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Trabajó en el tablado del Jardín de la Mutual que pertenecía a uno de los fundadores de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, Dalton Rosas Riolfo, quien era primo hermano de su padre.
Álvaro Larrosa era un chiquilín y ayudaba en la cantina, vendía chorizos y poco después, se sumó como utilero a la histórica murga de Dalton, la Milonga Nacional.
Pero ya con 18 años, buscó un trabajo más estable y le hicieron una prueba para poder ingresar a la Mutual, a la que finalmente entró el 21 de febrero de 1984. Hace 38 años que ininterrumpidamente trabaja allí. Y uno de sus orgullos es contar que no faltó nunca.
Cuando fue contratado, el presidente del gremio de jugadores era Fernando Morena, quien aun jugaba al fútbol. “Lo vi por primera vez a la semana que entré y lo primero que hice fue pedirle una camiseta. Era mi ídolo”, explica Larrosa a Referí.
Claro que con el paso del tiempo en su cargo administrativo -en el que también hace de todo- afirma que “uno se hace hincha de todos los jugadores, más allá de los clubes”.
Como al principio solo trabajaba dos horas, trabajaba repartiendo cartas, también leña. Incluso en 1988 fue cobrador de la Mutual, porque allí había que ir a todos los clubes y a los jugadores. Iba en bicicleta, “pero no pagaba casi nadie”. Ahora cambió la forma de cobro.
Al poco tiempo que ingresó, se terminó un litigio que tenia Jair, ya que el brasileño le había reclamado una deuda a Peñarol. “Se decía que como Morena era el presidente y habían tenido aquella discusión por el auto de Tokio en 1982, no iba a mover un dedo por él, pero fue todo lo contrario y Jair cobró como correspondía”, cuenta.
La premisa que le enseñaron los más veteranos “es que gran parte del Mundial que ganó Uruguay en Maracaná, se consiguió acá, en esta sede (de la Mutual), por la importancia que había tenido la huelga de 1948, ya que hasta allí, los clubes hacía lo que querían con los futbolistas y luego de la misma, hubo una mancomunión especial de los jugadores y un espíritu de lucha tremendo, que ayudó a conseguir aquel título histórico”.
Larrosa vivió distintas huelgas en estos 38 años en el gremio. “La primera fue la de 1990 cuando a Daniel Hernández y a Juan Sadukian de El Tanque Sisley, que estaba en la B, el médico les dio algo para tomar porque estaban afiebrados, y el control antidopaje les dio positivo”.
En aquel entonces, fueron suspendidos por dos años, pero tras la huelga de la Mutual, se les bajó la pena a tres meses, y también al médico.
Pero la más importante que vivió fue la huelga de 1992 en la que llevaba las actas de asambleas multitudinarias. En aquella ocasión, tras el partido entre Basáñez y Villa Teresa en la B, un hombre murió cuando lo atropelló el caballo de un coracero. Días después, el Ejecutivo de la AUF, presidido entonces por Hugo Batalla, desafilió a ambos clubes (el primero, estaba por ascender), y la Mutual decretó un paro que duró un mes.
Pese a que la parte económica de los futbolistas y del propio Larrosa, se podía ver complicada, este dice que “fue una experiencia muy enriquecedora. Estaban todos los jugadores acá (en la sede de la Mutual) desde las 7 de la mañana a las 2 de la madrugada todos los días, se hacían ollas populares, y Dalton pagó de su bolsillo los sueldos de los funcionarios, la luz, el agua y todo lo demás”.
Hugo De León formaba parte de Nacional y fue uno de los que votó para que su club no jugara por la Supercopa. Francisco Casal era muy allegado a Basáñez y apoyaba a los futbolistas. El padre Ernesto Popelka fue el mediador y luego de un mes, se levantó la huelga.
“Había jugadores que dormían en la sede de la Mutual. Fue un momento complicado para todos, pero reitero, enriquecedor”.
Pero también tiene en su recuerdo casos en los que la gremial de jugadores ayudó a exsocios como sucedió con el Puro Beninca, quien se encontraba enfermo y se hizo un partido para recaudar fondos, o el hijo Maximiliano Castro, solo por citar dos ejemplos de los tantos que hay.
En 1987, la Mutual tenía dos pasajes para acompañar a Uruguay a la Copa América de Argentina. “Nadie quería ir porque era en ómnibus, entonces hablé con el pistero de la estación de servicio de la esquina de Rivera y Bulevar, y nos fuimos los dos. Vimos el triunfo ante Argentina de Maradona y casi nos matan, porque éramos nosotros dos solos en nuestro sector gritando el gol de Alzamendi. Después me volví a Montevideo y a los dos días me fui de nuevo porque en tres, se jugaba la final. Allá fuimos otra vez en ómnibus. Fue una hermosa experiencia”.
Lo que más le gusta de su trabajo es “solucionar problemas a los jugadores. Todos los días hay algo para hacer por distintos motivos”.
En ese contexto, tiene relación con la enorme mayoría de los futbolistas de todos los planteles. “Uno de mis mayores orgullos es tener ordenados los contratos de todos los futbolistas desde 1982, cuando ingresé, a la fecha”.
Pero además de la parte administrativa, Larrosa ha hecho de todo en la Mutual. Iza la bandera que da a la calle Rivera, fue equipier lavando las camisetas, es el jardinero que poda, es también el hombre que barre las hojas.
Su trabajo le ha dado varias satisfacciones. Los jugadores siempre se sienten agradecidos y tratan de devolverle su actitud con un gesto. Por eso tiene más de 300 camisetas, shorts y medias que le han regalado.
“Tengo la camiseta de la selección de Paolo Montero que era un monstruo del futbol, pero no necesariamente es la más importante. Por ejemplo, (José) Nito Puente le hizo un reclamo a Liverpool hace muchos años y se fue a jugar a Cobreloa a Chile. Vino a cobrar su madre y yo la acompañé a la parada del ómnibus por seguridad. Cuando él volvió, lo primero que hizo fue traerme la camiseta. Lo que más valoro es la confianza que me tienen, y que me valoren. Con eso, estoy cubierto de por vida”, explica.
También vivió la huelga de 2004, la del salario mínimo de los futbolistas, para que aumentara el mismo de acuerdo a las bases fictas. “Esa huelga fue brava”, recuerda.
Trabajó con distintos presidentes: Fernando Morena (1982-84), Raúl Möller (1985-87), Jorge Seré (1988), Gustavo Fernández (1989), Fernando Silva (1990-2003), Enrique Saravia (2003-17), Michael Etulain (2018-19) y Diego Scotti desde 2020. Entre 2017 y 2018, también estuvo en la intervención del Ministerio de Educación y Cultura.
“Por el tiempo que llevo acá, yo ya hablo con hijos de algunos jugadores que trataron conmigo hace años, y otros tienen nietos en juveniles”, dice.
El 21 de febrero, día en que entró hace 38 años a trabajar en la Mutual “es más importante que mi cumpleaños”. Así lo vive quien ya es una parte más del emblemático edificio de la gremial de jugadores.
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