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¡Ay, Diego! Entre Gary y Xisco te hicieron explotar la hoja de ruta

El fútbol de la izquierda, la intención ofensiva con tres delanteros y los arranque del Cebolla, terminaron sepultados por los escombros de las detonaciones que hicieron el zaguero y el delantero
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20 de agosto de 2020 a las 05:00

Minutos 66. La acción se desarrolla en el arco de Deportivo Maldonado. El golero Danilo Lerda vencido, después de dejar rebote en una pelota quieta. El 9 rival de cara a la red. La jugada es rápida, la pelota más. Xisco le pega de primera, la manda a la tribuna, y se esconde entre las manos que tapan su rostro, que quieren olvidar el momento. Diego Forlán no lo puede creer. Mucho menos Formiliano, que venía atrás del español para pegarle de zurda, y se vuelve corriendo a su cancha también con las manos en la cabeza.

Minuto 75. Gary Kagelmacher se confía. Se mueve con una lentitud pasmosa con el balón, con media cancha deshabitada y la otra mitad poblada con 20 jugadores. Deportivo Maldonado recurre a la táctica de los equipos chicos, acciona su plan, presiona sobre el zaguero de Peñarol, que evita desprenderse rápidamente del balón y asume los riesgos de la situación. Como pocas veces, falla y la corrida de los delanteros termina en gol de Maximiliano Cantera y el principio del fin para el triunfo de los fernandinos, y telón para un partido que termina dejando una mancha en el Peñarol de Diego Forlán.

El fútbol de los aurinegros no estaba para andar brindado esos hándicaps frente al último de la tabla, ante uno de los dos equipos que aún no había ganado y que volvió a Primera división después de 16 años.

Cualquier adversidad para Peñarol en estos días, adquiere una intensidad peligrosa, incrementa las dudas, multiplica la incertidumbre y genera nerviosismo, incluso con la ventaja que brinda el fútbol sin hinchas en las tribunas, porque en tiempos de construcción, como el que está Forlán, el efecto de los fieles impacta de otra forma.

Peñarol necesitaba seguir reforzando su recorrido en el torneo con confirmaciones. La victoria era el único elemento multiplicador de los puntos altos de su equipo.

Cuando Forlán paró a los 11 en Maldonado con cinco cambios, por la rotación que exige la seguidilla de partidos, plantó incertidumbre. Obligado por las circunstancias tenía que mover al equipo, pero, ¿hasta dónde? ¿Puede darse el lujo de prescindir de Facundo Pellistri? ¿O de Krisztián Vadócz? A juzgar por lo visto, no. Necesita de Pellistri, y de Vadócz, al menos mientras no esté Gargano.

De todas formas, el Peñarol que viajó a Maldonado volvió a mostrar algunos elementos que le permiten a Forlán creer que tiene en qué confiar.

Algunos elementos le hacen creer. El potencial del sector izquierdo del equipo, el vuelo que le puede brindar el mediocampo y las variantes ofensivas de Britos y Terans. Sin embargo, todo sigue necesitando de un nexo, de un hilo conductor para ese fútbol que no lo tiene.

Joaquín Piquerez confirmó este miércoles que tiene una capacidad futbolística que en estos momentos sobresale al resto, pero juega solo, y se repite todo el partido en lo mismo: desborde y centro, desborde y centro, desborde y centro.

En una charla con Carlos Favier Soca, el exfutbolista campeón con Nacional y Peñarol, explicó que si a su carrera le hubiera adosado el plus de la diagonal hacia el área, todo hubiera sido diferente.

El lateral de Peñarol se cansó de levantar centros, y los defensas de Deportivo Maldonado, rechazar. Cuando eso sucede, se debilita la capacidad ofensiva de un equipo, porque se desmoralizan los futbolistas, y se fortalece la de los rivales que se agrandan ante la seguridad para rechazar todo lo que llega al área.

Cebolla Rodríguez se asoció con Piquerez para potenciar la capacidad física y futbolística del defensa. Se prendió en la propuesta y estuvo cerca de convertir con un remate en el primer tiempo, que se fue afuera.

Terans y Britos le dieron variantes al ataque, pero el juego de Peñarol terminó en el lugar de siempre, sin lucidez, brillantez y, lo más importante, sin la efectividad que se necesita para ganar.

Con el gol que falló Xisco y el error de Kagelmacher se derrumbó el equipo a Forlán, que se quedó sin reacción, el técnico sin alternativas para generar un revulsivo y el regreso desde Maldonado fue un calvario.

Hace las veces de calvario porque el torneo plantea exigencias a las que los aurinegros no responden y ganar menos del 50% de los puntos disputados (8 en 18) para un equipo grande, en cualquier circunstancia (incluso en las que ese está jugando por la suspensión del torneo por la pandemia) es una carga muy pesada y que solo podrán equilibrar los triunfos.

La irregularidad de la competencia local, potenciada por un calendario de fútbol alterado por la pandemia (el líder solo ganó 67% de los puntos), es el bálsamo que tiene Peñarol para sobrellevar este proceso de maduración del equipo de Forlán, con la presión de no cometer errores como el de Kagelmacher o el de Xisco, y de volver a enfocarse en esos aspectos positivos que deberían servir como motor para poner a este equipo en el lugar de tiene que tener como protagonista.

Tiene plantel. Tiene variantes. Tiene figuras. Tiene capacidad para estar bien arriba en la tabla. Recupera a Gargano. Tiene todo, solo le falta que prenda el equipo de Forlán y le puedan brindar razones al hincha para seguir creyendo.

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