El presidente argentino Mauricio Macri promovió el debate pero siempre se mostró en contra del proyecto de ley de despenalización del aborto.

Opinión > OPINIÓN / NELSON FERNÁNDEZ

¿Podrá llegar el récord de completar todo el gobierno?

De la disyuntiva de "continuidad o cambio" a la de "seguir cambiando o volver atrás"
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18 de agosto de 2018 a las 05:00
En setiembre de 1922 el barco francés "Massilia" entró al Puerto de Montevideo con un pasajero que estaba a punto de concretar algo que no ha podido ser igualado: el argentino Marcelo Torcuato de Alvear había sido electo presidente de su país y días después se convertiría en el último caso de gobierno democrático y no peronista, que cumpliría su mandato entero.

Pasaron 90 años. Y nunca más.

Lo habían elegido en fórmula con Elpidio González, ambos de la Unión Civica Radical (UCR), pero Alvear vivía en París, por lo que el viaje a Buenos Aires tuvo escalas en Brasil y Uruguay, donde bajó para audiencias en su carácter de presidente electo.

Asumió el 12 de octubre de 1922 y al cumplir el período de seis años, el 12 de octubre de 1928 traspasó el mando a Hipólito Yrigoyen.

El sucesor sufrió un golpe de Estado y quedó José Félix Uriburu.

El régimen de facto hizo elecciones fraudulentas, en las que fue electo otro militar, Agustín Pedro Justo (1932-38), a quien siguió Roberto Marcelino Ortiz (Concordancia) y tras su muerte, asumió el vice Ramón Castillo, que fue derrocado por otro golpe militar.

El dictador Pedro Pablo Ramírez también cayó, y asumió el general Edelmiro Farrell (1944-46), en cuyo gabinete ministerial emergería la figura de Juan Domingo Perón.

Perón ganaría las elecciones de 1946 y las de 1951 pero su segundo período sería interrumpido por el golpe de 1955: comenzaba una dictadura cívico-militar liderada por el general Eduardo Lonardi, quien luego fue sucedido por Pedro Aramburu (1955-58).

Las siguientes elecciones las ganó Arturo Frondizi (UCR) pero su gobierno fue interrumpido por el golpe militar de marzo de 1962.

Tras gobierno de facto de José María Guido hubo elecciones en 1963 y ganó el radical Arturo Illia (UCR) que tampoco pudo terminar porque fue derrocado en junio de 1966 por militares liderados por el Comandante en Jefe del Ejército, Juan Carlos Onganía (1966-1970).

Después siguieron Roberto Levingston (1970-71) y Alejandro Lanusse (1971-1973).

En 1973 hubo elecciones, con proscriptos, y el peronismo volvió a ganar con Héctor Cámpora que renunció a los 49 días de asumir para que hubiera otra votación sin la proscripción de Perón.

El general Perón volvió a ganar y gobernó de 12 de octubre de 1973 al 1 de julio de 1974, cuando murió y fue sucedido por la vice, que era su esposa María Estela Martínez de Perón, la que fue derrocada el 24 de marzo de 1976 por el movimiento militar liderado por el Tte. Gral. Jorge Videla (1976-1981).

Luego siguieron otros dictadores: Roberto Viola (1981), Leopoldo Galtieri (1981-2) y Reynaldo Bignone (1982–1983).

La Unión Cívica Radical ganó las elecciones de la recuperación democrática con Raúl Alfonsín pero presionado por inflación muy alta y protestas en las calles, debió anticipar las elecciones y entregar el mando sin cumplir su período.

Otro peronista, Carlos Saúl Menem, logró dos períodos completos: 1989-1995 y 1995-1999.

La UCR junto a otros grupos creó "la Alianza" y ganó las elecciones de 1999, pero Fernando de la Rúa no pudo completar su período y renunció el 20 de diciembre de 2001.

El peronista Eduardo Duhalde completó aquel período hasta el 25 de mayo de 2003, cuando la elección presidencial dejó un balotaje entre dos peronistas: Ménem y Néstor Kirchner. El primero se bajó de la segunda vuelta y asumió Kirchner (2003-2007), sucedido por su esposa Cristina Fernández (2007-2011 y 2011-2015).

Mauricio Macri asumió el 10 de diciembre de 2015 y se someterá a las urnas en 2019.

El espejo argentino ha estado siempre ahí. Muchas veces como el mal ejemplo, muchas como el vecino desviado, como la imagen de lo que no hay que hacer.

Los períodos de gobierno de Uruguay son de cinco años, y los de Argentina son de cuatro años, lo que a veces genera coincidencia, como el año próximo cuando en ambos países se votará en octubre por un nuevo gobierno.

Habrán pasado 20 años de que eso no ocurriera.

En el Frente Amplio gana espacio la idea de revertir la imagen de elección presidencial, evitar que se refuerce la figura de "continuidad o cambio" para instalar la de "seguir cambiando o volver atrás".

Dirigentes que han analizado el último estudio de opinión pública, comprobaron que una mayoría importante está molesta con el gobierno, y que reclama acción, medidas, en definitiva, cambios.

Algunos estudios específicos sobre frentistas molestos con la coalición dejan en evidencia que la fuente de desilusión está en la forma de pararse ante problemas internos (como desvíos de camaradas) y el disgusto emerge por la inseguridad por delitos, y la inestabilidad de empleo.

Para la izquierda oriental, el espejo argentino es útil para la advertencia sobre los riesgos de "cambio", respecto a lo que puede pasar si el voto uruguayo se corre "a la derecha".

El Frente ensaya un discurso con este eje: ellos cambiaron, pero empeoraron; el Cambiemos de Macri muestra lo que puede ser un retorno a los partidos tradicionales, terminar pidiendo dinero al Fondo Monetario, perder beneficios sociales y derechos de los trabajadores...

¿Qué puede pasar en Argentina?

Como muestra la historia, en algunas épocas por militares y en otras, por peronistas, los gobiernos democráticos que no fueran del movimiento del General, no pueden completar un período desde aquel período 1922-1928.

Macri tiene un primer desafío: completar su período. Si lo hiciera, eso sería algo inusual.

Y tiene un objetivo: hacer un gobierno, que sea visto como merecedor de una segunda oportunidad. Tiene un mapa de obstáculos que proviene de una herencia demasiado pesada por enredos económicos, que al tratar de descomprimir desata malhumores y costo político alto. La Argentina se meterá en la mirada oriental en este nuevo tiempo que va desde ahora hasta el tiempo de las urnas, que desemboca en un octubre de 2019 con votaciones rioplatenses. Lo que pase allá tendrá su eco acá, y aunque no sea determinante, sí tiene incidencia.

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