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Crisis de doblaje: yo no leo español

La poca capacidad lectora del público es el principal argumento que dan las distribuidoras para explicar el aumento de películas dobladas
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23 de octubre de 2017 a las 05:00
En la cartelera de cine uruguaya de esta semana American Made se llama Barry Seal: solo en América; The Hitman's Bodyguard, Duro de cuidar; Wind River, Viento salvaje. En temas de cine la discusión sobre la traducción del idioma original al español empieza, siempre, en el título. En los últimos años el debate creció tanto como la cantidad de funciones traducidas al español.

Por ejemplo, según datos recabados por El Observador, la cartelera de viernes incluía 11 proyecciones de It (Eso). Seis eran dobladas. Cinco tenían subtítulos. Del 5 al 11 de octubre, la película (la más taquillera de terror de la historia en EE.UU.) vendió 422 entradas para su versión doblada y 77 para la original en los complejos de Life Cinemas. En los cines de Movie la diferencia era de 55% en la película traducida al español y 45% en su versión original.

Los datos explican buena parte del porqué en el mercado uruguayo abundan las películas dobladas de los estrenos más comerciales. Este asunto estuvo en el centro de la conversación en los últimos días después de que la Asociación de Críticos del Uruguay (ACCU) publicara un comunicado criticando el modelo de proyección que se ha impuesto en el mercado local.

"La proliferación de funciones con copias dobladas viene relegando la posibilidad de ver las versiones verdaderas de las películas a unas pocas funciones en unas pocas salas durante unas pocas semanas.

Para personas que no tengan una disponibilidad total de tiempo, en algunos casos las opciones son tan pocas que implican la imposibilidad de ver la película en su versión verdadera", dice el comunicado de la asociación, publicado el pasado lunes.

Consultado por El Observador, Álvaro Caso, director de la distribuidora ENEC, coincidió con la asociación en que existe un tema cultural que ha propiciado un acostumbramiento del público a los formatos doblados.

"Hay que comprender que el espectáculo cinematográfico, que fue en una época extremadamente popular, se ha ido segmentando hacia otros lugares, y esa segmentación se dio hacia sectores más populares que se habían perdido. Los hábitos y las costumbres han cambiado y esas fracciones de la sociedad, que se habían desvinculado del espectáculo, se han vuelto a vincular", dijo Caso.

Según el director de ENEC, ese nuevo público es el que pide exclusivamente funciones dobladas y es lógico que las distribuidoras operen a favor de los interesas más adecuados para su rentabilidad.

Mariana Chango, gerenta general de Life Cinemas, lo analiza de la siguiente manera: "Las personas que llegan al cine y les dicen que la película no está doblada se va porque no puede leerla. Hay gente que se levantan si no pueden seguir la lectura de los subtítulos. El doblaje en cine es una consecuencia, no una causa. La gente lee menos y por lo tanto su capacidad y velocidad lectora es menor".

En ese sentido, comentó que es un fenómeno que se ha acentuado en los últimos años y que tiene antecedentes en señales de cable como Cinecanal, que presenta una programación enteramente doblada.

Caso hace hincapié en un aspecto técnico que, si bien no funciona como excusa, sí puede ser tenido en cuenta como otro de los factores relativos a la falta de capacidad de lectura. Según comentó antes la banda de subtítulos en las películas de 35 milímetros se proyectaba de manera más lenta. Con las nuevas tecnologías el tiempo de permanencia en pantalla de las leyendas es menor.
María José Scremini, gerenta de marketing de Movie, agregó que la empresa "no puede ignorar las tendencias del mercado" y que muchas veces, cuando la gente se entera de que la película es subtitulada, se va.

"Hay grandes diferencias entre complejos. Cada uno tiene su público. Por ejemplo, en Punta Carretas Shopping 98% de las películas son subtituladas. Nuevo Centro funciona al revés y hay un rechazo por las películas subtituladas", comentó. Chango de Life también concuerda con la diferencia de las salas. "Las películas que nosotros ofrecemos dobladas son las comerciales. No se nos ocurre dar una de Woody Allen traducida. En Alfabeta ponemos en cartel una película doblada y me prenden fuego el cine", dijo.

Que no sea norma

Si bien ACCU entiende que el objetivo de las distribuidoras es vender entradas y que por ello se adhieran a la tendencia de sumar funciones dobladas, intentan reunir esfuerzos para que no se vuelva una regla.

"El problema empieza en esa enorme maquinaria de la estupidización global en que se ha convertido Hollywood y que con este tipo de películas solo retroalimenta ese sistema. Desde este punto de vista deberíamos pensar en ese público que no quiere leer, un público que ve en los subtítulos un obstáculo, y preguntarnos si con esta tendencia no se estarán ahondando ciertas carencias. El cine también forma su público. Actualmente se hace la vista gorda sobre un problema con la excusa de la viabilidad económica", dijo a El Observador Gonzalo Palermo, vicepresidente de ACCU.

Palermo apuntó que no tener una política estatal que regule la cantidad de funciones resulta un contrasentido si se entiende que existe una continuidad en los lineamientos de alfabetización, acceso a la cultura y educación que se proponen desde el Estado.

"Las distribuidoras de las majors se manejan por una lógica del mercado: como el público que frecuenta el Shopping Nuevocentro al parecer prefiere funciones dobladas les dan todas las funciones dobladas, y punto. Estos empresarios han identificado una brecha social y la están explotando con fines comerciales. Después de todo, ese es su trabajo. Ahora bien, al Estado sí le correspondería trabajar sobre esa brecha en una clave social y por qué no proponer formas alternativas para subsanarla o al menos reducirla", aseguró.

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