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"Compañía de Rastreadores": los héroes anónimos del MSP que tienen el covid-19 a raya

La cartera cuenta con 84 rastreadores epidemiológicos en todo el país y sumará 10 más en la próxima semana; los científicos que asesoran al gobierno destacaron su labor este jueves
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08 de noviembre de 2020 a las 05:00

El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, los llama la “Compañía de Rastreadores”. Entre ellos a veces bromean con ser los “caza covid”. No dan conferencias de prensa ni son entrevistados en el informativo central pero su trabajo, que trasciende los horarios, es clave para que Uruguay siga con el control de la pandemia: no dejan que al covid-19 se le pierda el rastro, terminan con los brotes en pocas semanas y evitan que se den grandes redes de contagios.

Estos trabajadores epidemiológicos son la primera barrera frente a la enfermedad. Luego, si el virus se propaga, llega a los más vulnerables y aumentan las ocupaciones de camas hospitalarias, no hay mucho más que hacer. La clave está en aislar y testear a los infectados, al principio. Y de eso se encargan los rastreadores.

Su trabajo diario se trata de hacer llamadas y llamadas para ubicar a los contactos de los infectados, pedirles que se aíslen y coordinar el hisopado. Son los que estudian el origen de los brotes, vinculan los casos y esbozan las cadenas de transmisión del virus. Son los que siguen de cerca a los extranjeros que llegan del exterior y velan porque cumplan  la debida cuarentena para que no generen nuevos brotes. 

Antes de que la epidemia llegara al país, en Uruguay había 24 de estos trabajadores: seis en Montevideo y uno por cada uno de los 18 departamentos del interior. Ahora hay 84 en total. Y la semana que viene se sumarán 10 rastreadores más, según informó Salinas a El Observador. En total, habrá casi 100 personas para impedir la propagación del virus desde la primera línea.

De los 60 rastreadores que contrató el Ministerio de Salud Pública (MSP) en los últimos meses, 25 están en Montevideo. Y el resto se han repartido entre los diferentes departamentos del país. 

En Rivera, por ejemplo, hay seis trabajadores epidemiológicos en la actualidad. Al comienzo de la epidemia ya había dos, se sumaron dos en agosto y otros dos en octubre. Desde el MSP entienden que ese departamento siempre tiene que estar cubierto porque la transmisión del virus en la ciudad fronteriza es continua.

En Canelones también hay seis funcionarios para la tarea, sumado al propio director departamental de Salud, Wilson Pérez, que, según contó, da una mano en sus ratos libres y ayuda en el rastreo de los contactos. En Salto son siete y tienen la posibilidad de agregar alguno más con la colaboración de los prestadores locales. En Colonia hay dos. Y en Maldonado ahora hay cuatro luego de que en esta última semana incorporaran a una nueva trabajadora.

El rastreo de los contactos en el interior del país tiene, además, a dos personas que encabezan el equipo epidemiológico a nivel nacional: la directora general de Coordinación de la cartera, Karina Rando, y su asesora epidemiológica, Silvia Guerra. Las dos han recorrido kilómetros y kilómetros para apoyar a las direcciones departamentales de salud en su trabajo.

El Grupo Asesor Científico Honorario (GACH) destacó este jueves en conferencia de prensa el trabajo de estas decenas de personas en todos los departamentos del país. El matemático Fernando Paganini fue categórico: hoy es más importante contar cuántos de estos rastreadores hay que cuántas camas de CTI tienen los centros de salud.

“Un indicador de control es en qué medida la tarea de rastreo y aislamiento está dentro de sus capacidades. Es una tarea muy demandante. Es diferente si estoy dentro del umbral que me permite seguir caso a caso y encontrar casi todos los brotes, o si en cambio, estoy desbordado de capacidad. Si ese umbral se traspasa, se pasa a una circulación comunitaria del virus sin seguimiento y ahí el peligro de descontrol es mucho mayor”, explicó Paganini. 

“Lo que aprendimos en estos meses es que el umbral de rastreo es un mejor criterio que el otro límite que usábamos al principio que era el umbral de no desbordar los CTI. Lo que hemos aprendido es que si uno mantiene los casos dentro del nivel de rastreo, la epidemia se controla y el desborde sobre el sistema sanitario es moderado”, agregó el matemático. 

¿Cuántos casos tienen que haber para perder el control? 

En epidemiología, ninguna cifra parece ser del todo precisa. Los vaivenes de la pandemia hacen que nada sea muy rígido y haya más matices que exactitudes. Por eso, ningún especialista se anima a decir públicamente cuál es el número de infectados diarios que tiene que tener Uruguay para que pierda el control del virus. 

Paganini, en una entrevista con El Observador, había dicho que si el país registraba un número de casos diarios de “tres cifras”, de forma sostenida, los expertos estarían “muy preocupados” porque “eso pondría a prueba seriamente la capacidad de rastreo”. Pero eso lo dijo en agosto y en estos últimos meses el MSP fue incorporando más trabajadores para el control epidemiológico, lo que hace que la ecuación cambie un poco.

Además, contemplar una cifra única de infectados es complejo porque depende de la cantidad de contactos que esos positivos hayan tenido. Pueden haber 100 infectados que solo hayan generado un solo contacto cada uno. Y pueden haber 50 infectados pero con 30 contactos estrechos cada uno. Aunque serían menos casos confirmados, este último panorama es más dificultoso.

Esto también depende de que los contagiados conozcan a las personas con las que estuvieron. Las fiestas clandestinas son muy temidas por las autoridades por esa misma razón: un joven que sale a bailar va a estar en contacto –y puede contagiar– a personas que no conoce. Si se confirma que ese joven es positivo, los trabajadores del MSP no van a poder localizar, aislar y testear a los otros posibles infectados que participaron del evento junto con él.

Por eso los expertos insistieron este jueves en conferencia de prensa con que los ciudadanos, en la medida de lo posible, se mantengan en una misma “burbuja social”. Eso hace que, aunque uno se termine infectando, tenga claro cuáles son sus contactos estrechos y el trabajo de rastreo sea más rápido y preciso.

Rafael Radi, uno de los líderes del GACH, puso un ejemplo. “Quizás no tengo que ver a cuatro grupos de amigos el mismo día, capaz es mejor ver a uno solo. No me baja tanto la calidad de vida y mejoro la capacidad de rastreo”, señaló. 

Desde el MSP aseguran que por cada caso nuevo que detectan, logran aislar rápidamente a un promedio de 25 contactos por infectado. Además entienden que el aumento de casos registrados en las últimas semanas se debe, en parte, a la “búsqueda activa” que están realizando desde la cartera y a la gran capacidad de rastreo con la que cuentan. 

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