Son las 10 de la mañana de un jueves y en Sinergia Design hay cinco jóvenes hablando de política con una periodista. Los cinco vienen de diversos barrios, estudian diferentes carreras y tienen contrastes en sus preferencias políticas. Este domingo estos jovenes sabrán por primera vez que es eso de cortar la tirilla del sobre, de entrar al cuarto secreto, de dejar caer el voto en la ranura de la urna. Este domingo sus credenciales estarán de estreno y le darán el primer beso al ejercicio cívico de la ponderada democracia uruguaya.
El Observador reunió a cinco jóvenes de distintos contextos para que puedan compartir su visión sobre la primera campaña electoral en la que tendrán que deberán decidir qué harán con su voto.
Julieta Palombo tiene 20 años, vive en Malvín Norte y estudia Derecho. Luciana Pesca (20), que es de Maldonado, también optó por la misma carrera. Matías Zabolewics (19) es de Rivera, vive actualmente en el barrio La Comercial y estudia Ciencias Sociales. Luis Pereira (21) vive en el Cerro y estudia Enfermería. Ignacio Melogno (20) vive en Malvín y estudia Relaciones Internacionales.
Los jóvenes primeros votantes se declaran emocionados por estas elecciones, ansiosos y hasta nerviosos. Luciana, Julieta, Luis, Matías e Ignacio compartieron sus puntos de vista, sus temores, esperanzas y sus vivencias de cara a estas elecciones, en una especie de mesa redonda ágil, honesta y esclarecedora, que brinda un acercamiento a lo que pasa por la mente de uruguayos menores de 25 años, preocupados por su futuro y por su país.
A continuación, un resumen de coincidencias y contrastes que manifestaron los jóvenes sobre temas como educación y empleo. pero también acerca de ideologías, tolerancia y autocrítica.
Por lejos, el empleo es el tema que más les preocupa a estos jóvenes estudiantes y todos dijeron que el sistema no está pensado con igualdad de oportunidades para que ingresen al mercado laboral.
“Me da miedo. Estoy estudiando una carrera universitaria y me da miedo que el título no sea suficiente”, dijo Julieta, y el resto asintió. Sienten que se educan pero que eso no es suficiente. Que buscan trabajo y no siempre califican siquiera para presentarse a un llamado.
¿Cómo tener la experiencia exigida cuando lo que buscás es un primer trabajo? ¿Cómo hacer cursos que el empleador pide –administración, computación– si apenas pueden financiarse los estudios, en la mayoría de los casos con la ayuda de sus familias? Esas son las preguntas que estos jóvenes se hacen y van en la misma vía del diagnóstico general de Luciana: “Se siente en los jóvenes ese temor hacia el futuro”.
Aunque Matías solo se limita a decir que el candidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, “habla de promover más el emprendimiento”, todos dicen (a veces con el silencio) no haber escuchado a los principales presidenciables hablar de este asunto que les quita el sueño.
“Les da miedo reconocer que hay cosas que hicieron mal. No está mal reconocerlo”, dice Julieta. Reconocer el error y partir de esa autocrítica para construir o redireccionar lo que se está haciendo es algo valorado por estos jóvenes, que consideran que a los políticos les falta autocrítica y que sobra negatividad en la campaña, negatividad que no creen que agregue ningún valor.
“Me parece que el gobierno tiene que tener mucha autocrítica. Tiene que saber que si se equivocó, tanto en la campaña como en el momento de implementar políticas públicas, debe salir a decirlo. Seregni tenía mucha autocrítica. No tenía ningún problema. Me parece muy bueno eso. Muy destacable”, señaló Matías antes de decir que eso no solo es un problema del Frente Amplio sino “de todos”. El joven es de Rivera.
Para Julieta, que estudia Derecho y piensa votar al Partido Nacional, “ningún gobierno fue perfecto” y eso debe ser algo reconocido por propios y ajenos.
“Siempre es fácil ver lo que el otro hizo mal. Reconocer el error del otro siempre es más fácil que decir lo que uno verdaderamente quiere hacer”, sostuvo.
Para estos jóvenes es evidente que la educación debe cambiar en múltiples aspectos: contenidos, relaciones e infraestructra.
Detectan faltas de respeto de los estudiantes hacia los profesores pero también de los profesores hacia los estudiantes. Hablan de ausencia de motivación, de una educación que se enfoca demasiado en lo formal y que olvida la mente y el cuerpo de cada niño, de profesores que deben profesionalizarse y de la necesidad de contar con contenidos y formatos de enseñanza con los que el niño y el joven se sienta identificado.
“Que se implemente educación sexual infantil para poder prevenir situaciones importantes que no están previstas hoy en día. Creo que hoy en día los niños están abandonados. Se les enseña algunas cosas básicas pero no se les enseña como conocer su cuerpo, como identificar ciertas cosas que están bien y que están mal, y creo que eso es típico de un sistema educativo de antes”, señala Luciana cuando expresa su postura.
Para Luis hay que profesionalizar a los docentes. Para Julieta el problema es que los adolescentes no se sienten motivados con la educación que se imparte. Para Matías, por su parte, el problema radica en que el liceo no es un lugar amigo para los jóvenes.
“El niño, el adolescente, no se ve identificado con lo que se da en el liceo. Me parece que el gobierno se tiene que abrir a nuevas ideas”, dijo.
“Yo iba a un liceo que quiero mucho y todo pero estaba mugriento mal, era feo, no te invitaba, no era un lugar para estudiar”, agregó a modo de ejemplo.
Ninguno de los cincos jóvenes dijo sentirse identificado o condicionado por categorías tradicionales de la política, como la derecha o la izquierda. “No es sano encerrarse en categorías; te limita de ver el resto”, dijo Luciana y todos explicaron que intentan conocer diferentes propuestas, en algunos casos opuestas a las que apoyan.
“A veces uno tiene que decir ‘soy de izquierda’ o ‘soy de derecha’ porque justo la propuesta que uno quiere votar se identifica así”, dice Julieta, antes de asegurar que no tiene problema de cruzar las fronteras ideológicas de los diferentes partidos en alguna futura elección.
“Yo fui cambiando con el paso de los años porque como dijiste vos (señala a Luciana), hay que explayarnos más a conocer las distintas ideas y los distintos puntos de vista”, acotó Ignacio Melogno, que vive en Malvín, estudia Relaciones Internacionales y votará al candidato colorado Ernesto Talvi este domingo.
Ignacio contó que una vez hizo un test político que un amigo le recomendó y el diagnóstico lo calificó de liberal, que es la forma en la que el prefiere definirse.
“Liberal pero de la escuela austríaca”, aclara. Y enseguida nombra a sus referentes: Friederich Hayek, Ludwig von Mises y Murray Rothbard.
“Ah, yo también”, le dice desde en frente Matías, que duda su voto entre Talvi y Lacalle Pou.
Luego del asentimiento, el joven riverense señaló que, a su parecer, la dicotomía no se centraba en “izquierda-derecha” sino en “libertad y despotismo”.
Mientras se preparan para un momento que consideran histórico, estos primeros votantes usan las redes sociales sobre todo para explorar y ver qué se dice, pero no tanto para debatir porque consideran que impera la falta de respeto, el ataque y el insulto.
“Y nadie pone la cara. Estoy seguro que cara a cara podemos charlar, pero en Twitter se quieren matar”, dijo Matías, resumiendo una versión de la campaña.
Todos reconocen a Twitter como la red social en donde la política tiene una mayor participación.
En las redes sociales han visto las peores caras de los militantes, pero también de los candidatos, según perciben estos jóvenes. La dicotomía “hablo pestes de vos y después te doy un abrazo” no les pasa inadvertida.
“Yo uso más que nada Facebook y me ha pasado más de una vez tener encontronazos. Hay gente que no te deja tener otro punto de vista”, señaló Luis, que vive en el barrio montevideano del Cerro y está seguro que va a votar a Daniel Martínez este domingo.
Matías resalta que en Twitter el manejo de la política es “grotesco” y le impresiona como “a todo el mundo le encanta insultarse” en esa red social. Pero no lo ve solo del lado de los militantes. Apunta su mirada crítica también hacia los candidatos.
“No son lo mismo en Twitter y en la tele, por ejemplo, que cuando se ven. En la tele se dan palo y cuando se ven se abrazan y está todo bien”.
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