Un trabajador ayuda a preparar un colegio electoral en Bogotá, el 18 de junio de 2022, un día antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales

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Colombia elige presidente en una región con comicios claves durante 2022

Los colombianos decidirán este domingo quién será el próximo mandatario, si Gustavo Petro o Rodolfo Hernández, que llegan al balotaje con proyectos diametralmente opuestos, en un año donde América Latina tuvo y tendrá elecciones decisivas en muchos países
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19 de junio de 2022 a las 05:03

Las elecciones en Colombia ya terminaron su cuenta regresiva. No cabe duda de que las diferencias entre Rodolfo Hernández y Gustavo Petro son tantas que la balanza, aunque sea por unos pocos puntos, podrán inclinar a ese país hacia la izquierda o hacia la derecha. El resultado del ballotage de este domingo 19 de junio tendrá un alto impacto para los colombianos, que todavía viven altos grados de violencia paraestatal y estatal. También para todo el continente.

Porque, ¿qué pasa en América donde los centros políticos se desvanecen? Basta recordar que el ultraderechista Donald Trump presidió Estados Unidos cuatro años y la toma del Capitolio por parte de un segmento de sus seguidores será un momento inolvidable tanto para quienes creen en el supremacismo blanco como para quienes vieron avasallados sus derechos civiles y humanos en la primera potencia económica y militar del mundo.

También, ¿qué pasa en el Brasil donde Jair Bolsonaro buscará su reelección en octubre? No solo es racista, no solo es negacionista de la pandemia del Covid 19, no solo resultó el mayor deforestador de la Amazonía, el principal pulmón del planeta. Bolsonaro, además, lleva a cabo un programa económico regresivo para los más desfavorecidos.

Es cierto que América Latina vive, además, cambios en dirección progresista y de izquierda. En abril pasado, Chile vio un cambio histórico. En efecto, Gabriel Boric venció a la derecha conservadora planteando un programa de profundos cambios, al tiempo que toma todas las medidas de gobierno en base a leyes surgidas de debates o acuerdos parlamentarios. Lo hace sin sin forzar el juego democrático y a la espera de la nueva Constitución que aún está en elaboración en la Convención Constituyente.

En México, Andrés Manuel López Obrador logró romper hace más de tres años la hegemonía de las distintas derechas de su país y su partido MORENA ratificó su buena performance en las elecciones estatales del pasado 5 de junio.

En Costa Rica, en enero pasado asumió Xiomara Castro, esposa de Manuel Zelaya, alguien depuesto por un golpe de Estado por sus posiciones progresistas, por enfrentar a los poderes económicos conservadores.

Algo similar sucedió en Bolivia, cuando Luis Arce en noviembre de 2020 ganó unas elecciones impuestas por la movilización popular y la golpista Yanine Áñez ahora purga prisión por haber complotado contra Evo Morales.

En Costa Rica, en abril de este año se impuso Rodrigo Chaves, un hombre de perfil progresista.

La herencia de la violencia y el futuro

Un mundo sacudido por dos años de pandemia al que se le sumó la invasión de Rusia a Ucrania que deja al desnudo el militarismo latente que vivía la región. Unas consecuencias económicas –y financieras– que impiden prever los escenarios a mediano y largo plazo.

Los contextos importan. También los procesos electorales y el rumbo que tomen quienes toman las riendas de los países. Porque eso también indica hacia dónde van los vaivenes culturales y sociales.

Lo que suceda el domingo en Colombia será un preludio de las que enfrentarán en octubre en Brasil. No necesariamente tendrán que ser resultados en la misma dirección. Colombia es importante, entre otras cosas, porque tanto Hernández como Petro se comprometieron a profundizar los Acuerdos de Paz iniciados en 2016.

Hace muy poco no faltaban quienes auguraban un magnicidio contra Petro, porque la ultraderecha no iba a permitir que un exguerrillero llegara a gobernar. Sin embargo, lejos de eso, Petro hizo una elección histórica con un 40% de votos a su favor en la primera vuelta.

Colombia celebró en 2016 la firma del Acuerdo de Paz que se propuso cerrar el Conflicto Armado Interno entre las fuerzas armadas regulares –apoyada por grupos paramilitares– y las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Este conflicto, precedido a su vez por el ciclo político conocido como La Violencia (1925-1958), que enfrentó a los tradicionales partidos Liberal y Conservador, había dejado hasta 2018 más de 250 mil muertos, ocho de cada 10 civiles, según el Centro de Memoria Histórica. También se reportaron alrededor de 80 mil desaparecidos y 37 mil víctimas de secuestros.

La violencia en Colombia sigue cobrándose vidas. En lo que va de 2022 fueron asesinados también más de una treintena de líderes sociales, según el Instituto para el Estudio del Desarrollo y la Paz. A su vez, la Cruz Roja Internacional estima el número de desplazados internos, de heridos y muertos volvió a aumentar en 2021: registró los números más altos desde que el presidente Juan Manuel Santos iniciara el proceso de diálogo por la Paz.

Sea cual sea el resultado del domingo, custodiar la paz, profundizarla, terminar con los grupos paramilitares y la persecución a los líderes sociales será fundamental para saber qué vivirá Colombia en los próximos cuatro años.

“En la campaña de 2018 –dijo Petro, en referencia a las elecciones que perdió con Iván Duque– teníamos mucha más ilusión popular por la paz. Hoy lo que tenemos en el país es una situación más peligrosa, con mucha indignación de la población, una sensación diferente a la de hace cuatro años”.

El Pacto Histórico impulsa ahora un “proceso de paz integral”. “Se reconocerán los protocolos que Santos firmó con los Estados garantes de la Paz. Iniciaremos el proceso de paz integral con todos los actores de la violencia y propondremos un gran Pacto de la sociedad para la convivencia”.

El candidato progresista, quien alteró su agenda de campaña por amenazas de muerte que asoció con traficantes de droga, aspira sin embargo a incluir a los paramilitares que combatieron a las guerrillas, aliados muchas veces con cárteles de narcotraficantes: “Los paracos, que vengan aquí, porque tendrán una segunda oportunidad; como en todas las sociedades, deben tener una segunda oportunidad”.

Hernández, a su vez, dijo que está a favor del Acuerdo de Paz y a su ampliación a los grupos que todavía no están incluidos, principalmente el Ejército de Liberación Nacional (ELN), aunque el candidato de la derecha afirma que para lograr eso hay "nuevas mesas de negociación que impliquen interminables conversaciones". Toda una definición de la trascendencia –o intrascendencia– que le da Hernández a la violencia política en Colombia.

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