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¿Quiénes son los encargados de diseñar la imagen del cine uruguayo?

De "Vértigo" a "Tiburón", hay afiches de películas que incluso superan la reputación de la obra principal; ¿qué sucede, en tanto, con los pósters del cine uruguayo?
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16 de noviembre de 2019 a las 05:01

Hielo por todas partes, una figura en las sombras y de su cabeza, un rayo de luz blanca: La cosa de otro mundo. Un triángulo negro en fondo blanco, una navaja, un ojo suelto, Alex: La naranja mecánica. La tipografía raquítica, el naranja de fondo, las siluetas cayendo en espiral: Vértigo. La mujer nadando y bajo ella, las mandíbulas del escualo más terrorífico de la historia: Tiburón.  

Es una muestra de cuatro y la lista podría seguir. Si a cualquiera de estos clásicos afiches del cine lo despojaran de sus textos, si solo quedaran las imágenes para hablar por su cuenta, la mayoría los reconocería al instante. Elija uno, el que sea, no importa cuál: todos lograron trascender su propia finalidad inicial –el marketing, la venta, ser el vehículo que lleva la película al público– y hoy son productos coleccionables, ítems de diseño que se cuelgan en las paredes y que funcionan como pequeñas obras satélites que se desprenden de la obra principal, pero que cargan con su propia esencia artística y estética.

El póster de Vértigo, de Alfred Hitchcock

El afiche viene con el cine de fábrica. Tiene que existir. ¿A alguien se le ocurre que una película pueda llegar a prescindir –por más tráiler, campaña en Instagram y spot televisivo que despliegue– de ese rectángulo promocional de papel brillante? No. A nadie. Al menos no a quien entienda que un cine, el cine como lugar, no es nada sin las películas, pero tampoco sin sus pósters. La identidad gráfica de una película puede que no sea lo primero que se le venga a la cabeza a un productor a la hora de planificar una película, pero es la carta con la que se presentará al mundo la obra. Y de hecho, muchas veces el póster termina precediendo la reputación de la propia película. Piensen, no sé, en Metrópolis de Fritz Lang. Si hacen una encuesta entre la cantidad de gente que vio la película y la que reconoce su afiche de manera automática, es probable que la segunda opción gane por una distancia de varios cuerpos.

Y así como la historia del cine se puede contar a través de sus afiches, también la del cine uruguayo. A casi veinte años de su “explosión creativa” –pongámosle, con el estreno de En la puta vida y 25 Watts un poco después–, la colección de diseños es más que interesante; hay ilustración, fotografías, imitaciones de pinturas, composiciones a partir de escenas de una película y varios estilos más que evidencian una evolución palpable. Hasta hace poco, uno de los mejores insumos para adentrarse en el mundo de los pósters autóctonos era el libro En cartel: 20 años del cine uruguayo en afiches, de Enrique Buchichio. Ya han pasado algunos años de su publicación y eso hace que en él falten trabajos recientes, pero de todas formas continúa funcionando para, por ejemplo, identificar algunos nombres que se repiten.

Uno de esos nombres es el de Ariel Seoane. Abocado al diseño gráfico independiente desde principios de la década de 1990, Seoane mira al cine nacional desde un lugar de privilegio: fue el encargado de darle forma a la identidad visual de muchas de las películas previas y posteriores al “boom” de los 2000. Su primer trabajo fue el diseño del afiche de Vida rápida (1992), un mediometraje del Grupo Hacedor, y a eso le siguieron varios títulos en los que trabajó dentro de la distribuidora ENEC y que hoy son clásicos nacionales: En la puta vida, Aparte, El viaje hacia el mar, El baño del papa, entre otros. 

Diseño: Ariel Seoane

Diseño: Ariel Seoane

“En esos primeros trabajos estábamos bastante restringidos, porque no había mucha cosa digital y teníamos que digitalizar fotogramas de la película, como en el caso de En la puta vida. Era una etapa en la que por un lado teníamos la complicación técnica de que la calidad y la cantidad de imágenes era muy limitada, pero por otro lado en ENEC teníamos la experiencia de trabajar en películas que venían de afuera y que muchas veces teníamos que volver a rehacer su material para adaptarlo”, cuenta Seoane, que desde hace un tiempo cambió el diseño en el cine por, entre otras cosas, el diseño de juegos de mesa para el exterior. 

Otro de los nombres que se repite y mucho en el libro de Buchichio es el de Luis Bellagamba. Y tiene sentido: el diseñador, que se dedica a esto desde mediados de la década de 1990, trabajó a la par de Control Z, la productora detrás de algunos de los títulos que abrieron la puerta del cine uruguayo al mundo. Bellagamba diseñó los afiches de 25 Watts, Whisky (aunque su famosa ilustración es una obra de Martín Verges Rilla), La perrera, Acné, Gigante, Hiroshima, 3, La demora, Tanta agua y varios títulos más. 

Diseño: Luis Bellagamba

Diseño: Luis Bellagamba; ilustración: Martín Verges Rilla

“Para poder hacer 25 Watts recurrieron a amigos que invertimos nuestro trabajo, se armó una cooperativa en base a la confianza que todos tuvimos en el proyecto. Control Z se fundó para la distribución de 25 Watts, yo había hecho el logo y el afiche, que funcionaron bien. Terminé haciendo el logo de Control Z, los afiches de todas sus películas con sus campañas gráficas de lanzamiento, también pressbooks, arte para set, diseño de créditos y de DVD en varias ocasiones”, recuerda.  

Como Seoane, Bellagamba cuenta que el problema en aquellas primeras películas era el material base. En 25 Watts, por ejemplo, tuvo que trabajar con imágenes extraídas de la película, que no eran precisamente de alta definición. “Apliqué la misma estrategia de los directores: usar la limitación como un recurso expresivo”.

Diseño: Luis Bellagamba

25 Watts tuvo dos afiches. El primero fue de expectativa, tenía sólo el isotipo y el logotipo. Para el segundo, la única premisa firme fue que aparecieran los tres protagonistas principales. Es una premisa muy común en los afiches de cine y en esos casos el desafío es presentarlos de alguna forma particular, que lo haga recordable”, dice. 

Diseño: Luis Bellagamba

Diseñar cine

Santiago Velazco y su socio Gabriel Pica son los fundadores del estudio de diseño Land, que funciona desde 2004. Aunque el abanico de sus trabajos es amplio y variado, ambos estuvieron involucrados en la gráfica de varios títulos del cine nacional reciente, entre ellos Mr Kaplan y La Redota. “Diseñar cine” es de las cosas que más disfrutan, pero saben que de vez en cuando tienen que buscarle la vuelta y romperse la cabeza para lograr resultados que estén a la altura de la película.

Diseño: Land

Diseño: Land

“Por lo general se habla con el director y con el equipo de producción, para ver si ya hay imágenes o tomas pensadas para usar como material gráfico. Y la realidad es que en general esas cuestiones no se prevén. Entonces ahí tenés que manejarte con imágenes de la película que muchas veces no tiene la resolución necesaria. Tenés que buscarle la vuelta”, explica.

“El trabajo más complicado, pero con el que quedamos muy conformes, fue Cachila (2008). Había mucho material desparejo, era difícil sacar algo. Terminamos yendo a una resolución gráfica de dibujo que tenía buen impacto, que salía de lo normal. Otro bien complicado fue La Redota, porque teníamos buen material fotográfico, pero el director tenía miles de ideas y por eso fue un proceso muy largo de edición y pruebas. Hay veces que te dan más libertad y otras hay un guion más claro. Vos ves el afiche pero nunca sabés realmente todo lo que pasó detrás”, agrega. 

Velazco y Pica también trabajaron en los afiches de los documentales Mundialito, Fraylandia y La intención del colibrí

Diseño: Land

Los tres diseñadores coinciden en que el espíritu del afiche en el cine, aún a pesar del acceso masivo a la información de una película que podemos tener a través de un celular, resiste. Permanece como algo que se reinventa y encuentra nuevos estilos para desarrollarse.

“El desarrollo de internet y las redes sociales han hecho más evidente la naturaleza del afiche, que es ser un engranaje de un sistema de promoción mucho más amplio. Aún así, por la inmediatez con que transmite información relevante, el afiche de cine sigue siendo un elemento fundamental de promoción”, dice Bellagamba, que entre sus últimos trabajos se encuentra el diseño del afiche del documental El gran viaje al país pequeño.

Diseño: Land

Seoane, en tanto, asegura que el afiche se mantiene inmerso en una cultura de apreciación, pero que de todas formas está siendo presa de sus propios esquemas y formatos. “Lo que sucede hoy es que se repiten fórmulas mecánicas. El afiche de Star Wars, de Aladín y de los X-men básicamente son iguales. En el cine uruguayo, supongo que por no estar tan atados a una cuestión tan mercantilista, se apunta más a algo creativo, a buscar una expresión de ese cine que en general es más de autor. La gente que se encarga de la producción está más metida en todas las etapas y en la búsqueda de algo que acompañe a la obra y no solo venda entradas”.

Diseño: Luis Bellagamba

En general, el diseño ha acompañado la profesionalización del cine nacional. Además, lo que menciona Seoane también lo afirma Velazco: hoy los encargados de una película saben que diseñar una buena identidad para la obra es algo tan importante como el resto del esquema de producción. “El nivel todavía es desparejo, pero al mismo tiempo hay gente que cada vez más le está prestando atención al diseño y sabe que es importante profesionalmente. Es algo que se cuida. Ya son varios los estudios de diseño que tienen el lujo de poder decir que hicieron el afiche de una película. Lo agregan en su portfolio porque es como una pequeña joyita tener uno. Al menos a mí me encanta”, concluye Velazco.

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