El pasado sábado el deporte mundial tuvo un momento histórico: por primera vez un hombre corrió una maratón, 42,195 kilómetros, en un tiempo menor a las dos horas. El autor de la hazaña fue el keniata Eliud Kipchoge, cuyo nombre traspasó el ámbito del atletismo para pasar a ser una leyenda deportiva.
El tema, más allá del logro, fue que ni bien cruzó la meta en el circuito especialmente realizado en Viena, aparecieron cuestionamientos al logro realizado por el africano y los focos que generó más polémicas fueron los championes especialmente diseñados para el atleta.
La prueba estuvo enmarcada en medio del desafío de la patrocinadora del evento, la multinacional petroquímica británica Ineos, cuyo propietario es el multimillonario británico Jim Ratcliffe, que en los últimos meses ha hecho del deporte su nuevo campo de inversión.
La carrera, y por ende el récord de Kipchoge, no fue homologada por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) porque no cumplía con los requisitos de sus maratones.
Para situar al keniata en las mejores condiciones, el patrocinador no ha dejado nada al azar: tres meses y medio de preparación del trazado, un recorrido asfaltado para no presentar imperfecciones, una pista probada con un software de simulación, un día y un horario elegidos en función de que las condiciones meteorológicas fueran favorables (temperatura, tasa de humedad, calidad del aire)... Incluso la caída otoñal de las hojas de los árboles ha sido controlada de cerca.
Además, el africano corrió con 41 “liebres”, corredores que le iban marcando el paso, quienes entraron en distintos tramos de la competencia. Y un coche con un laser apuntando al piso, para marcar el tiempo, abría el camino al grupo de corredores.
De esa forma, el campeón olímpico de 34 años completó los 42,195 km en 1 hora 59 minutos 40 segundos, casi dos minutos menos que su récord del mundo (2h 01min 39seg), fijado en unas condiciones homologadas en Berlín el año pasado.
La hazaña de Kipchoge tuvo cuestionamientos: que fue un experimento, que contó con todas las condiciones favorables y eligieron el horario de la prueba, que las liebres entraban al circuito en cualquier momento de la carrera, y qué uso unos championes que lo favorecieron.
Kipchoge utilizó unos championes Nike AlphaFly de última generación y lanzados en el marco de la prueba.
El calzado fue estudiado y se confirmó que dan ventaja a los corredores. Según indicó La Nación, en base a esos informes, a ritmos altos dan diferencias de entre uno y dos minutos comparado con estudios realizados en modelos anteriores.
Eso se debe a la reactividad de los championes al tocar el suelo. Cuentan con una amortiguación con una suela segmentada, la cual incluye tres placas de fibra de carbono y cuatro cámaras llenas de líquido.
Se considera que la triple placa de fibra de carbono hace que se incremente la eficiencia de la carrera y se baje la fatiga muscular. El rendimiento es mejorado entre un 4% y 6%.
A simple vista, las zapatillas llaman la atención por lo alto de su suela.
Sin embargo, no están prohibidas. La IAAF, en el artículo 143.2 de su reglamento de competición, se refiere a los calzados de los deportistas. "Los atletas pueden competir con pies descalzos o con calzado en uno o los dos pies. El propósito de las zapatillas para competición es proporcionar protección y estabilidad a los pies y una firme adherencia sobre el suelo. Tales zapatillas, sin embargo, no deben estar construidas de tal modo que proporcionen a los atletas una ayuda o ventaja injusta. Cualquier tipo de zapatilla usado debe estar razonablemente al alcance de todos en el espíritu de la universalidad del atletismo", establece.
De todas formas, en el órgano rector del atletismo mundial entienden que dicho punto puede estar desfasado ante la constante evolución en los calzados. "Necesitamos actualizarnos en estos temas. Seguramente antes de que acabe el año haya una respuesta técnica, pero no sólo con estas zapatillas. Debemos ser cuidadosos", dijo al diario Marca de Madrid en agosto pasado, Sebastian Coe, presidente de la IAAF, quien en su época de deportista era un atleta Nike y cuando asumió en su cargo tuvo que renunciar al contrato por el que recibía 120.000 euros anuales como embajador de la firma.
También con ese medio habló del tema el maratonista español Jesús España, quien señaló que "el desgaste general es mucho menor". "Kipchoge terminó sobrado. Tuvimos la sensación de que podía haber corrido aún en menos tiempo y no llegó a meta con secuelas físicas propias de una carrera así", comentó el fondista que entiende que se debe “regular” al respecto.
“Una cosa es que se avance y otra es que no se haga en las mismas condiciones para todos, dado que en este caso lo primordial es el atleta y su superación, no la tecnología que le acompaña”, agregó, en una declaración que hizo recordar a lo que ocurrió con las mallas de natación que fueron prohibidas porque beneficiaban a quienes las usaban.
En medio del descanso y la recuperación tras su hito, Kipchoge salió a defenderse y habló con los medios. "Si tienes buenas zapatillas y no estás en forma, no puedes hacer nada. Al final, las zapatillas no son la respuesta; no te hacen correr rápido", explicó.
"No es como con un coche, que tienes dos tipos de combustible: un combustible que va muy rápido y otro combustible que es lento. Con los seres humanos, si no estás en forma mental y físicamente, no puedes hacer nada. Concentrémonos en el atleta real", agregó el maratonista quien fundamentó sus palabras con su esfuerzo en Viena.
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