Al Gore fue vicepresidente de los Estados Unidos durante las dos administraciones del presidente Bill Clinton (1993-2001). En 2000, Gore, candidato demócrata a la presidencia, perdió contra el
candidato republicano George W. Bush en una elección increíblemente pareja. Bush ganó gracias a una ventaja de tan sólo 537 votos en el Estado de Florida, cuyos 25 votos electorales resultaron decisivos en el Colegio Electoral. Después de 2001, Gore ha tenido más éxito como ambientalista que como político. Su libro de 2006 Una verdad inconveniente dio lugar ese mismo año a la película homónima, que ganó un Oscar en la categoría de documentales. Al Gore se convirtió en el principal profeta del catastrofismo climático, y en 2007 recibió el Premio Nobel de la Paz, compartido con el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el
Cambio Climático).
La película Una verdad inconveniente ha sido criticada por sus errores y exageraciones acerca de los efectos del calentamiento global, por ejemplo su afirmación de que el nivel del mar subirá hasta 6 metros (su ritmo de ascenso medido es de unos 20 cm por siglo) o su infundada afirmación de que el huracán Katrina fue debido a la emisión humana de CO2 y otros gases de efecto invernadero. El 10/10/2007 un juez de la Alta Corte de Justicia del Reino Unido dictaminó que esa película no podía ser exhibida en escuelas británicas sin una nota previa que señalara sus inexactitudes científicas y su sesgo político.
En 2007 Al Gore publicó un libro titulado
Atentado contra la Razón, donde sostuvo lo siguiente: "Muchos científicos están advirtiendo ahora que nos estamos acercando a varios 'puntos de inflexión' que –dentro de tan poco como diez años– podrían volver imposible para nosotros el evitar un daño irreversible a la habitabilidad del planeta para la civilización humana". A raíz de afirmaciones de este tipo de Al Gore sobre un muy cercano y peligroso 'punto de inflexión' en la temperatura global, el profesor J. Scott Armstrong, de la Universidad de Pennsylvania, desafió a Gore a una apuesta de US$ 10.000 sobre qué sucedería en los siguientes diez años con la temperatura global. Aunque Gore decidió no apostar, Armstrong encomendó al sitio
theclimatebet.com que hiciera un seguimiento sobre cómo habría resultado la apuesta.
Existía una dificultad importante: Al Gore (que no es un científico) no cuantificó su pronóstico sobre el 'punto de inflexión' irreversible. Sin embargo, se encontró una solución simple, basada en que en general Gore tendía a ser más alarmista que el IPCC. Por ejemplo, la predicción más pesimista del IPCC sobre el ascenso del nivel del mar en el siglo XXI era de casi 60 cm, diez veces menos que el pronóstico de Gore. Por lo tanto, se utilizó la proyección media del Tercer Informe del IPCC (de 2001) para representar la hipótesis catastrofista. La alternativa considerada en la apuesta fue la hipótesis de temperatura global constante a lo largo de los diez años. Si el catastrofismo perdiera la apuesta en esas condiciones, con mucha más razón la perdería en las condiciones de las predicciones más extremistas de Gore y del propio IPCC.
Dado que en 2017 terminó el período de diez años considerado, ya se pudo determinar el ganador de la apuesta.
Se tuvo en cuenta los datos satelitales de temperatura, bastante más representativos y confiables que las temperaturas medidas en la superficie terrestre. El criterio clave para evaluar las dos hipótesis en competencia fue el error absoluto acumulado. Con esa medida, muy razonable, la hipótesis de temperatura constante venció claramente a la hipótesis catastrofista, pues redujo los errores de pronóstico en un 12 %. En total se usaron ocho criterios diferentes de comparación: la hipótesis catastrofista perdió claramente según siete de los ocho criterios y obtuvo una ventaja pequeña según el criterio restante. En resumen: Armstrong habría vencido a Gore en "la apuesta del
clima".
Quizás Al Gore simplemente tenga mala suerte. Dado que muchos de sus discursos sobre el calentamiento global han sido acompañados por nevadas o temperaturas inusualmente frías, muchos hablan irónicamente del "efecto Gore", que ha agobiado también a muchas conferencias mundiales sobre el clima. Pero, dado que las políticas públicas hoy en boga para "salvar al mundo" han costado ya billones de dólares y costarían muchos billones más si se aplicaran estrictamente las recetas del ecologismo radical, parece que deberíamos basarnos en algo más sólido que el azar.
Termino repitiendo algo que escribí en mi primer artículo publicado en El Observador: la teoría del calentamiento global antropogénico catastrófico no se deduce de las leyes fundamentales de la física, sino que se apoya en modelos de computadora del clima,
modelos que describen mal el mundo real.
En general esos modelos (que se cuentan por decenas), contrastados con los datos reales de temperatura de los últimos 20 años, han fallado notablemente hasta
ahora.