El ministro de relaciones exteriores de Arabia Saudita, Adel-al Jubeir le dijo a la cadena de noticias especializada en economía y finanzas CNBC que su país continuará estrechando relaciones tanto con Estados Unidos como con China. “Nosotros construimos puentes con los pueblos, no consideramos exclusivamente uno u otro”, expresó el diplomático saudita, que ha sido nombrado recientemente como enviado para asuntos climáticos.
En diálogo con CNBC, al Jubeir destacó que China es el “principal socio comercial” de su país y “un enorme mercado para la energía y para el futuro”. Dijo además que Beijing es también un gran inversor en Arabia Saudita; aunque subrayó que “Estados Unidos es “el socio número uno” de Riad “cuando se trata tanto de seguridad y coordinación política, como de inversiones y comercio”.
La entrevista con CNBC tuvo como telón de fondo la visita de Joe Biden a Medio Oriente, la primera que realiza desde que asumió la presidencia de Estados Unidos y que tuvo como uno de sus objetivos restaurar los vínculos con Arabia Saudita, un aliado estratégico por ocho décadas y que el propio Biden ha criticado durante años por los abusos contra los derechos humanos.
En un marco global signado por los altos precios del gas, la crisis energética y la inseguridad alimentaria derivados de la guerra entre Rusia y Ucrania, Biden alabó las históricas relaciones de Washington con la monarquía saudita y expresó la necesidad de unirse estrechamente a Israel para formar un frente común contra Irán. Una estrategia que incluye también la lucha contra el terrorismo, la pacificación de Yemen y la estabilización del mercado petrolero.
Otro objetivo de Biden es convencer a los países del Golfo Pérsico para que ayuden a aislar a China y Rusia, superando etapas anteriores de inconsistencia diplomática, como la esbozada por el Barack Obama, que desde su arribo a la Casa Blanca desplazó el eje de la diplomacia de Washington desde Medio Oriente hacia Asia, donde los gobiernos de la región han expandido sus relaciones con Moscú y Beijing, al punto tal que China ha devenido en el principal socio comercial de Arabia Saudita.
Los países del golfo, no obstante los esfuerzos de Estados Unidos, mantienen lazos sólidos y lucrativos con China en términos de comercio e inversiones, al tiempo se benefician de la asociación con el gran productor de petróleo que es Rusia, lo que les permite mantener control sobre los mercados del crudo.
Un ejemplo de las complejas relaciones de la región con Washington se refleja en que, pese a que Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos mantienen estrechos lazos militares con Estados Unidos, han debido comprar drones con armamento a China porque no pueden adquirir los de fabricación estadounidense. La razón: la política de control de exportaciones armamentísticas. Así, se da la paradójica situación de que los Emiratos Árabes -un firme aliado de Washington que alberga bases militares de Estados Unidos- no puede recibir drones de ese país por “los temores a su relación con China”.
Pese a todo, la relación de Arabia Saudita con Estados Unidos con respecto a temas como los desafíos que plantean Irán, Yemen, Iraq, Siria, Líbano y otros países de la región, se mantiene inalterable, según expresó al-Jubeir, quien agregó en la entrevista realizada por la cadena CNBC que esperaba que “los beneficios mutuos de los ochenta años de relación continuaran por otros ochenta años”.
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