Nadie como Alec Guinness para pasar del máximo orgullo a la más grande decepción en unos pocos cuadros de película. En El puente sobre el río Kwai, de David Lean, el actor reflejaba con enorme talento las dos caras de una misma moneda: la satisfacción del trabajo bien hecho a pesar de las circunstancias y el dolor absoluto tras la destrucción del puente que ha construido para el enemigo japonés que lo mantiene prisionero.
Algo similar es lo que sienten los trabajadores que entrevistó el periodista
Gay Talese en la década de 1960 durante la
construcción del colosal puente de Verrazano-Narrows en Nueva York, cada vez que descienden de las alturas donde trabajan y son dioses, para volver a transformarse, ya a ras del suelo, en seres humanos comunes y corrientes. Son los boomers, los obreros del aceroque van de un boom inmobiliario a otro, construyendo puentes y rascacielos por todo EEUU.
Talese hace de ellos el corazón de su trabajo periodístico y logra plasmar con un estilo inigualable los sueños, alegrías y disgustos de una raza particular de trabajadores que arriesgan la vida cada día, sin protección alguna, por unos cuantos dólares pero también por orgullo y algo de locura.
El libro, ya hay que decirlo, es una maravilla por donde se lo mire. De forma meticulosa pero no aburrida, Talese compone un fresco de época excepcional, donde muestra su enorme capacidad para hilvanar temas y presentarlos de forma atractiva. A cada episodio le da un antes, un durante y un después con igual brillantez.
También hay que resaltar la honradez intelectual del autor al presentar un trabajo que si bien se centra en la vida y obra de los trabajadores del puente, no oculta las mezquindades de su construcción.
Relata Talese como ninguno de los trabajadores estará presente el día que el gobernador Nelson Rockefeller corte la cinta inaugural para las cámaras. O describe la desesperación y las protestas de aquellos a los que la construcción del puente les costó la expropiación y el derrumbe de sus casas.
Hay capítulos reveladores como el que describe la historia de los puentes en EEUU, desde la época de los pioneros hasta la puesta en marcha del Verrazano-Narrows, un puente tan largo que el ingeniero jefe tuvo que tener en cuenta la curvatura de la Tierra para realizar los cálculos matemáticos. O el que cuenta como el famoso creador del puente sobre las cataratas del Niágara le pagó US$ 5 a un niño para que izara una cometa que cruzase por encima de las aguas, le ató una cuerda y así tendió el primer cable.
Talese, como Tom Wolfe, Norman Mailer o Truman Capote, es un escritor con mayúsculas que hizo del periodismo una forma de vida. Ese compromiso se refleja en las páginas del libro, que se torna conmovedor cuando describe la vida cotidiana de todos los trabajadores involucrados en el proyecto, del capataz al aprendiz.
Lo más emocionante del libro es cuando Talese encuentra a James J. Braddock, excampeón del mundo de boxeo, trabajando como engrasador en el puente, a los 60 años, por US$ 700 al mes. Se trata del hombre al que dio vida Russell Crowe en la película Cinderella Man. El libro cuenta lo que la película no: el después del éxito.
El puente, publicado por primera vez en 1964, mantiene toda su fuerza intacta. Es uno de los reportajes más notables del siglo XX y al mismo tiempo un manual de periodismo sobre como presentar una
historia y desarrollarla por capítulos. Imprescindible.
El puente
Editorial: Alfaguara
Páginas: 206