Washington Pereyra, capitán de la Guardia Republicana que dirigió hasta este año la Unidad Táctica de Negociadores de la policía, felicitó al personal de ese departamento que trabajó durante el copamiento en la joyería del centro este miércoles a la tarde donde el delincuente tomó como rehén a la dueña del local. Fueron nueve horas de tensión hasta que, sobre las dos de la madrugada, el hombre se entregó.
"Lo que haces por ti se desvanece cuando mueres. Lo que haces por el resto conforma tu legado", escribió Pereyra, quien por disposición de las autoridades actuales del Ministerio del Interior, encabezadas por Jorge Larrañaga, se desempeña ahora como funcionario de la Oficina de Supervisión de la Libertad Asistida (OSLA).
"Este es mi legado, haber creado la Unidad Táctica de Negociadores, instrumento puesto al servicio de la sociedad para salvar vidas. ¡Orgulloso de mis muchachos!", agregó Pereyra, quien tuvo a cargo –entre otras– las negociaciones del recordado copamiento a la peluquería Amor Mío, de Pocitos, en donde un hombre tomó a 14 rehenes durante cuatro horas, el 10 de enero de 2019.
July Zabaleta, quien durante la administración del ministro Eduardo Bonomi actuó como directora de la división Políticas de Género, también reconoció en su cuenta de Facebook el aporte del capitán al cuerpo especializado, fundado en 2014. "Felicitaciones al personal actuante y un gran reconocimiento a Washington Pereyra", publicó.
El equipo de negociadores se dirigió sobre las 17 de este miércoles a la calle Colonia, entre Javier Barrios Amorín y Vázquez, y trabajó en el lugar hasta que el hombre, con tres antecedentes penales, se entregó a las autoridades a la 1:40 de este jueves.
El delincuente, que se encontraba armado, quedó a disposición de la fiscal de Flagrancia, Adriana Costa, quien tomará declaración a la víctima primero y luego al indagado, además de solicitar pericias sobre el arma utilizada durante el copamiento.
Allegados al operativo comentaron a El Observador este miércoles que el hombre en todo momento mantuvo la calma. En una primera instancia, argumentó que la rapiña respondía a la necesidad de cubrir los costos del tratamiento de un hijo enfermo, pero luego cambió su versión.
Minutos antes de las 23, el delincuente apagó la luz del local y cerró las persianas. La última vez que se lo vio estaba con un pasamontañas oscuro y un pañuelo rojo en el cuello. Luego, a las 23:04, volvió a asomarse a la calle, esta vez desde el vidrio de la puerta del edificio de al lado; llevaba la mujer sujetada en el cuello, y a los pocos segundos volvió a esconderse.
Según Larrañaga –que se encontraba en el lugar junto con el jefe de Policía de Montevideo y el director nacional de la Policía– contribuyó a su rendición el hecho de difundir una fotografía suya, lo que generó "presión" por parte del entorno del delincuente. También aseguró que fue eso lo que llevó a que su abogado fuera hasta la escena, y lo convenciera de entregarse.
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