Los pocos objetos que adornan el escritorio del senador Sebastián Da Silva –no el del Parlamento, sino el de su oficina privada arriba del Burger King de Ejido y 18 de Julio– alcanzan para hacerse una idea del interlocutor al que uno se enfrenta. Una frase campera, el retrato de dos caballos, papeles de empresario, un cuadro del Nacional campeón de la Libertadores en 1980, y la foto del presidente Luis Lacalle Pou con la banda cruzándole el pecho decoran el piso por demás austero.
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