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Crece a la alarma por los ataques de adolescentes contras las escuelas en todo Brasil

Según un relevamiento de la Universidad Estadual de Campinas, la primera masacre escolar se registró en 2002. Desde entonces, se sucedieron 22 hechos. Trece de ellos en los últimos dos años
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14 de abril de 2023 a las 05:03

Hace doce años, una noticia conmocionó a Brasil. Un joven de 23 años ingresó en la Escuela Pública Municipal Tasso da Silveira en la que había estudiado, en el barrio Realengo, en la zona oeste de Río de Janeiro, y produjo una masacre. Armado con dos revólveres, disparó contra los estudiantes. Mató a 12 y se suicidó.

Luego de la masacre, la policía hizo público los escritos del atacante, Wellington Menezes de Oliveira. También varios videos en los que elogiaba al estudiante universitario Seung-Hui Cho, que había matado a 33 personas en 2007 en los dormitorios del Instituto Politécnico de la Universidad Estatal de Virginia, Estados Unidos.

"Espero que sirva de lección, especialmente para esos funcionarios escolares que permanecieron con los brazos cruzados mientras los estudiantes son atacados, humillados y ridiculizados", decía Oliveira en uno de los vídeos en los que mencionaba a Dios y la Biblia.

El aterrador episodio en la pobre barriada carioca trajo a la memoria colectiva otra masacre. La de 12 alumnos y un profesor ocasionada por los estudiantes Eric Harris y Dylan Klebold en 1999 en la Columbine High School, de Colorado. El acto de Oliveira, sin embargo, fue tratada como lo que hasta ese momento se consideraba que era: algo inédito en Brasil.

Sin embargo, desde hace algunos meses, la ocurrencia de muchos casos similares comenzó a reclamar la atención de las autoridades brasileñas. Primero fue la guardería en Blumenau, en el estado de Santa Catarina, el objetivo de un hombre de 25 años que les quitó la vida a cuatro niños a machetazos.

Las averiguaciones señalaron que no había vínculo alguno entre el agresor y el jardín de infantes. Días después, otro ataque causó una muerte y dejó 5 heridos en la Escuela Estadual Thomazia Montoro, en el barrio Vila Sônia, en San Pablo. El crimen fue cometido por uno de sus alumnos, de apenas 13 años.

En los últimos tiempos, otros episodios tuvieron mayor o menor repercusión en el país. Todos ocasionados por alumnos y exalumnos, como el registrado en la Escuela Primaria y Secundaria Estatal Primo Bitti y el colegio privado de Praia de Coqueiral, en Aracruz, en el estado de Espíritu Santo en noviembre pasado. También el ocurrido en 2019 en la Escuela Provincial Profesor Raul Brasi, en San Pablo. El saldo de ambos hechos: 7 estudiantes muertos y 3 docentes.

Trece casos en dos años

Según un relevamiento de la Universidad Estadual de Campinas, la primera masacre escolar se registró en 2002, cuando un adolescente de 17 años disparó a dos compañeras dentro del aula. Fue una escuela privada en Salvador de Bahía. Desde entonces se sucedieron 22 hechos.

En tres episodios, los ataques fueron cometidos por dos autores. En cinco, los tiradores se suicidaron. En total, 30 personas murieron, incluidos 23 estudiantes, cinco maestros y dos auxiliadores decentes. Del total, 13 casos se concentraron en los dos últimos años.

La preocupación llevó al profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de San Pablo (USP) Daniel Cara a coordinar la creación de un grupo integrado por investigadores de universidades de diferentes estados. A fines del año pasado, elaboraron un documento analizando el escenario y proponiendo estrategias.

Según los investigadores, los casos deberían catalogarse como “extremismo de derecha”. La razón: “implican la cooptación de adolescentes por parte de grupos neonazis que se basan en la idea de la supremacía blanca y masculina” que los alientan a realizar los ataques.

Los investigadores concluyeron que estos grupos difunden un discurso que valora el prejuicio, la discriminación, el uso de la fuerza y fomentan, directa e indirectamente, los actos violentos. La conclusión: las medidas preventivas sólo serán efectivas si se actúa sobre este escenario.

“Es necesario entender que el proceso de cooptación se da a través de interacciones virtuales, en las que el adolescente o el joven es frecuentemente expuesto a contenidos extremistas difundidos en aplicaciones de mensajería, juegos, foros de discusión y redes sociales”, señala el documento.

El relevamiento indica que la presencia de símbolos asociados a ideologías de extrema derecha es recurrente. Es el caso del adolescente que febrero pasado arrojó bombas incendiarias e intento atacar su exescuela en Monte Mor, San Pablo. No hubo muertos ni heridos. El joven, de 17 años, llevaba un brazalete con la esvástica nazi. También lo llevaba el adolescente que protagonizó el ataque en Aracruz.

En ambos casos, además de la cruz gamada símbolo de los nazis, llevaban una máscara de esqueleto. La utilizada por el personaje Ghost de la franquicia de juegos Call Of Duty, que se conoce como “máscara de asedio”, popular en los foros de jugadores extremistas. Una forma de identificación para los simpatizantes neonazis de todo el mundo.

La máscara también aparece en videos y fotos tomadas en enero de 2021 durante la invasión al Capitolio, en Estados Unidos. Además, estuvo presente en los actos antidemocráticos ocurridos en Brasilia, cuando una multitud de extrema derecha intentó evitar la asunción del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

La “máscara de asedio” fue adoptada por grupos de extrema derecha por sus similitudes con la calavera utilizada por la Totenkopf, una división paramilitar de las SS del Partido Nazi que actuó directamente en el Holocausto. La máscara, además, está asociada a la masacre realizada por un dúo que dejó 8 muertos en 2019 en la Escuela Estadual Raúl Brasil, en Suzano.

"Sentido de pertenencia"

Telma Vinha, educadora y coordinadora de la encuesta realizada por la Unicamp, explica que hay un perfil frecuente entre los agresores: jóvenes blancos con baja autoestima e impopularidad en la escuela. “Tienen muchas relaciones virtuales y falta perspectivas de cara al futuro”, señaló en una entrevista por TV Unicamp.

Vinha agrega que es común la existencia de trastornos mentales no diagnosticados, o sin un seguimiento adecuado. Según la coordinadora del estudio, estas situaciones pueden desarrollarse o agravarse por las dificultades de relacionarse en la escuela. En algunos casos, los antecedentes confirman situaciones de acoso y prolongadas exposiciones a la violencia en el hogar.

Telma explica que estos jóvenes pueden experimentar en el entorno virtual un sentido de pertenencia que no tienen en la escuela. El crecimiento de los ataques también se ha relacionado como un posible resultado de la pandemia de covid-19 debido a que el consumo de juegos electrónicos aumento la exposición de los jóvenes debido al aislamiento social.  “Incluso actuando en forma aislada, se sienten parte de algo más grande”, explica.

En Estados Unidos, donde las masacres producidas por jóvenes en las escuelas ocurren desde hace más tiempo y con mayor frecuencia, una encuesta realizada por el diario The Washington Post  mapeó 377 incidentes desde 1999. Considerando solo 2021 y 2022, hubo 88, casi una cuarta parte del total.

En Brasil, según la Unicamp, los ataques registrados desde 2002 ocurrieron en 19 escuelas públicas, entre estatales y municipales, y cuatro privadas. Según Telma, los perfiles de las instituciones son diferentes. “No hay nada que explique por qué pasó en una escuela y no en otra. Hay escuelas ubicadas en regiones más violentas que las que fueron atacadas”, precisa la educadora.

Las redes, bajo escrutinio federal

Después de los últimos ataques, el gobierno de San Pablo se apresuró a anunciar algunas medidas, entre ellas la asignación de policías dentro de las escuelas y la ampliación de la inversión en un programa de mediación de conflictos en las unidades de enseñanza. En Santa Catarina, el alcalde de Blumenau se comprometió a crear un protocolo de prevención para evitar nuevos casos.

La repercusión de los casos recientes también motivó la adopción de medidas en otros estados. El gobierno de Río de Janeiro anunció la conformación de un Comité Permanente de Seguridad Escolar con representantes de Seguridad Pública y Educación para actuar en las escuelas públicas y privadas. A su vez, el Gobierno federal creó un grupo interministerial para analizar las propuestas de política pública.

En los últimos días, un adolescente de 14 años y sus padres fueron detenidos acusados de terrorismo por apología del nazismo. El menor había planificado con mensajes en las redes sociales un ataque a una escuela de la ciudad de Maquiné, en Río Grande del Sur, según informó la policía.

La operación se realizó a partir de un trabajo de inteligencia en las redes sociales, en el marco de la ola nacional de ataques. Cuando la policía allanó la vivienda de la familia encontró una bandera nazi que había sido regalada por el padre al hijo en su cumpleaños. También pancartas y banderas con los rostros de Adolf Hitler y Benito Mussolini.

Por lo pronto, el Gobierno amenazó con denunciar y aplicar sanciones a las empresas de redes sociales que no tengan una política de retiro de contenidos que hacen una apología de la violencia escolar, o incluyen amenazas de masacres en las escuelas. La advertencia la hizo el ministro de Justicia, Flávio Dino, y estuvo dirigida, en especial, a la red social estadounidense Twitter.

El efecto dominó que generó la masacre ocurrida en el jardín de infantes de Blumenau explotó en las redes sociales, lo que motivo que Dino convocara a los representantes en Brasil de Meta, Kwai, TikTok, Twitter, YouTube, Google y WhatsApp.

"Estamos viendo que se instala el pánico dentro de las escuelas y las familias y aún no hemos identificado la proporcionalidad de la reacción de las plataformas con esta epidemia de violencia que amenaza en este momento a nuestras escuelas", dijo a los periodistas Dino, luego de la reunión con los ejecutivos de las redes.

"Dejé en claro en la reunión que si no se hace caso a la notificación, tomaremos acciones policiales y legales contra las plataformas. Obviamente, no queremos eso. Queremos que las plataformas nos ayuden", aseguró al mismo tiempo que la cartera a su cargo informaba haber identificado 511 perfiles con difusión de contenidos violentos contra las escuelas en los dos días posteriores a la masacre de Blumenau, y solo en Twitter.

"No hay razón, en este momento, para entrar en pánico. Lo que existe es la necesidad de fortalecer los mecanismos institucionales, y el comportamiento de las plataformas tecnológicas es determinante para que podamos tener una prevención general", agregó el funcionario.

(Con información de la Agencia Brasil de Noticias, AFP y medios brasileños)

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