Eduardo Espina

Eduardo Espina

The Sótano > OPINIÓN

Arrasados por surcoreanos y japoneses

La selección celeste dio una muestra pobrísima de fútbol, siendo superada ampliamente
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18 de octubre de 2018 a las 05:04

Antes, en un antes cada vez más lejano, los futbolistas sudamericanos iban a jugar a la liga japonesa y hacían una diferencia, sobre todo en lo técnico. Eso es parte del pasado. Diego Forlán fue al archipiélago, y su club terminó descendiendo. A futbolistas brasileños les ha pasado lo mismo. Los japoneses, amantes del sigilo, hacen casi todo en silencio y de esa manera avanzan, en todos los aspectos de la realidad. Primero copian a otros, y luego perfeccionan. Así hicieron con los autos, camionetas y electrodomésticos (televisores, radios y sistemas de sonidos), importando ideas de todo tipo de Estados Unidos y Alemania, y después introduciendo mejorías que los han posicionado como líderes en cualquier cosa que hacen, ahora con los surcoreanos pisándole los talones.

En fútbol, ambos países han dado pasos gigantescos en silencio y ya están ahí, a punto de poder competir de igual a igual con los grandes de ese deporte. Mejor dicho, ya compiten. Corea del Sur derrotó a Alemania en el mundial de Rusia, y Japón, que empezó el torneo jugando muy mal, casi dio el batacazo. Por su espíritu imperialista, que los lleva a creer más en el triunfo que en los empates, jugaron de igual a igual con Bélgica, tuvieron a los belgas bajo el zapato hasta bien entrado el final del partido, pero la inocencia mezclada con el ímpetu y el cansancio terminó matándolos. Los belgas empataron, y cuando los japoneses estaban intentando entender lo que les había pasado, recibieron el letal tercer gol que los dejó con el corazón destrozado. Son kamikazes. El día que aprendan a aterrizar el avión serán campeones del mundo.

En fútbol, ambos países han dado pasos gigantescos en silencio y ya están ahí, a punto de poder competir de igual a igual con los grandes de ese deporte.

Pero, en lugar de quedarse lamentando por la oportunidad perdida, los japoneses aplicaron en el vestuario su extremado culto al aseo, dejándolo más limpio de lo que lo habían encontrado. Y al día siguiente se pusieron a trabajar para el mundial de Catar, donde, salvo una debacle universal, llegarán con aspiraciones de llegar a donde todavía no han podido, a las semifinales y más allá. Japoneses y surcoreanos venían amagando desde hacía tiempo con el dar un paso cualitativo en fútbol, de la misma forma que lo dieron en tecnología aplicada a la vida diaria.

En 2010 Japón se quedó en la orilla de cuartos de final, siendo eliminado en penales por Paraguay. En Brasil 2014 dieron varios pasos atrás, terminando últimos en su grupo y regresando a casa sin ganar ni un partido. Lo mismo, igualito, le pasó a Corea del Sur en Brasil, donde solo consiguieron un punto, una performance mucho peor que la de Sudáfrica cuatro años antes. Ahí no solo pasaron de grupo sino que también tuvieron a mal traer a la selección uruguaya, salvada por un zapatazo milagroso de Luis Suárez. En Rusia jugaron bien, pero se quedaron en las primeras de cambio.

En 2010 Japón se quedó en la orilla de cuartos de final, siendo eliminado en penales por Paraguay.

Por lo visto en los partidos contra Uruguay, en los que la selección celeste mostro un preocupante retroceso (y no hay que culpar al cansancio del largo viaje), Corea del Sur, y sobre todo Japón, están haciendo los méritos como para acceder al siguiente nivel del fútbol mundial, del cual las selecciones africanas y árabes todavía están lejos. Ambos países asiáticos han progresado en el rubro que Uruguay sigue estancado: en la técnica y en el desplazamiento veloz de un lado a otro de cancha. Por momentos parecía que ellos iban en motoneta y los uruguayos a pie, y descalzos.

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