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¿Quiénes son los utileros de La Venganza de los Utileros?

Julián Aguiar y Christian Barranque se encargan de asistir a la murga en su espectáculo De Arriba un Rayo
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27 de febrero de 2020 a las 05:01

Es el último tablado de una noche fría, casi no parece febrero. La murga espera al costado del escenario y en el Molino del Galgo unas veinte personas aguardan por el último conjunto de la programación. Un niño se acerca al murguista y le da dos golpecitos a su capa. “¿Me firmás?”, le pide con los ojos entusiasmados mientras le acerca un retazo de papel estampado con autógrafos y una lapicera. 

Si carnaval es el reinado de Momo el murguista es como la personificación terrenal del dios carnavalero. Los niños quieren pintarse la cara como ellos, subir al tablado para cantar la retiradas y bailar dando volteretas con algún gorro prestado; mientras los grandes se dejan llevar durante algunos días por el encanto de las luces, la crítica y la purpurina. 

Pero la murga es más que el murguista. Debajo del escenario trabajan con la misma pasión técnicos y artistas que hacen posible que el espectáculo ruede cada noche.  

Juraron vendetta 

El Club Social y Deportivo Industria es la casa de La Venganza de los Utileros, de hecho es el lugar que los vio nacer. 

En el local sobre la calle Serrato, disputado entre los barrios Pérez Castellanos y Villa Española, ensayaba Cayó la Cabra para participar del Encuentro de Murga Joven. En ese mismo lugar un grupo de amigos paraba en la cantina. Una noche de concurso salieron dos camiones del Industria, uno con la murga y otro con los amigos devenidos en utileros amateur; pero a la vuelta llegó sólo uno. El camión con la utilería se rompió en el camino, la espera fue larga y los utileros empezaron a planificar la venganza. Cuando volvieron al Industria les gritaron a las cabras una advertencia: "Ya van a ver ustedes que nos dejaron tirados y se vinieron a comer y a tomar acá, se viene la venganza de los utileros”; recuerda Leandro Lacuesta, quien hoy es uno de los directores artísticos de la murga. 

El Club Social y Deportivo Industria es el local de ensayo de la murga

Lo que empezó como una broma del momento quedó dando vueltas en la cabeza de los aspirantes a murguistas. Unos meses después, mientras paraban en la esquina de Bruselas y Londres, la pregunta se hizo explícita: "¿Y si hacemos la murga de verdad y nos tiramos a Murga Joven?". El nombre ya lo tenían: La Venganza de los Utileros. 

Desde 2009 hasta 2014 la agrupación compitió en el ámbito de Murga Joven, pero en 2015 uno de sus integrantes olvidó hacer la inscripción del conjunto a tiempo. Lejos de desanimarse, decidieron apostar a más. En 2016 dieron el salto al carnaval mayor, superaron la prueba de admisión y pisaron el Teatro de Verano. Desde entonces se ha convertido en una de las murgas con mayor aceptación popular del concurso. 

La venganza y el utilero

A Christian Barranque todos lo conocen como “Pepe”. Su abuelo le decía así en alusión al humorista argentino José “Pepitito” Marrone y desde la infancia adoptó el apodo como primer nombre. Él era uno de los que estaba aquella noche en que juraron venganza y por varios años se subió al escenario con la murga, pero desde que el conjunto pasó a concursar en el carnaval mayor ocupa el puesto de utilero. “La murga tiene que crecer y las condiciones de uno no son para crecer, no puedo cantar nada”, reconoce Pepe mientras toma un vaso de fernet “para entrar en el ambiente de la noche de Carnaval”. 

Julián Aguiar trabaja como utilero de murga desde 1993. En ese entonces vivía frente al club de bochas Nueva Palmira y Curtidores de Hongos empezó a ensayar casi en la puerta de su casa, entonces decidió sumarse a la utilería del conjunto. Luego trabajó con la murga A Contramano y hace tres años que forma parte de La Venganza, como le dicen sus seguidores.

Los utileros miran el espectáculo desde abajo del escenario

“Uno es la venganza y el otro el utilero”, bromea Lacuesta. Es que Christian se considera un aprendiz y Julián no es celoso de su conocimiento. “Somos muy diferentes, totalmente diferentes en lo que se te ocurra, pero creo que eso es lo que nos lleva a estar juntos”, dice Christian y acota: “Julián es siempre compañero, siempre servicial, puede estar con la cabeza a mil pero él siempre te va a ayudar”.  

De barrio en barrio

En cuestión de horas cae la noche y el movimiento en el Club Industria se acelera. Donde solo había un par de parroquianos ahora hay hombres y mujeres pintándose las caras para salir a los tablados, un vaso de whisky espera sobre una mesa de plástico al lado de los zapatos de un murguista y la capa del vestuario cuelga de una percha contigua al pizarrón de la cantina que anuncia el menú del día. 

Una de las murguistas de La Venganza de los Utileros colgó su traje junto a la pizarra de la cantina del Club Industria mientras espera para salir

En medio de esta escena van y vienen los utileros. Cargan sobre los hombros instrumentos, vestuario para las partes del medio y cajas de utilería. Solamente el día en que se presentan en el Teatro de Verano suben al ómnibus los trajes y gorros de la retirada, para que los murguistas tengan algo menos de qué preocuparse.  

Julián tiene la voz de mando y avisa que es hora de salir. Una vez en el ómnibus también es el GPS del chofer y el director técnico que hace la arenga antes de salir al campo juego. 

“El utilero asiste a los componentes en todo lo que sea para aportar al espectáculo: cambiarlos cuando tienen cambios durante la actuación, poner utilería detrás del escenario, llegar y enchufar la guitarra en los tablados. Tener todo pronto para que al componente no le falte nada”, explica Julián y remarca que “no es sólo cargar trajes”. 

Hay momentos en que son los únicos que pueden solucionar un problema o un imprevisto. Ante un desperfecto de vestuario o un accidente, el que está para auxiliar al murguista es el utilero. ¿Y qué se necesita para ser un buen utilero? La clave está en la actitud: responsabilidad, atención y proactividad. 

Julián Aguiar afina los detalles de la noche con uno de los directores de la murga antes de salir

La murga hace tres tablados esa noche. Desde un escenario móvil en Buceo a Las Acacias y de ahí a La Unión. En cada uno el espectáculo es el mismo, pero las risas son otras. Los utileros saben cada coma del texto y cada arreglo del coro, cantan bajito cuando nadie los ve. Pero no hay que confundirse, están del lado que eligen.

Los utileros suben al escenario mientras las luces esperan por otros, cuando la murga actúa los miran desde abajo y aparecen después de los aplausos. Esconden una enorme generosidad en un trabajo invisiblizado, una muestra de cariño. 

Son una parte imprescindible del Carnaval, aunque no firmen autógrafos.
 

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