Su nombre aparece entre el alumnado de Vassar College, una de las mejores universidades de la Unión Americana, ubicada en el estado de Nueva York, donde estudiaron dos de las principales escritoras estadounidenses, Mary McCarthy y Elizabet Bishop, entre otros destacados exalumnos, pues una de sus ideas al terminar preparatorios era convertirse en escritor. Lo fue, pero recién después de hacerse famoso como
chef.
Anthony Bourdain abandonó Vassar a los dos años de haber ingresado para estudiar gastronomía en la prestigiosa The Culinary Institute of America. Sin embargo, su vida y su carrera estuvieron marcados por el espíritu del gran liberalismo americano que se respira en las universidades del noreste de EEUU, que tantas ideas nuevas aportaron al mundo, sobre todo al mundo moderno que llega hasta nuestros días.
Bourdain supo como pocos (creo que fue el único) presentar con gracia y estilo la historia cultural que hay detrás de un plato y de un sabor, y decir que nada, ni siquiera una molleja a la parrilla, llega a la mesa por casualidad. Fue un humanista, un librepensador, un embajador itinerante del liberalismo intelectual estadounidense, ese que ha hecho de la vida moderna un lugar donde la obligación de cada uno es ejercer la tolerancia, la aceptación del otro tal como es, no como el mundo quiere que sea.
Su tan inesperada muerte lleva a preguntarse cómo alguien en la plenitud de sus facultades intelectuales, con el éxito y la credibilidad de su lado, puso fin a un viaje que tenía mucho todavía por recorrer, dejando sola y devastada a una hija de 12 años. Si el corazón es un cazador solitario, la mente puede ser un oscuro bosque impenetrable del cual no siempre es posible salir con respuestas, sano y salvo.
Los programas de
cocina son casi todos extremadamente previsibles, con alto contenido de tedio. Bourdain trajo magia, intelecto, poesía, y una variedad de condimentos diferentes a un rubro donde no los había. Su muerte, pues, es una gran pérdida para la televisión que entretiene y hace pensar, para CNN, que había encontrado en el chef y escritor a su comodín en horario central, y sobre todo para quienes creemos que la vida puede ser un lugar mejor con gente como él.