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Chismes en la oficina: cómo ponerles freno y salvar el clima laboral

Once consejos para desactivar una conducta nociva que puede generar un pésimo clima de trabajo
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01 de noviembre de 2018 a las 11:02

Por Daniel Colombo - coach especializado en alta gerencia, profesionales y equipos de trabajo

Muchas veces nos cruzamos con personas que parecen tener demasiado tiempo disponible para observar lo que hacemos. Y no sólo eso: se especializan en tener una especie de radar que deforma todo, acerca de nosotros y de cuantas personas se le crucen. Este comportamiento nocivo se expresa también en el ámbito laboral.

Las personas chismosas no discriminan: pareja, familiares, amigos, compañeros de trabajo, vecinos, y hasta personas que nunca han conocido, forman parte de sus elucubraciones más contundentes, por lo general también dañinas. Sin entrar en el análisis sobre la veracidad de sus dichos, los chismosos buscan construir su vida en base a la de los demás. Así, lo que en otros puede ser un rasgo de admiración, en ellos se disfraza de "envidia sana", según dicen para justificarse.

Lo cierto es que los chismosos y chismosas en la oficina son sumamente dañinos bajo toda circunstancia. Y esto resulta así porque drenan su energía positiva. Lo cargan de negatividad y, además, hay siempre algún grupo dispuesto a dar crédito de lo que se encargan de vociferar a los cuatro vientos. 

La dinámica de los chismes

El chismoso tiene una intención clara detrás de cada enunciación o preguntas capciosas que le realizan: quiere apoderarse de un poquito de usted. Además, no dudan en conformar opiniones generalmente extremadamente crueles, a partir de esos elementos sueltos y al pasar, y comentárselas a terceros. Suelen hacerlo porque no tienen otra cosa en su vida de la que preocuparse, o porque quieren darse de supuestamente "bien informados" o erigirse como dueños de la verdad, de lo que se debe o no se debe hacer.

Los chismes viajan a la velocidad del sonido, así un pequeño comentario, dicho al pasar y circunstancialmente, puede transformarse en un tornado. La saña y mala espina es lo que atraviesa ese mensaje que busca manchar, porque ningún chisme es inocuo.

Otro condimento de los chismosos es la exageración. Como si fuese una bola de nieve, siempre le agregan algún detalle para agigantar su percepción sobre las cosas. Lo que el chismoso no acepta es su ruindad y mezquindad: necesita proyectar hacia afuera, en otros, como si dirigiese una película donde actúa otro. Pero jamás le dará la razón si lo confrontá: se ofenderá, y, por supuesto, disparará un chisme de proporciones mayores.

A veces también somos público circunstancial de un chisme. El ejemplo típico es en el trabajo, cuando en el pasillo se comenta algo, y de inmediato buscan involucrarlo para ser parte de esa especie de "cofradía secreta" que lo único que busca es repartir responsabilidades –por si hubiese problemas– o diluir la culpa . Se sabe que la carga repartida es menos pesada.

Cómo frenar los chismes

Evalúe si es chismoso. Con una mano en el corazón, si en las últimas 24 horas se ha interesado por tres asuntos que no son suyos ni lo involucran, y ha prestado oídos y tal vez opinión sobre los mismos, quizás esté en el borde de ser un chismoso. Y si se pasa gran parte del día en el famoso "lleva y trae", ya sabe la respuesta.

Reflexionar internamente si de alguna forma está eludiendo su responsabilidad personal sobre los problemas. Y para hacerlo, apunta con su dedo acusador a todo aquel que osa recordarle su condición de ser humano responsable para asumir sus cosas, y no pasárselos a otro. Este es el caso de aquellos que viven justificándose todo el tiempo por tareas que asumen y no cumplen. Y cuando se les pone un "no" o un límite por delante, no dudan en acudir al chisme entre conocidos para ensuciarlo.

Practique la escucha activa con el chismoso. Una vez que lo haga, habrá descubierto su treta. Y entonces, podrás preguntarle sin rodeos: '¿Esto es útil para mí?', '¿Me sirve de algo?', '¿Es constructivo en este entorno?'. Observe la respuesta y apártese de la persona. Es la mejor forma de expresarle que no entra en su juego: no hace falta enojarse ni perder la calma. Esto posiblemente despierte sentimientos de enojo y frustración en el otro –sumado a algún que otro chisme adicional–, aunque a la vuelta del camino se cuidará muy bien de saber que no cuenta con usted para el juego del chisme, que necesita de un público que lo acompañe y replique.

No reproduzca chismes. Olvidelo ni bien se lo dicen, no se haga cargo: verá cómo va mermando la emoción del chismoso porque no le da la emocionalidad que había esperado. 

Chequee la información relevante. Si, por ejemplo, hay datos muy precisos que pudiesen servir de base para indagar con las personas apropiadas en pos de construir un resultado mejor, hágalo. Pero no reproduzca la emocionalidad e intencionalidad negativa del chisme. Se trata de desactivarlo o, en caso contrario, utilizarlo para evolucionar hacia una solución de los problemas. Como observará, esto es muy distinto que el chisme por el chisme mismo. 

No se lo tome como personal. El hecho de que el chismoso le agreda por supuesto que es una afrenta. Sin embargo, lo que busca es catalizar su enorme frustración y envidia por lo que usted o el protagonista de su chisme representan frente a él (puede ser su calidad profesional, su salario, su desarrollo, o cualquier otra cosa que al otro le moleste). Como no se anima a expresarlo de una forma positiva, e incluso, pedir ayuda si quiere desarrollar alguna de esas áreas, busca destruirlo.

Evite compartir temas personales o laborales delicados con personas chismosas. Es preferible guardar silencio y rodearse sólo de los que le apoyan.

Confronte a las personas involucradas. Una charla franca, honesta y sin rodeos con el superior que pueda tomar ese rol de mediador y facilitador bastará, por lo general, para derribar las barreras. Busque siempre fijar los límites de este encuentro: no agresiones, no interrupciones, y dejar muy en claro el resultado final de esta reunión.

No trabaje con amigos o allegados. Si quiere tener una mejor vida, no contrate personas de su círculo afectivo para desempeñarse en posiciones de responsabilidad porque, a la larga, no funcionará. Mucho menos si le consta que son chismosos  en el plano extra laboral: harán uso y abuso de ciertos atributos de confianza propios del plano personal y no sabrán cómo poner límites entre la amistad y el trabajo.  

Hay una diferencia entre chismes y rumores. Sin embargo, en ambos casos, con el efecto bola de nieve se agigantan y tienden a estropearlo todo. Es mejor, siempre, pararlos a tiempo, tomarlos uno por uno, y pasarlos por el tamiz de la razón y cerrar ese círculo abierto tan poco virtuoso: el del chismoso y sus enormes ansias de ganar protagonismo a costa de decir cosas que no son ciertas.

Fuente: El Cronista - RIPE

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