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Covid-19, migraciones y la unidad: ¿podrá Biden cumplir sus planes?

Gobernando con órdenes ejecutivas, Biden comenzó a desmontar la era Trump, pero tendrá que pactar con los republicanos para sacar adelante su agenda
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01 de febrero de 2021 a las 05:00

Diez días en la Casa Blanca y aún no hay un sobresalto, que seguramente vendrá, pero por ahora los primeros días de la presidencia de Joe Biden trascurrren con normalidad.

"Ha sido una semana ocupada", dijo el jueves el presidente en la Oficina Oval, refiriéndose a la cascada de órdenes ejecutivas que firmó desde que asumió el poder el 20 de enero, anulando reglas promulgadas por su predecesor, Donald Trump, en todo tipo de temas: medio ambiente, migración y fronteras, situación sanitaria, seguridad. 

Pero el logro más significativo de Biden en estos 10 días ha sido recordarles a los estadounidenses que es posible que no ocurra nada inesperado en la Casa Blanca. 

  • No bombardear a los ciudadanos con mensajes por Twitter.
  • No tildar a los periodistas de enemigos del pueblo. 
  •  No demonizar al partido de oposición. 
  • Sesiones informativas diarias, detalladas, llenas de hechos e incluso aburridas por parte de expertos sobre covid-19, la economía y otros temas. 
  • Un presidente que apela a la unidad y que aparece a menudo en público, pero nunca por mucho tiempo. 
  • Un secretario de Estado, Antony Blinken, asegurando a los diplomáticos del mundo que Estados Unidos ha vuelto a la escena internacional. 

"Ahora hay un plan"

El presentador de programas nocturnos Stephen Colbert bromeó sobre la principal diferencia entre el plan de coronavirus de Biden y la versión de Trump: "Ahora hay un plan". 

Pero solo han transcurrido 10 días. A Biden y su administración se le empezará a juzgar después de esos primeros 100 días en los que el mandatario calculó que estarían vacunadas 100 millones de personas, casi un tercio de la población. Esta semana amplió el horizonte: 300 millones de inmunizados para el comienzo del otoño.

Hoy todo se reduce en Estados Unidos al tema del covid-19, que está en camino de matar a medio millón de ciudadanos. Una amenaza permanente y, a la vez, una oportunidad extraordinaria para recuperar a su nación y marcar con una impronta exitosa, y de hondo valor humano, su gestión en la Casa Blanca.

Los datos del jueves muestran que el país está viviendo la crisis económica más aguda desde 1946, con un PIB que se contrajo un 3,5% en 2020, lo que se traduce en restaurantes cerrados, aviones vacíos y trabajadores sin empleo. 

La presidencia de Biden dependerá de lo que suceda con la pandemia. Si logra inmunizar a la población y reactivar la economía, podría convertir el desastre actual en triunfo. 

"El éxito de todo lo demás dependerá realmente de eso", dice Mark Carl Rom, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Georgetown. 

Cuando llegue el verano, ¿podrá la gente común y corriente "ir a la playa y no preocuparse por enfermarse y morir"?, se pregunta Rom. De ser así, "sería un paso enorme". 

Estados Unidos registra la cuarta parte del contagio mundial: 25 millones de personas, y con más muertes que en cualquier otro país: sobre las 430 mil hasta este viernes.

Biden estimó hace una semana que esa cifra puede llegar a las 600 mil víctimas mortales: una cifra que equivale a casi toda la gente que habita en la capítal estadounidense, donde operan las instituciones que pueden echar a andar las políticas para enfrentar la pandemia, detener su daño y abrir la ruta a la recuperación económica.

"La unidad"

El otro gran desafío de Biden es restaurar la unidad en un país que la presidencia de Trump dividió por la mitad.  El tema al que dedicó su discurso de investidura y del que ha seguido hablandfo casi a diario.

Biden ha tomado medidas para bajar la temperatura tras una temporada electoral que terminó con los partidarios de Trump irrumpiendo en el Congreso el pasado 6 de enero, hechos por los cuales está en agenda, para el 9 de febrero, el inicio del segundo juicio político contra Donald Trump. La acusación fue remitida esta semana al Senado y promete jornadas tensas entre republicanos y demócratas, el gobierno de Biden y la figura de Trump que volverá a alcanzar protagonismo.

Biden y su portavoz, Jen Psaki, evitan morder el anzuelo cuando se la prensa le pide que opinen sobre el juicio impeachment al presidente saliente. El asunto, señalan, deben decidirlo los legisladores.

Lo que Biden logró fue posponer el inicio del juicio para que el Senado pudiera procesar los nombramientos de su equipo ejecutivo.

El presidente también se negó a involucrarse en una pelea que tuvo lugar en el Senado cuando algunos demócratas intentaron eliminar una regla que obliga a los legisladores de ambos partidos a trabajar juntos para aprobar proyectos de ley. La regla se mantuvo. 

Biden no nombró de todas maneras a ningún republicano de alto perfil en su gabinete, como algunos habían predicho que haría. 

Y está siendo criticado por la cantidad de órdenes ejecutivas que está promulgando, pasando por encima del Congreso.

Incluso el consejo editorial del New York Times lo reprendió el jueves, diciendo que "esta no es la forma adecuada de hacer leyes".  

Su primera prueba imporante será obtenerr el apoyo bipartidista en el senado para su voluminoso paquete de asistencia económica de 1,9 billones de dólares destinado a enfrentar la pandemia. 

Hasta ahora las señales no son buenas. 

Pero la Casa Blanca insiste en que Biden, que durante largos años fue senador, tiene la experiencia necesaria para lograr que los dos partidos conversen. 

"Unificar el país es abordar los problemas que enfrenta el pueblo estadounidense y trabajar para que demócratas y republicanos hagan exactamente eso", dijo Psaki el jueves. 

De momento, Biden tiene el viento en popa. Una encuesta de la Universidad de Monmouth publicada el miércoles muestra que tiene un nivel de aprobación del 50%.

Podría no parecer mucho, pero sí lo es si se tiene en cuenta que al dejar el cargo Trump contaba, según un sondeo de Gallup, con el respaldo de apenas el 34% de los ciudadanos.

La reforma migratoria

En su primer día en la Casa Blanca, en la Oficina Oval que instruyó que se decorara con bustos y pinturas de figuras que expresen su ideario político, Biden presentó la reforma migratoria para regularizar la situación de cerca de 11 millones de indocumentados, la mayoría de origen latinoamericano, que se encontraban en el país antes del inicio de 2021.

Una nota de The New York Times recuerda que es el programa de inmigración más ambicioso desde 1986, tiempo en el que el presidente Ronald Reagan firmó una ley que dio estatus legal a tres millones de inmigrantes.

El mandatario también ordenó detener la construcción del muro en la frontera con México, ordenada por Trump,. y derogó la prohibición de viajar a Estados Unidos desde varios países, principalmente musulmanes.

Es un tema espinoso. La reforma reqquerirá el apoyo de 60 de 100 diputados y los demócratas solo cuentan con 50, en un empate con los republicanos, por lo que aquí es necesario el entendimiento y la cooperación bipartidista.

Y, a la vez, Biden y sus asesores dejan saber que se quieren mover con cautela porque al sur, en las naciones centroamericanas siempre al borde de la pobreza, y más ahora como consencuencia de la pandemia, se acelera el movimiento para llegar a la frontera con Estados Unidos.

A esas oleadas de gente que salen desde Honduras y El Salvador y se engrosan en el camino, las apremia la violencia, la pobreza y la corrupción. También la promesa de Biden de un nuevo enfoque migratorio.

También esperan los casi 30 mil migrantes del pograma "Quédate en México", cuyos casos están pendientes de resolución en cortes de Estados Unidos. Los defensores de los migrantes tienen entre sus reclamos acabar con esta permanencia en México. Y se estima, además, que este año marque un récord en peticiones de aslilo

Por ahora, la administracón Biden se lo toma con calma. Es cuestión de tiempo. 

(Con información de AFP)

 

 

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