Adiós, Indiana Jones: se estrena en cines la quinta y última aventura de un ícono

Algo parecido pasa con los inicios de las otras dos películas originales del arqueólogo encarnado por Harrison Ford –El templo de la perdición y La última cruzada—, es cuestión de mirar el arranque para captar lo esencial. Y lo mejor de todo, es que como los viejos seriales en los que estaba inspirado el personaje o las películas de James Bond, esas tres historias se pueden ver en cualquier orden, sin que se altere el disfrute.

Esa lógica ya quedó vieja en Hollywood. Hoy todo son secuelas y cadenas de películas que exigen un conocimiento enciclopédico de entregas anteriores. Y sin demandar tal nivel de memoria, desde este jueves hay en las salas de cines una quinta película de Indiana Jones, que no está pensada como un punto de ingreso para un nuevo público, sino como una despedida del personaje y como un viaje nostálgico.

Aunque siempre cabe la posibilidad de que el día de mañana Disney, la dueña de los derechos de la saga, decida ponerle un nuevo rostro al doctor Jones, o la tecnología permita generar un Harrison Ford perpetuamente joven manejado con inteligencia artificial, esta es, a priori, la última aventura del hombre de la fedora y el látigo. Es que claro, Harrison Ford ya tiene 80 años y no está para esos trotes.

Pero quiso cerrar su camino como su personaje más célebre con su quinta aventura, algo que de hecho era el plan original que negociaron sus creadores, Steven Spielberg y George Lucas, con el estudio Paramount: hacer cinco entregas, aunque solo se concretó aquella santísima trinidad original.

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Sería recién en 2008, casi veinte años después de que Indy cabalgara hacia el atardecer al final de La última cruzada, que tendría su regreso con la polémica (palabra que se queda corta) Indiana Jones y el templo de la calavera de cristal.

La oferta no era mala. El paso lógico del tiempo hizo que el protagonista fuera más veterano en esa nueva aventura, y que la cuestión pasara de los años previos a la segunda guerra mundial a plena Guerra fría, cambiando a los alemanes por soviéticos como villanos de turno.

Disney

El resultado no fue tan sólido como prometía. El trueque de reliquias antiguas por una fusión de leyenda mesoamericana y ciencia ficción, con extraterrestres, naves espaciales, y toda la bola, no fue bien recibido, como si las copas que otorgan la inmortalidad tuvieran comprobación científica.

Tampoco lo fue Shia LaBeouf en el rol del hijo de Jones (un error reconocido por el propio actor), el uso de efectos generados por computadora a granel, o una tristemente célebre escena en la que Indiana Jones se salva de una explosión atómica escondiéndose en una heladera porque está cubierta de plomo.

Todo eso convirtió al Reino de la calavera de cristal en una burla entre los cinéfilos, y en una incorporación a la franquicia que unos cuantos pretenden hacer de cuenta que no existe. Para tapar la deposición, y porque se presume que puede dar mucho dinero, para que engañarnos, Disney encargó la quinta película.

La intención es la de recuperar la magia que no logró su predecesora y de apelar al encanto de la trilogía original, rejuveneciendo tecnológicamente a Ford para que vuelva a ser el Indy de la década de 1980, pero sin ignorar el paso del tiempo. Indiana Jones y el dial del destino se ambienta en los años 60, con el arqueólogo ya anciano, y está acompañado en sus tropelías por su ahijada, interpretada por la actriz británica Phoebe Waller- Bridge (creadora de la serie Fleabag y una de las figuritas más buscadas de Hollywood).

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Este proyecto también sufrió distintos cambios y contratiempos. La idea de realizar una quinta parte se remonta a 2016, pero distintas reescrituras de guion y la pandemia fueron postergando su realización. En el medio, Spielberg, director de las cuatro entregas anteriores, se bajó de esa posición y la cedió a James Mangold, el responsable de películas como Ford vs. Ferrari y Logan.

Disney

El que nunca estuvo en duda fue Ford, que se bancó una lesión en el hombro durante la filmación y que durante el estreno de la película en el festival de Cannes se largó a llorar ante la ovación del público. A esta altura de su vida y su trayectoria, la cuestión del retorno era personal. “Siempre quise hacerlo”, dijo en una entrevista previa al estreno a la revista Variety. “Quería hacer el resto de la historia y ver el final de su carrera”.             

Así que ahora está la posibilidad de meterse a una sala de cine y ver esa jubilación desenvolverse. La de un héroe icónico, distinto a los héroes todopoderosos que predominan en el cine actual, pero de esos que tienen la fuerza de los clásicos. De esos que con solo ver diez minutos de una de sus aventuras, ya se sabe cómo son.