Fútbol > ENTREVISTA A JORGE CONTRERAS

"Me faltan 15 minutos de partido y los tengo que ganar"

El exarquero de Racing se recupera tras una operación de un tumor, recibió apoyo de todos lados y Luis Suárez lo despertó a las 4 de la madrugada
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14 de abril de 2018 a las 05:00

Dos meses después de su operación de un tumor en el recto, el exgolero Jorge Contreras (de 46 años, quien jugó entre 1992 y 2016) recibió la biopsia que esperó con ansiedad y en la que le explicaron que no quedaron secuelas, lo que le devolvió la alegría. En su casa del Cerro, el Loco recibió a Referí y habló de su presente y de cómo vivió aquellos días.

¿Cómo la lleva?

Bien, un poco extrañando la actividad que uno siempre estuvo moviéndose mucho en el deporte, ahora respetando la salud, estando quieto, me pone ansioso. Pero hay que respetar a la salud que está primero.

Hay que ganarle a la ansiedad.

Sí, hay que ganarle. Ya le gané a muchas cosas y la ansiedad no me puede superar.

¿Cómo son sus días?

Ahora trato de estar más en movimiento, de salir un poco más, de caminar, de hacer algo acá en casa, de llevar a mi hijo a las prácticas que hacía tiempo que no lo llevaba. Trato de matar el tiempo en eso.

¿Se puede decir que la operación fue un éxito?

Sí, fue un espectáculo. Gracias a Dios y la virgen, fue un éxito todo y estoy contento. Le quiero agradecer a los cirujanos Marcelo Laurini y Marcelo Viola y a todo el personal de enfermería de la Médica Uruguaya por la buena atención.

Tuvo noticias hace poco de que viene bien el tema.

Sí, estaba ansioso por el resultado de la biopsia y hace unos días nos dieron el mismo que fue muy emocionante para toda la familia. No hay resto de tumor ni de ganglios y eso me dio una gran alegría. Ya queda un pasito nomás.

¿Cómo fue que surgió esa enfermedad?

Todos sabemos que muchas veces esto aparece por estrés, muchos problemas familiares. Pero yo me dejé estar un poco porque mis hermanos me decían que fuera al médico y yo no iba. Entrenando con los arqueros de las juveniles de Racing, tuve que sentir molestias para ir al médico. Uno cree que no es nada porque hizo toda la vida deporte y piensa "a mí no me puede pasar nada", pero me tocó a mí. Fui al médico y luego de los estudios, me salió un tumor en el recto del colon. Se me vino el mundo abajo.

Sí, como a cualquier ser humano. Porque además de procesarlo, el tener que transmitírselo a sus hijos, nietos, su esposa, debe ser muy complicado.

Cuando me hicieron el estudio y me dijeron que tenía un tumor importante de 10 cm, no sabía dónde meterme y mi familia menos. Estaban todos en el pasillo, mi familia y amigos y cuando le conté esta noticia, quedaron todos shockeados. Traté de llevarla lo más tranquilo posible. Al otro día tuve cirujano y cuando me dijo que tenía que hacer radio y quimio, fue otro golpe también. Nadie está libre de nada, pero no esperaba tener un tumor porque siempre fui sano. Tuve que meter mucha cabeza para salir adelante.

¿Durante cuánto tiempo se hizo radio y quimio?

Durante cinco semanas y al mismo tiempo, porque había que achicar el tumor. Me dijeron que en la segunda semana ya no iba a tener síntomas, a la tercera, los médicos me decían que no podían creer el buen estado en que estaba a pesar de que estaban bombardeándome, porque me tiraban bombas por todos lados con radio y quimio todas juntas. Yo entraba a hacerme radio a las risas y jodiendo, y los médicos me decían que no podían creer cómo lo estaba asimilando. Había otros pacientes que me reconocían y me pedían fotos, pero también me daban voz de aliento y eso también me fortaleció mucho.

¿El tumor se achicó como esperaban los médicos?

Claro. Lo que pasa es que se había manejado que si no me hacía radio ni quimio, me tenían que vaciar todo. Y gracias a Dios, con el paso de los días, se notaba que el tumor se achicaba. Ese era el objetivo para que ellos tuvieran un margen para poder unir en la operación. Yo tenía 10 cm y se tenía que achicar a 1 cm. Fue fundamental para que pudieran trabajar bien y unir todo. Fue una operación complicada que duró casi ocho horas.

¿Y después?

Fue un éxito todo. El primer día tenía entre 30 y 40 personas visitándome y los médicos me decían "está todo bien Loco Contreras, sos una persona pública, te quiere todo el mundo, pero tenés que descansar". Me sentía con ganas de atender a todo el mundo porque soy una persona muy agradecida. Pero al otro día de la operación, empecé a tener complicaciones con retención de líquidos, pero pude salir adelante.

Cuando fue al médico, jamás pensó que le iban a decir que tenía esa enfermedad.

No. En realidad, siempre le dije a mis hermanos y mis amigos, los síntomas que tenía era como si fueran hemorroides. Pensaba que era eso. Cuando me llegó el estudio fundamental y me dijeron del tumor, se me vino el mundo abajo porque no lo podía creer.

¿Qué siente un ser humano cuando se le viene el mundo abajo como dice usted?

Cuando me dijeron lo del tumor me sentí contenido porque estaba toda mi familia afuera y si bien estaba en otra, la llevé con carpeta. Al otro día sí fue más complicado cuando me dijeron que tenía que hacer radio y quimio. Salí y estaban mi señora y mis hijos y me nublé el doble. No sabía si tirarme de la escalera para abajo, si hacer una locura. No sabía cómo iba a afrontar la situación desde ahí hacia adelante. Traté de pensar en mis viejos que están allá arriba, toda mi familia y mis hijos. Me dolía mucho ver a mi hijo Gonzalito llorando y a mi hija ni hablar. Traté de meter cabeza y acá estoy.

Gonzalito le preguntó si se iba a morir...

Sí. Hoy está pasando un tema complicado. Estuvo unos cuántos días sin verme porque al principio yo no quería que me viera. Cuando fue, igual quedó reshockeado y lo único que hacía era llorar. Hasta hace dos semanas en el cumpleaños de un compañerito de baby fútbol le decía a sus amigos: "Mi papito se va a ir al cielo". Yo lo llevé al cuarto y le hablé bastante, le dije que se quedara tranquilo, que no pasaba nada. Y me dijo: "Pero si vos te morís, ¿qué hago yo?". Ahí me partió al medio. Después me vio cambiándome el ano contra natura y hasta ahora me pregunta: "Papito, ¿cuándo te van a sacar el grano?", porque él lo llama así. Quiere saber cuándo voy a estar bien para llevarlo a pasear y eso también te fortalece.

Jorge Contreras
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Hablando de fortaleza, en un momento así hay que estar muy fuerte de la cabeza.

Sí, es fundamental. A mí me pasaron muchas cosas. Todo el mundo me dice "con todas las cosas que te pasaron, si le hubiera pasado a otra persona, tira la toalla". Pero yo fui una persona de no tirar nunca la toalla. Pero yo pasé por mucho en los últimos tiempos antes de la enfermedad, capaz que ya la tenía, pero me retiraron del fútbol y eso me angustió mal, me partió al medio. Luego de eso, falleció mi vieja, otro golpe más. Después se enfermó mi viejo, me enfermé yo. Yo le daba para adelante a mi viejo. Yo le decía: "Papá, si vos no salís adelante, yo no puedo salir adelante, yo te preciso a vos". Porque mi padre era un compañero, un referente, un Obdulio Varela era para mí. Me acompañaba a todas las canchas. Nunca pensé que mi padre se iba a ir... (Se emociona mucho). Entonces lo perdí y él era todo para mí. Y ahí tuve que afrontar lo mío con radio, quimio, con todo, darle para adelante, y ya me ponían un cañón adelante y lo iba a dar vuelta. Y estaba convencido de eso. Y esto de mi enfermedad está quedando como una anécdota porque gracias a Dios tuve buenas noticias con la biopsia. Ahora me queda menos, me quedan 15 minutos de partido que los tengo que ganar.

Usted es una persona muy querida y recibió apoyo de varios clubes. ¿Lo ayudaron también económicamente?

Cuando supe de mi enfermedad, tratamos de dejarlo en la familia. Pero apareció Líber Quiñones que es como un hermano y fue el primero que vino acá a casa y me dijo que abriera una cuenta. Yo le dije que no y mi mujer me insistió. Racing entró con la pancarta y se supo todo. El celular se me prendió fuego del cariño que me brindaron todos. Hubo gente que hizo eventos con un sacrificio bárbaro como el club que jugamos con mi papá, El Uruguayito, también en Racing, otro en Parque del Plata, en el Tróccoli. Después, el Chino Recoba, el Tony Pacheco y Andrés Fleurquin me brindaron mucho cariño y me ayudaron en lo económico. Con eso fui aliviando las cuentas con el tema médico. Eso es impagable.

Es impresionante la gente que se sumó a ayudarlo. Algo debe haber sembrado.

Si me pongo a agradecer y a nombrar gente, no me van a dar los días. No me quiero olvidar de Paco Casal y del Tano Gutiérrez. Yo pensaba: "¿Por qué no se me habrán cruzado cuando estaba en mi mejor momento deportivo?". Pero los tipos se me cruzaron en un momento de mi vida muy importante con mi enfermedad. Cuando el Tano me llamó para reunirse conmigo, me ofreció todo tipo de soluciones para ir al exterior a una clínica. Me pidió el historial clínico, se lo llevó a San Pablo. Y yo pensaba: "¡Pah! Esto es increíble". Me dijo que me quería ayudar y yo le dije que no, porque no me gusta. Yo soy así. Pero la terminó rematando cuando a los dos días me dijo: "Te voy a llevar a trabajar conmigo". Yo me le reí. Y me dijo: "Te estoy hablando en serio". Y terminé trabajando de comentarista deportivo, algo nuevo para mí, pero es comentar algo que hice toda la vida. Paco también me llamó dos o tres veces para ofrecerse en lo que fuera. Para mí eso es muy importante.

La Mutual, ¿colaboró con algo?

Sí, me llamaron el Quique Saravia y el Coco Benia y me preguntaron en qué podían ayudarme. Y yo les dije que no, pero insistieron y al final, estuvieron unos meses pagándome las facturas de la casa. Eso fue hasta que surgió todo el problema en la Mutual.

De todos los mensajes que recibió del mundo, ¿cuál fue el que más le llegó?

El mínimo mensaje fue reimportante para mí. Pero una vez, a las cuatro y media de la mañana, me llegó un mensaje que me despertó. Tengo un amigo que jugaba al fútbol conmigo en el barrio que se llama Luis Suárez. Y el mensaje tenía ese nombre. Pero vi la foto y era Luis Suárez, pero el de Barcelona. Me mandó un audio que me partió. "¡Pah! ¡Qué increíble pensé!". Me ericé todo. Incluso hasta hora estamos en contacto. El otro día me envió un audio y me dijo: "Loco, disculpame, lo que pasa es que dejo el celular ahí y a veces no lo reviso". Se alegró que estuviera saliendo adelante y se puso a las órdenes. Eso es impagable. Un monstruo de esos que te mande un audio, fue tremendo. Me despertó y ya me levanté a prepararme el mate a esa hora. Me comía los niños crudos (se ríe). También me llamó Juan Pedro Damiani y me dijo que si tenía que ir a una clínica en el exterior, que él estaba a disposición. Gregorio Pérez me llamó de Colombia. Con todo ese apoyo yo pensaba "Vamo' arriba. Me doy contra las paredes".

¿Cuál es el mensaje que le queda?

Que hay que ser buena persona antes que nada, hacerse querer, hacer amigos. En la vida hay que ser buena gente, más en el ambiente del fútbol que es chiquito y se sabe todo. Si sos mala gente, es obvio que no vas a tener el cariño de nadie. Siendo buena persona, se te abren muchas puertas. Siempre fui una persona de remarla. Capaz que como yo hay muchos. Con 10 años teníamos vacas y caballos, vendíamos leche en un carro, torta fritas y pasteles los días de partido en el Tróccoli. En 1994 que fui un poco conocido en Uruguay Montevideo, pesitos que cobraba que no eran muchos, los guardaba porque mi objetivo era mi casa. Nunca pensaba en un auto. Hoy se la puedo dejar a mis hijos. Hice todo para hacer una diferencia económica en los 24 años de fútbol, pero no lo conseguí. Jugué una gran Copa Libertadores y pensé: "Es ahora". Pero no se me dio el salto. A veces lo consultaba con la almohada: "Estoy haciendo todo para pegar el salto, ya no me queda más nada para hacer". Pero no llegó esa diferencia económica.

¿La plata hace la felicidad?

No hace la felicidad, pero ayuda. Prefiero ser feliz con mis hijos, tener mi techo, comer un refuerzo de dulce de leche o una torta frita con un mate, pero ser feliz. Obvio que la plata ayuda, porque si no tenés para pagar tus cuentas, te preocupa. Pero eso es mínimo.

Su enfermedad, ¿le cambió algo de lo que pensaba de la vida?

Sigo siendo el mismo. Nunca pensé en que iba a tener esta enfermedad y pasar por todo lo que pasé, porque pasé por etapas muy duras. No me quedaban lugares en los brazos para pincharme. Había días que estaba destrozado, pero me levantaba y me iba a hacer el radio. Estaba convencido que tenía que salir adelante.

Más allá de que todo es muy reciente, por el hecho de ser conocido, ¿en algún momento le pidieron que diera alguna charla para gente que de repente no está bien?

Dos o tres personas me lo han dicho, porque me decían que soy un ejemplo por cómo vencí esto. Yo soy una persona de ayudar mucho. Cuando jugaba en Racing, había un botija en Parque del Plata, Cristian, sin que nadie supiera, cuando vi en la televisión su tema, fui solo hasta la casa. Golpee las manos y me atendieron en su casa. El botija era impresionante la felicidad que tenía cuando me vio, porque toda la familia es de Racing y yo le llevé la camiseta. Y así lo hice en varios lugares. Y si ahora tengo que ir a la luna para dar una charla para ayudar a la gente, lo hago.

Y capaz que le hace bien a usted también el poder expresarlo.

Sin duda. Y otra cosa: cuando salió la bomba de mi tema, antes de mi operación, me llegaron versiones de que yo me estaba muriendo. Al principio estaba un poco shockeado. Me daba cosa salir, pero ahora lo hago sin problemas. Estoy fuerte, como un roble y quiero demostrarle a la gente que estoy bien. Antes de operarme había 30 jugadores de todos los equipos acá en casa. Yo me sentía fuerte como un búfalo. Lo de la gente de Fénix, rival eterno de Racing donde jugaba yo, fue espectacular. Me llamó un hincha y vino a casa con la camiseta de Fénix. Hizo una movida en el club, me hizo pasar por toda la hinchada de Fénix de ida y vuelta haciendo una colecta para mí. Yo le decía: "Me van a matar acá". "Vení conmigo", me dijo. Y me daban para adelante. Una viejita me dijo: "Si te habré relajado, m'hijo". Y me hicieron llorar. Más allá de la rivalidad de Racing y Fénix, este tema estaba por fuera. Me brindaron un cariño que me fui del Capurro que parecía que valía US$ 5 millones.

Su pasión por el fútbol lo llevó a jugar incluso estando enfermo.

Estuve jugando en el cuadro de barrio que se llama 21 de Noviembre que juega en Piedras Blancas. Salí goleador con 37 goles. Nadie sabía y yo estaba enfermo. Un día un pibe me ofreció un vaso de cerveza y le dije: "No, no tomo. Aparte estoy enfermo y me tengo que operar". Y no me creía. Después me fui a jugar fútbol playa con Racing y dos días antes de la operación, jugué el último partido. Me sentía quizás un poco cansado, pero nada más. Jugaba en el medio. Me enojé con Capurro que hacía de técnico porque no me daba muchos minutos. Al partido siguiente, me puso varios minutos y hasta yo le pedí cambio. No me daban las gambas por la arena tan pesada, no me podía sacar a un tipo de arriba. Me decían: "Vos sos loco de verdad. Te estás por operar y estás jugando acá".

Usted tiene varias vírgenes en su casa. ¿Es creyente o las tiene para que lo acompañen?

Soy creyente. No soy de ir a la iglesia, pero me refugio mucho en las vírgenes o santos. La virgen de Lourdes, San Expedito, el padre Pío, San Conito. Siempre en el fútbol estuve con una virgen o un santo. Todos los 11 voy a la virgen de Lourdes. Cuando tengo algún estudio o algo que pedir, las pongo todas ahí, le pongo velitas con mi hijo, nos arrodillamos y le pedimos. Eso también me da mucha fuerza y mucha fe.

Desde el punto de vista económico, ¿sigue necesitando que lo ayuden? ¿Cómo hace para vivir?

Toda mi vida voy a estar agradecido a la cantidad de movimientos que se hicieron para ayudarme. Con eso fui pagando mis cuentas, mis médicos y tratamientos. Hoy estoy solventando todo con el sueldo que me dieron en Tenfield y lo que cobro por el BPS.

Todos los seres humanos sabemos que en algún momento nos vamos a morir. Más allá de que usted tiene una personalidad bárbara y siempre fue fuerte, ¿le tiene miedo a la muerte?

Sí. No le tengo miedo a nada, pero a la muerte sí. La operación fue todo un éxito y estaba feliz. Pero al otro día, con las retenciones de líquido, de orina y a las 2 de la mañana me tuvieron que hacer una tomografía para ver si tenía el intestino pegado, le dije a mi señora: "No aguanto más. Estoy cansado". Y era verdad, porque hacía tres días que no dormía ni comía. Cuando me llevaron en la camilla para hacerme la tomografía, dije para mí: "No aguanto". Cuando me metieron adentro del tubo, estaba decaído, los ojos los tenía para adentro. Cuando salí de la tomografía le dije eso a mi señora, que estaba cansado. No sé si iba a tirar la toalla. Después me dieron la noticia de que estaba todo bien. Pero ese día sí me asusté. Ese día dije: "Se me apaga la luz". Se te vienen muchas cosas a la cabeza, el tema de la familia. Y pensaba: "Yo no me puedo morir". Me había asustado y le tengo miedo a la muerte. Sin duda.

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