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América Latina y el Caribe perdieron el 30% de la superficie glaciar en menos de 50 años

La conferencia de la Organización Meteorológica Mundial para la región advirtió que la situación de los ecosistemas vitales es casi “critica” e “irreversible”
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25 de julio de 2022 a las 05:02

Los glaciares, los arrecifes de coral y la selva amazónica, considerados sistemas vitales en América Latina y el Caribe, están en una situación casi "crítica" e "irreversible" por el cambio climático, advirtió en la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Un panorama que, según el documento, empeorará en las zonas de esos ecosistemas naturales e impactará en las poblaciones, además de dificultar las cosechas y el suministro de alimentos y agua.

El informe, titulado “El estado del clima en América Latina y el Caribe 2021”, presentado en el marco de una conferencia para los países de América del Sur realizada en la ciudad colombiana de Cartagena, subraya que “el agravamiento del cambio climático y los efectos combinados de la pandemia no solo afectaron la biodiversidad de la región, sino que también estancaron décadas de progreso contra la pobreza, la inseguridad alimentaria y la reducción de desigualdades".

Un ejemplo son los efectos de los huracanes Eta e Iota de 2020 que, junto a las dificultades económicas derivadas del Covid, provocaron que 7,7 millones de personas en Guatemala, El Salvador y Nicaragua estuvieran en situación de inseguridad alimentaria durante el año pasado. Las conclusiones señalan que solo en América Central cientos de persona han muertos y miles se vieron forzadas a desplazarse por las intensas sequías, las olas de calor y el frío, los ciclones tropicales y las crecidas de los ríos.

Cifras récord

El informe de la OMM repasa las cifras de 2021, entre las cuales destaca la tasa de deforestación, la más elevada desde 2009, y la pérdida de más del 30% de la superficie de glaciares en menos de cinco décadas. También enfatiza que la tendencia al calentamiento continuó su curso durante el año pasado, con una tasa de aumento de 0,2 grados centígrados por década entre 1991 y 2021. El doble del valor registrado cada diez años entre 1961 y 1990.

Los meteorólogos de la OMM puntualizaron que la situación también es crítica en América del Sur. Con relación a la subregión, el texto señala que la cuenca que integran los ríos Paraná y del Plata también sufrió el impacto de los huracanes. Por sexta temporada consecutiva se registraron en el litoral Atlántico precipitaciones por encima de lo normal. Además, el nivel del mar subió a un ritmo más alto que en el resto del mundo, lo que amenaza a las poblaciones costeras por la erosión de las playas, la inundación de zonas de baja altitud, el aumento de las mareas de tempestad y la contaminación de los acuíferos dulces.

En el extremo opuesto a las precipitaciones extremas, el aumento de la temperatura sumado a ciclos de intensa sequía, provocaron la disminución de la superficie de los glaciares, con pérdidas que promediaron el 30% en la Cordillera de los Andes, pero treparon al 50% en Perú con relación a las mediciones de la década de 1980. Chile, por caso, es el país  de la región más afectado por la crisis hídrica. La megasequía lleva trece años consecutivos en la zona central. Es la más grave del último milenio y la más prolongada de América Latina y el Caribe. La OMM, además, prevé que las sequías se intensifiquen en la Amazonia, el noreste de Brasil, América Central, el Caribe y algunas partes de México.

Una clave: la acción coordinada

Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), solo entre 2020 y 2022 se produjeron 175 desastres en América Latina y el Caribe. El 88% se debieron a causas meteorológicas, climatológicas o hidrológicas, y provocaron el 40% de las muertes por desastres, además de explicar el 71% de las pérdidas económicas. En este marco, la OMM insistió en Cartagena en la necesidad de una acción coordinada "fundamentada en la ciencia".

"Se necesitan servicios metereológicos, sistemas de alerta temprana de extremo a extremo del continente e inversiones sostenibles, pero todavía no se han desplegado adecuadamente en la región ", señala el informe. 

Petteri Taalas, secretario general de la OMM, puntualizó que el impacto del cambio climático en América Latina y el Caribe afecta a todo el planeta, especialmente por la disminución de superficie forestal amazónica, que en 2021 perdió un 22% más que el año anterior. "La continua degradación de la pluviselva sigue siendo uno de los principales motivos de preocupación por la función que desempeña en el ciclo del carbono”, afirmó el experto.

Otro ejemplo de los efectos globales es el impacto de las sequías e inundaciones en los mercados agrícolas internacionales, que se resintieron por la reducción de cosechas, principalmente de maíz y soja, a causa de la prolongada sequía que afectó el sur de Brasil, Paraguay y el noreste de la Argentina. Las escasas precipitaciones redujeron los rindes y la producción de cereales descendió. Además, la falta de lluvias provocó una bajante histórica en los ríos Paraguay y Paraná, la más importante desde 1944.

La bajante impidió durante casi un año la normal operación de carga de los buques en el complejo portuario-agroindustrial del tramo sur del Paraná y obligó a los cargueros a salir con menos tonelaje de cereales y derivados para evitar quedar varados, lo que incrementó el costo de los fletes. Todo eso en un contexto en el que, durante el período 2021-2021, el cultivo de cereales descendió un 2,6% en América Latina en comparación con el bienio anterior.

“Los riesgos hidrometeorológicos, como las sequías, las olas de calor y de frío, los ciclones tropicales y las crecidas, causaron la pérdida de cientos de vidas, ocasionaron graves daños en la producción agrícola y las infraestructuras, y provocaron desplazamientos de población", concluyó Taalas.

El informe advierte que la situación empeorará. “Se prevé que la creciente suba del nivel del mar y el continuo calentamiento de los océanos sigan afectando a los medios de subsistencia, el turismo, la salud, la alimentación, la energía y la seguridad hídrica en las zonas costeras, en particular en las islas pequeñas y los países de América Central". Por lo pronto, la temporada de huracanes del Atlántico de 2021 fue la tercera más activa de la que se tiene constancia en esa cuenca.

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