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19 de septiembre 2024 - 14:57hs

Dos hermanos fueron condenados por el tráfico de cálculos biliares bovinos a Hong Kong, a partir de una operación millonaria que comenzó su padre ya muerto.

La investigación de Fiscalía empezó a partir de una denuncia que planteó el Banco Central del Uruguay (BCU) en julio de 2023. El BCU observó "movimientos de fondos ingresados a diversas cuentas bancarias en Uruguay, desde 2020 a la fecha de la presentación en la denuncia (julio de 2023), provenientes de Hong Kong".

Estas transferencias llegaban desde dos sociedades y llamaron la atención porque no había "operaciones de comercio exterior" que permitieran justificar esos movimientos.

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Según narra la acusación de Fiscalía, el BCU le consultó a Aduanas si las dos sociedades de Hong Kong implicadas estaban vinculadas con "algún tipo de operación de comercio exterior (como contraparte en una exportación desde Uruguay) que pudiese justificar el ingreso de los fondos" a Uruguay.

Y la respuesta fue que, entre el 1° de enero de 2020 y 29 de marzo de 2023, no había identificadas operaciones al exterior que tuvieran como contraparte las sociedades que estaban en la mira. Entonces el BCU buscó en internet a las dos sociedades, pero tampoco encontró información.

Sí pudo obtener el dato de que una sociedad que llevaba el mismo nombre de una de las investigadas comercializaba "productos sanitarios y dispositivos médicos" y "hueso y joyería de jade tallado".

A la otra empres la encontraron registrada como importadora de "alimentos, atención médica y suministros médicos".

Los beneficiarios de las transferencias que llegaban desde Hong Kong habían recibido desde 2020 a julio de 2023 "millonarias sumas en dólares".

En la mayor parte de los casos, el dinero que llegaba desde Hong Kong era retirado en efectivo en el mismo día o los días siguientes, y figuraba bajo el concepto de "cowgallstones", es decir, cálculos biliares de vacas.

Para Enrique Rodríguez, el fiscal de Lavado de Activos a cargo del caso, esto supone que el dinero que se recibía en Uruguay era una "contraprestación o pago, al envío de determinadas cantidades de esa materia prima".

A partir de esta información –y de otros datos como que las personas implicadas se hacían transferencias entre ellas y que no podían justificar con documentaciones de respaldo el origen del dinero–, Fiscalía decidió profundizar la investigación del BCU.

Los cálculos biliares bovinos

Los cálculos biliares se forman en la vesícula de algunas vacas y solo se puede obtener a través de la faena de los animales. Son escasos, "al punto que se estima que de cada 100 animales sacrificados se encuentran solo una o dos de estas piedras".

Se usan como materia prima para hacer "fármacos destinados al tratamiento del hígado, anti inflamatorios, anti piréticos, calmantes, etc".

Es un material muy demandado en países orientales. Se lo considera una "pepita de oro" y se paga hasta US$200 el gramo.

Según lo que averiguó Fiscalía "desde hace varios años" en Uruguay y otros países "se viene explotando este tipo de materia prima, efectuándose su comercialización en negro, al margen de los controles sanitarios, impositivos y aduaneros, de los organismos oficiales"

El hombre de 50 años que fue condenado y su padre ya muerto iban a frigoríficos de Canelones, Durazno, Salto, Paysandú y Montevideo. En los frigoríficos el material era secado porque la humedad "podría deteriorar el producto" y pesado en balanzas de precisión. Lo compraban por entre US$ 198 y 200 el gramo. Lo pagaban en efectivo.

A veces amigos del hombre fallecido –dos hermanos– iban a buscar los cálculos biliares.

La mercadería, una vez comprada, era enviada al exterior sin ser declarada en Aduanas, sin los "tributos correspondientes" y sin las certificaciones y/o habilitaciones del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).

El padre del condenado, o en algún caso su hijo, iban a la empresa DHL para enviar el material. Las destinatarias eran las dos empresas de Hong Kong señaladas antes. Estas pagaban entre US$ 208 y 209 por gramo. Los envíos los hacían en cantidades de mínimo 300 gramos. La materia prima era destinada a la industria química farmacéutica.

La participación de los hijos

El condenado –el hijo del que comenzó con la operación– reconoció que tenían una ganancia de US$8 mil por kilo. No había ningún tipo de registración: todo era "en negro". Entre 2022 y 2024, las cuentas del padre recibieron US$ 3,2 millones

A su hijo le pagaba entre US$1.000 y 1.500 mensualmente, además de apoyarlo con otras partidas de dinero.

Su hija–condenada con libertad a prueba– reconoció que su padre le pidió que "lo asistiera" cuando a él le cerraron cuentas bancarias o los bancos donde las tenía le empezaron a exigir justificación de las transferencias que recibía.

Ella, que estaba al tanto de todo, aceptó la propuesta de su padre: que usara las cuentas de ella para recibir los pagos. Después retiraba el dinero y se lo pasaba a su padre o lo transfería a un frigorífico. Dijo que entre 2021 y 2022 recibió US$ 188 mil.

Dijo que también lo hizo para ayudar a su hermano y que no recibió dinero por esta actividad, más allá de que su padre la ayudó económicamente.

Para la condena se contempló que ninguno de los hermanos tenía antecedentes penales y que confesaron los delitos.

Él, un hombre de 50 años, fue condenado por un delito de contrabando y un delito de lavado de activos a dos años y un mes de penitenciaría. Ella, una mujer de 46 años, fue condenada por un delito de asistencia al lavado de activos a 18 meses de libertad a prueba.

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