Algunos dicen que está vinculado a los 100 días que pasaron entre que Napoleón volvió del exilio, recuperó el trono y fue derrotado en la batalla de Waterloo. Otros, aseguran que es porque fue en los primeros cien días de su gobierno que Franklin D. Roosevelt logró aprobar el paquete de leyes que luego sería conocido como New Deal. Sea por lo que sea, los primeros 100 días de un gobierno son el primer hito simbólico para evaluar lo hecho y la forma en la que el presidente se posiciona.
Yamandú Orsi ganó las elecciones por 100 mil votos y pese a que la diferencia fue mayor a la esperada inicialmente, el presidente mantuvo el tono conciliador que tuvo en campaña electoral y no asumió el poder con ánimos refundacionales. Si bien está en marcha una discusión por la herencia fiscal (y hubo críticas a la información que recibieron en transición), el Poder Ejecutivo de Orsi no hizo de las auditorías una bandera como sí sucedió cuando asumió Luis Lacalle Pou.
Tampoco asumió con una agenda arrolladora. Ni el programa del Frente Amplio ni los primeros 100 días de gobierno adelantan cambios profundos. No hay un buque insignia, ni grandes reformas en el horizonte en una campaña que se llamó a "la revolución de las cosas simples".
Eso fue un flanco de críticas para el gobierno. Tanto propios como ajenos han cuestionado la falta de agenda y de cambios en el arranque del mandato. Si bien es verdad que el presupuesto define mucha cosa (se discute este año y empieza a regir a partir de 2026), tanto legisladores oficialistas como militantes esperaban otro inicio con algunos cambios que no necesariamente requieren de recursos.
Incluso, algunos referentes del gobierno, como el secretario de la Presidencia Alejandro Sánchez, han salido a tratar de calmar ansiedades, pero en el Poder Ejecutivo también saben que asumieron en un contexto en el que la población no esperaba cambios bruscos sino algunos ajustes. Y eso está respaldado en números de algunas encuestas que se publicaron durante la campaña electoral y que manejan en el gobierno.
Orsi todavía está dentro de su luna de miel. Ese período de gracia en el que los votantes le dan una carta de crédito y mantienen las expectativas sobre su gobierno. Según un relevamiento realizado por la consultora Ágora, el 38,5% aprueba la gestión de Orsi mientras que el 28,5% la desaprueba. Hay otro 28% que tiene una opinión neutra.
Sin embargo, el presidente ha tenido que reaccionar a varios escándalos, ya perdió a una de las principales figuras del gabinete y ha tenido problemas para aprobar proyectos en el Parlamento.
Dudas
Dificultades en el Parlamento
La falta de mayorías en la Cámara de Diputados es un desafío para el gobierno de Yamandú Orsi. La situación era conocida desde las elecciones de octubre y si bien el oficialismo sí tiene mayoría en el Senado, tiene que negociar proyecto a proyecto en Diputados.
Hasta ahora, con pocos proyectos enviados, la situación viene compleja para el gobierno. El principal proyecto tratado –rescate y reforma de la Caja de Profesionales– se aprobó como pretendía la oposición en Diputados. Este es un partido en disputa y el oficialismo todavía tiene margen para llegar a un acuerdo en el Senado y que sea respaldado por Diputados pero en el primer tiempo salió ganando la coalición.
La otra derrota fue un proyecto menos trascendente. El gobierno pretendía crear tres municipios nuevos antes de las elecciones departamentales (eran tres localidades donde el FA había ganado en octubre y en noviembre) y la oposición se negó. En el Senado los blancos acompañaron pero cambiaron de postura en Diputados y no alcanzaron los votos.
Política internacional
El gobierno de Orsi también puede jactarse de haberse movido bien en política exterior y concretar la presidencia de Uruguay en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) para el próximo año. Con la intención de potenciar ese ámbito, algo que valoran en la Unión Europea, el canciller Mario Lubetkin se movió rápido y consiguió posicionar a Orsi.
Sin embargo, la política internacional también le ha generado dolores de cabeza en el relacionamiento con el Frente Amplio. Las principales críticas desde el partido de gobierno vinieron por la decisión de no cerrar la oficina de innovación en Jerusalén y una postura neutral ante la guerra en Gaza.
Falta de agenda
Al no tener grandes promesas o buques insignia, el gobierno no logró imponer la agenda y eso, en la visión de algunos analistas, es un problema. “Cuando uno compara los primeros 100 días, la característica principal, que rompe los ojos, es la ausencia de una agenda potente del gobierno que ordene el debate público”, dijo el doctor en Ciencias Políticas, Daniel Chasquetti en el canal de streaming Dopamina.
Y cuando un gobierno no impone agenda, ese lugar lo llenan otros y tienen más impacto porque hay más lugar. “Si hubiese grandes iniciativas de gobierno, todo esto (las renuncias que aceptó el gobierno) hubiese tenido un impacto menor”, agregó Chasquetti.
Aciertos
Desactivó herencias
Faltaba menos de una semana para que terminara el gobierno de Luis Lacalle Pou cuando el consorcio Vía Central, encargado de la construcción del proyecto Ferrocarril Central, informó al Poder Ejecutivo que iniciaba un proceso de arbitraje internacional por incumplimiento de pagos por US$ 160 millones. El consorcio había estado negociando con el gobierno pero por desacuerdos entre el Ministerio de Transporte y el Ministerio de Economía no lograron llegar a buen puerto.
El 19 de mayo la plana mayor del nuevo gobierno y representantes de la empresa dieron una conferencia en la que anunciaron un acuerdo por US$ 144 millones. “Nos toca a nosotros encontrar la salida para que Uruguay pueda seguir honrando los contratos, (que) lo que se tenga que pagar, se pague, pero, fundamentalmente, para que el proyecto ferrocarril tenga futuro y la producción tenga futuro”, dijo el presidente.
Avanza en compromisos de gobierno
Es verdad que el gobierno no tiene grandes concreciones para mostrar. No menos cierto es que el gobierno recién arrancó y que ya ha avanzado en el sentido para concretar algunas promesas. Logró abrir un período de renegociación con el consorcio que va a construir el proyecto Neptuno en Arazatí, ya conformó –y empezó a sesionar– la comisión que llevará adelante el diálogo sobre protección social y anunció que a partir de julio se va a empezar a entregar el bono escolar de $ 2.500 para los alumnos de centros públicos, entre otros.
Tres renuncias
Apenas habían pasado 47 días de gobierno cuando vino el primer sacudón. La entonces ministra de Vivienda, Cecilia Cairo, tuvo que renunciar a su cargo luego de que el programa La Pecera de Azul FM informara que no tenía regularizada su casa y no había pagado el Impuesto de Primaria. La apuesta del MPP por las políticas sociales se convirtió en la renuncia más rápida desde la reapertura democrática.
Unos días antes, a solo un mes del inicio, la ministra de Transporte, Lucía Etcheverry, tuvo que anular una resolución tomada por el directorio de la Administración Nacional de Puertos en la que la entonces vicepresidenta Alejandra Koch había promovido el ascenso de su esposo. Esa decisión sumada a otros cuestionamientos salariales derivaron en la renuncia de Koch un mes después.
La tercera renuncia fue a medias. Ya está anunciada pero todavía no se concretó. Eduardo Viera sigue al frente del Instituto de Colonización hasta que se designe a su sucesor. En este caso el problema fue una inconstitucionalidad (ser colono y dirigir el instituto) detectada porque la oposición había pueso el foco en ese organismo por la compra de la estancia María Dolores.
