Luis Lacalle Pou aparece en más tres millones de resultados de una búsqueda simple en Google. Fue la cara visible de las conferencias que desde Torre Ejecutiva los canales de televisión transmitían en cadena nacional al comienzo de la emergencia sanitaria. Previo a las elecciones internas que lo llevaron a ser candidato presidencial, tuvo más segundos publicitarios al aire que todo el Frente Amplio y el Partido Colorado sumados. Fue tendencia de Twitter en Argentina, lo entrevistó la BBC y al menos dos uruguayos llevan su firma tatuada en el antebrazo. Pero el 2% de la población adulta del país dice desconocer quién es Lacalle Pou.
El presidente de la República es, sin embargo, el líder político en actividad que cosecha mayor nivel de conocimiento popular. La última encuesta ómnibus —como los encuestadores le llaman en la jerga a esas consultas de opinión pública en las que se pregunta desde las preferencias electorales hasta los principales problemas del país— de la consultora Opción revela que la grilla de figuras políticas uruguayas hay al menos tres escalones de conocimiento. Lacalle Pou está en un primer peldaño, separado del resto. Más atrás vienen aquellos líderes que ocuparon o compitieron por cargos a escala nacional: Pedro Bordaberry (el 7% dice explícitamente que no lo conoce), Guido Manini Ríos (8%), y Carolina Cosse (9%). El podio lo completa un tercer grupo de líderes “emergentes”: Beatriz Argimón (14%), Álvaro Delgado (16%), Yamandú Orsi (16%) y Laura Raffo (17%).
Eso responden los uruguayos cuando se les pregunta por la simpatía que les despierta cada uno de esos actores políticos. Sin ayuda de imágenes ni de cargos —y dejando de lado el pequeño porcentaje de los encuestados que prefiere no contestar la consulta— los uruguayos son capaces de responder en su mayoría si determinada figura les causa simpatía, antipatía o ninguna de las dos. Pero hay una porción que admite no conocer al nombre en cuestión. Y ese parece ser un dato clave entre quienes desean competir en la carrera electoral para 2024.
Cuentan que el publicista Ivy Lee —uno de los hombres que consolidó como disciplina a las Relaciones Públicas— les decía a sus clientes: “lo importante es que hablen de ti, aunque sea mal”. Y en la política moderna su máxima se convirtió en axioma.
Tal vez por eso el hoy senador Juan Sartori —un desconocido para la masa de uruguayos hace menos de un lustro— lanzó su precandidatura presidencial con la expectativa: “¿Quién es Juan?”. El canciller renunciante Ernesto Talvi —otro de los outsiders en la pasada campaña electoral— peleó por la vuelta de los debates televisivos dado el rating potencial. Lo logró, un cuarto de siglo después de la última contienda dialéctica en pantalla chica, se enfrentó al frenteamplista Óscar Andrade. Y el jefe de campaña del líder colorado, el publicista Francisco Vernazza, preguntaba en cada corte publicitario: “¿cuántos puntos (de rating) va midiendo?”.
El nombre del candidato es uno de los elementos constitutivos del voto, sobre todo en los sistemas semi-presidencialistas como el uruguayo. Pero el director de Opinión Pública de la consultora Opción, Rafael Porzecanski, aclara que una mitad del electorado tiene una identidad de bloque en que las caras pierden peso.
Los datos que muestran la última encuesta de Opción abonan, según Porzecanski, a la postura de los colorados que reclaman la vuelta de Bordaberry: “tiene la ventaja que, al ser conocido, le podría bastar una campaña corta”.
En el Partido Nacional, en cambio, los tres liderazgos (Delgado, Argimón y Raffo) empiezan con niveles de desconocimiento similares. “Son niveles más bajos que la mayoría de otros nombres nacionalistas que se mencionaron a excepción de Sartori”, admitió el sociólogo.
En el Frente Amplio “Cosse tiene un diferencial de conocimiento sobre Orsi. Pero la diferencia central entre ambos se da en parte del electorado de la coalición multicolor, porque que Orsi genera menos rechazo que Cosse entre esos votantes”.
Pese a que el intendente de Canelones, Orsi, era señalado como un atractivo de la izquierda fuera de su bastión metropolitano, la intendenta de Montevideo, Cosse, es más conocida en el interior. Y Porzecanski lo atribuye a la “vidriera que significa la capital” y a que ocupó cargos nacionales”.
Sea cual sea el candidato que busque hacerse conocer previo a 2024, hay un sector de la población a conquistar: los jóvenes. “Están más alejados de la política y de los políticos”, dice Porzecaksni. Al punto que el 25% no sabe quién es Delgado, Argimón, Raffo u Orsi.
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