Cooperativas agrarias: socias estratégicas para el desarrollo nacional

Como para el resto del país y gran parte del mundo, el 2020 supone grandes desafíos para las cooperativas agrarias uruguayas. Nos hemos visto en la necesidad de adaptar nuestros procesos de trabajo para garantizar la seguridad de nuestros socios, colaboradores y proveedores, pero sin dejar de producir los alimentos y el abrigo que tan imprescindibles resultan en el marco de una pandemia. En mis pagos dicen “pa’elante quedan las casa” y esa frase es parte de nuestro leiv motiv.

Mientras escribo estas líneas, observo a las majadas y al  ganado que van pariendo bajo la lluvia y reflexiono sobre la satisfacción que significa cosechar el fruto del trabajo diario, que supone planificación y gestión del riesgo económico y climático. Para muchos productores pequeños y medianos de nuestro país, como es mi caso, esto es posible gracias al cooperativismo. 

Las cooperativas agrarias hemos acompañado el crecimiento de Uruguay a lo largo de gran parte de su historia, contribuyendo al progreso de los productores rurales en base a principios y valores como la solidaridad, la responsabilidad, la igualdad y el desarrollo local de las comunidades en las que operamos. Nos ha ido bien, mal y regular, pero hemos aprovechado las diversas circunstancias para repensarnos colectivamente y para entender que en el ámbito en el que nos movemos, lo único permanente es el cambio.

En ese contexto, la resiliencia es una de las características que distinguen a las empresas cooperativas agrarias. Ante las crisis no nos vamos con nuestras inversiones, porque nuestro principal capital es el social. También defendemos a la igualdad como valor fundamental: cada socio tiene el mismo derecho a votar y a dirigir los destinos de la cooperativa con la mirada  puesta en la necesidad de nuestra empresa y de nuestros pares. 

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Quiero resaltar que las cooperativas agrarias somos plenamente conscientes de la responsabilidad que supone producir alimentos de forma inocua y sustentable. Vivimos en el mismo ámbito en el que trabajamos, por lo que somos los primeros interesados en cumplir con todas las normas ambientales que garanticen el uso responsable de los recursos naturales. En ese sentido, somos auditadas y controladas por el Estado de forma permanente, una situación que nos brinda un marco de formalidad permanente, con el cual nos sentimos cómodas y amparadas.  

Lo que he expuesto hasta aquí intenta demostrar, por qué estamos convencidos de que las cooperativas agrarias somos buenas socias para el Estado y la sociedad uruguaya. Este convencimiento ha llevado a nuestra Federación -Cooperativas Agrarias Federadas- a trabajar gremialmente con todos los gobiernos, desde nuestra fundación, hace 36 años.

Somos una gremial de consulta y aporte. 

Seguiremos apostando por este camino, porque estamos convencidos de que en un mundo competititivo, profesional y vertiginoso, se requieren empresas que sean responsables socialmente y que se basen en sólidos principios y valores. 

El compromiso explícito de las cooperativas agrarias es continuar siendo usinas de desarrollo económico, político y social para nuestro querido país.