“Tranquilo”. Esa es la palabra que utiliza el círculo íntimo del expresidente peruano Alan García para definir su estado de ánimo, mientras espera conocer la decisión del gobierno uruguayo respecto a su solicitud de asilo diplomático.
Según informó a El Observador su abogado Erasmo Reyna, el dos veces presidente incaico aprovecha sus horas en la residencia del embajador uruguayo Carlos Alejandro Barros para leer sobre “política y filosofía” aunque no deja de expresar su “preocupación” por la forma en la que conduce al país el actual mandatario Martín Vizcarra.
Este lunes, García recibió la visita de al menos dos de sus hijos y la de Luis Alva Castro, un político de su confianza que fuera presidente del Consejo de Ministros durante su primera presidencia (1985-1990). A la salida del encuentro, Alva Castro fue agredido con patadas y empujones por manifestantes que se oponen al asilo. García es investigado por la Fiscalía peruana por colusión agravada y lavado de activos en el marco del caso Odebrecht.
El presidente de la Comisión Política de APRA, Mauricio Mulder, dijo a El Observador que la decisión de solicitar asilo fue tomada por la dirección del partido al que pertenece García en la tarde del sábado, luego de que se enteraran que el ex presidente iba a ser detenido este lunes. Los políticos discutieron el tema a través de WhatsApp y realizaron algunas llamadas, antes de tomar la resolución de dirigirse a la cuadra 02 de la Avenida General Antonio Pezet, en San Isido, donde vive el embajador uruguayo.
Según supo El Observador en base a fuentes del entorno de García, el expresidente llegó solo a la residencia del embajador, luego de haber burlado las guardias periodísticas que lo esperaban en su hogar. El político había arribado a Lima a las siete de la mañana del viernes en su avión privado para asistir a una audiencia en la que el juez Juan Carlos Sánchez Balbuena le comunicó que no podría salir de Perú durante 18 meses.
“Venían por nosotros, se mostró una celada para que García acudiera a una citación aparentemente anodina con la intención de detenerlo y decidimos solicitar el asilo a Uruguay porque el país tiene una tradición democrática y eso ha pesado”, dijo Mulder.
El gobierno uruguayo espera que Perú le suministre información sobre el caso de García para determinar si hay persecución política y, por lo tanto, si concede o no el asilo. Este lunes aún no había llegado la información al Ministerio de Relaciones Exteriores, dijeron fuentes de la cartera a El Observador. La documentación se espera para este martes.
El ex catedrático de derecho internacional público, Heber Arbuet, explicó a El Observador que lo que otorgó el gobierno hasta el momento es un “amparo provisorio” y que ahora debe definir si le otorga el asilo. Para el especialista, el gobierno se juega una “brava parada” si le concede la solicitud, porque esto supone que “en el Estado en que está (Perú) no hay una autoridad justa que le garantice un debido proceso legal”.
En los mismos términos opinó el ex canciller nacionalista Sergio Abreu, quien señaló que no quisiera estar en los “pies del gobierno” porque era un tema “muy difícil” en el que acceder al pedido supone reconocer una “persecución política”, lo cual le traería mayores problemas diplomáticos. En tanto, el excanciller colorado Didier Opertti dijo a TNU que Uruguay debía “bajo ciertas circunstancias conceder el asilo".
"En la duda, Uruguay se inclinaría siempre en favor del asilado, porque es un instrumento de protección y de amparo”, señaló.
Para Abreu, lo que tiene que hacer el gobierno uruguayo es "aplicar el derecho y ver". "Lo que no es cierto es que Uruguay tenga que decirle que sí por la tradición. La tradición no se impone a cada hecho concreto, aunque lo que diga el gobierno no tiene que ser fundamentado”, agregó y recordó que en caso de aceptar el pedido deberá solicitar un “salvoconducto” al gobierno peruano para poder trasladar a García desde la residencia hacia el aeropuerto de Lima para volar a Montevideo.
Mulder señaló que el objetivo de García es poder irse a vivir a Madrid, donde tiene establecida su residencia hace varios años.
Respecto a las negociaciones entre ambos países, Arbuet dijo que no conoce “ningún caso” en que “de entrada un país diga ‘está bien, dele asilo’. Generalmente da sus razones para que el asilo no sea otorgado, y suele pedirse que en el caso que se otorgue el asilo y se vaya se retenga en el país asilante durante un determinado tiempo a los efectos de pedir la extradición. Esto lo pide el Ministerio de Relaciones Exteriores de Perú, en este caso”, sentenció.
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