una llamada telefónica con un político de su Partido de los Trabajadores.
"Me estoy cuidando porque cualquier cosa en la cabeza es muy fuerte (...) Los médicos dijeron que tengo que esperar por lo menos tres o cuatro días para saber qué daños causó el golpe", agregó en aquel momento, en la conversación con Luiz Carlos Caetano, quien difundió el contenido en sus redes sociales.
Un mes después, el 18 y 19 de noviembre, fue anfitrión de la cumbre del G20 en Rio de Janeiro, donde recibió a decenas de mandatarios, entre ellos el estadounidense Joe Biden y el chino Xi Jinping. El golpe en la cabeza y los monitoreos, habían quedado atrás.
AGENDA INTENSA
El presidente brasileño tiene un intenso ritmo de trabajo en el que encadena eventos oficiales, donde es común que ofrezca largos y acalorados discursos. Incluso, habla a menudo de su buen estado de salud, señalando incluso que se siente mejor que nunca y que quiere "vivir hasta los 120 años".
Es más, Lula también publica videos haciendo ejercicio en el entorno de la residencia presidencial de la Alvorada.
En octubre de 2023 fue operado de la cadera para colocarse una prótesis completa y aliviar un dolor que le aquejaba desde hacía más de un año. Lula había comenzado a sufrir dolores de la cadera en agosto de 2022 pero la operación no se realizó hasta pasados nueve meses de su mandato.
El ex líder sindicalista, que perdió un dedo meñique cuando trabajaba en una fábrica metalúrgica, sufre de artrosis, un desgaste en los cartílagos que revisten las articulaciones, y que puede limitar el movimiento.
En 2011, fue diagnosticado de cáncer de laringe y logró una total remisión el año siguiente, tras someterse a radioterapia y quimioterapia.
El dolor de cabeza del lunes por la noche fue una señal de alerta inmediata para sus médicos, que lo llevaron de inmediato al hospital y detectaron, luego de someterse a una resonancia magnética, que debía ser operado de inmediato por una hemorragia intercraneal.
FUENTE: Con información de agencias.