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28 de octubre 2024 - 5:00hs

Los pedidos de silencio se habían apoderado de la casona de Bulevar Artigas y Chaná cuando la imagen de Ignacio Zuasnabar y el sobreimpreso que decía que el Partido Nacional había votado un 28% hizo estallar a todos.

Eran las 20.30. La veda había llegado a su fin y en la sala donde Álvaro Delgado estaba reunido con su mesa chica festejaron. También lo hicieron todos los dirigentes que deambulaban por la planta baja y el primer piso de la sede blanca.

Afuera, la militancia celebraba pletórica. El Frente Amplio había votado por debajo de lo que decían las encuestas y ellos habían estado por encima. La suma sencilla daba que la coalición –junta– tenía más votos que la izquierda.

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“La mayoría silenciosa” de la que tanto había hablado el candidato era verdad. Había salido a luz.

Entre saludos eufóricos, Martín Lema pedía “serenidad”. Y Delgado abandonaba la sala para abrazarse con los dirigentes que lo recibían al canto de pre-si-den-te / pre-si-den-te.

Todo era festejo. Juan Sartori sintetizaba los sentimientos de la mayoría y con su clásica sonrisa de oreja a oreja decía que la votación había sido mayor a la que esperaban.

Siguiendo los pronósticos de las consultoras, los principales dirigentes se habían convencido de que perderían varios puntos respecto a 2019 cuando votaron 28,7%. Lo aceptaban a regañadientes. Salvo algunos integrantes del núcleo duro de Delgado, como el jefe de campaña Nicolás Martínez, que dejó estampado en un pizarrón que votarían 27%. El resto eran menos optimistas y hablaban de 25,5% o 26%.

En la mesa chica del candidato repetían –en las horas previas– que era muy difícil que bajaran tanto porque el gobierno de Luis Lacalle Pou estaba muy bien evaluado y había competencias internas que harían la diferencia. Incluso discutían con las encuestadoras cuando les presentaban los números. Hablaban de la confrontación entre Aire Fresco (404) y Alianza País (40) en Artigas, Paysandú, Río Negro, Flores y Durazno como motores de tracción de votos.

Al cierre de esta edición, con el 99,90% de las mesas escrutadas, el Partido Nacional recibía el 26,77% y la coalición –con Eduardo Lust como novedad– alcanzaba el 47,45% sobre el 43,94% del Frente Amplio.

A su vez, tras diez años de hegemonía de Aire Fresco, la 40 pasaba a ser la más votada con 226.175 votos sobre los 214.110 de la 404.

“Ganamos nosotros y perdieron ellos” fue la reflexión de Jorge Gandini tras ver en la televisión los estados de ánimo de cada uno.

De la euforia a la tranquilidad

Satisfecho por el resultado, Delgado amagó un par de veces con salir de la sede para saludar a la militancia blanca que antes de irse a la plaza Varela se había juntado afuera de su comando.

La salida, caminando junto a Valeria Ripoll y su familia, sería casi tres horas después, sobre las 23.15, tras escuchar a Yamandú Orsi y Carolina Cosse. Al ver a la fórmula de la izquierda en el escenario, los nacionalistas se abrazaron a la idea de que eran “ganadores” de la noche por aquella regla no escrita de que el perdedor habla primero aunque reconocen que el balotaje será “voto a voto”.

Esa máxima la había cumplido a cabalidad Guido Manini Ríos, que asumió su responsabilidad por el desplome de Cabildo Abierto a las nueve en punto. Cuando el general habló, en el comando de Delgado todavía había euforia, aunque un rato después en el momento en que se pronunció Pablo Mieres ese sentimiento había dejado paso a la tranquilidad.

Después de los pronunciamientos del cabildante y el independiente, quien salió a hablar fue Andrés Ojeda, que convocó a los seguidores del Partido Colorado a ir a la plaza para celebrar junto a la coalición.

Con Delgado al mando, los candidatos de la coalición ya habían acordado que se reunirían para ofrecer una “foto de unidad”.

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Para el candidato blanco, esto era clave para evitar que se repita la fuga de votos que tuvieron en 2019 en el balotaje. El nacionalista está convencido que lo obtenido en octubre será el “piso” de noviembre porque la coalición está consolidada y prueba de ello es que este lunes ya se reunirán todos mientras los equipos técnicos comienzan a delinear el nuevo Compromiso por el país.

Al armar cómo sería su noche, Delgado había definido que hablaría solo en la plaza Varela junto a todos los socios de la coalición. Fue caminando rodeado de micrófonos y cámaras evitando dar mensajes específicos. Había preparado junto a sus asesores un “esqueleto de discurso” con modificaciones para tres escenarios: mayoría de la coalición en alguna (o las dos) cámaras, paridad en el Parlamento y mayoría parlamentaria para el FA.

Finalmente, el nacionalista debió ir por el segundo, ya que cuando habló aún no estaba definido si el FA tenía mayoría en el Senado sin importar quién ganara la vicepresidencia, algo que se confirmó en la madrugada.

Foto de unidad

En la plaza con los socios, entre melodías de Tan Biónica, el nacionalista presentó la nueva estética de la campaña, que tiene su cara y el mensaje de presidente. A su vez, habla de “gobierno de coalición 2030” en referencia al año en que terminaría el mandato.

En su discurso, el candidato anunció que a partir de la noche se “despojaba” del Partido Nacional para pasar a ser el representante de toda la coalición y pidió a todos llevar la bandera uruguaya como símbolo.

Habló de un gobierno de “esperanza nacional”, dijo que no eran un proyecto político “excluyente” y pidió a todos “renovar la confianza” en la coalición. “Le vamos a pedir a la gente que no nos votó hoy que nos dé la oportunidad”, señaló y subrayó que a partir de ahora la ciudadanía debía “comparar”.

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Aunque en caso de acceder al gobierno no tendrá mayoría en ninguna cámara –Gustavo Salle y su Identidad Soberana serán la llave en Diputados– Delgado aseguró que la coalición era la única que le podía “asegurar gobernabilidad a Uruguay”.

"Se votan dos presidentes. Yo me siento preparado, y la gente va a comparar quien está pronto, y quien tiene credibilidad para mirarla a los ojos y decirle la verdad. Los uruguayos nos sentimos todos en el mismo barco, y los uruguayos tienen que decidir quienes manejan ese barco", continuó para despedirse citando a Jorge Larrañaga al decir que había “orden de no aflojar”, mientras la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, aplaudía, sonreía y repetía que estaba “muy contenta” con la votación que habían obtenido.

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