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15 de noviembre 2022 - 15:30hs

Ausente en el Senado pero sin faltas en la cúpula de su sector, Danilo Astori terminó este martes de poner el punto final a una historia de más de 30 años en política. Desde que Líber Seregni lo lanzara al estrellato político y al primer lugar en las siete listas que el Frente Amplio llevó al Senado en 1989 hasta el aislamiento casi total en su casa de Malvín, la salud terminó empujando al dirigente histórico a una renuncia que se veía venir. 

Seregni acudió a la figura de quien era el decano más joven de la Facultad de Economía para acompañarlo en la fórmula como candidato a vicepresidente. Aquel Astori de prédica sencilla sobre temas complejos, pero de tono radical que lanzaba encendidas consignas –como "esto se sigue llamando revolución"– fue el nombre de consenso para encabezar las nóminas a la cámara alta, en una izquierda golpeada por la debacle del socialismo real y el divorcio con el Partido por el Gobierno del Pueblo de Hugo Batalla. 

En la noche de diciembre de 1992, todas las cámaras enfocaron al flamante senador tras el triunfo para derogar la ley de empresas públicas, referéndum del que emergió como principal ganador. Mientras crecía la figura de Tabaré Vázquez desde la Intendencia de Montevideo, empezaba a esbozarse la rivalidad que marcaría la izquierda de la década de 1990.

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El contador era entonces la expresión del ala radical –con la que tanto chocaría años después– contra el pragmático gobernante que pujaba por trascender las fronteras del Frente Amplio y crear un Encuentro Progresista. Astori fundó Asamblea Uruguay en 1994, acompañado de excomunistas, independientes y escindidos del PGP de Batalla, como defensor a ultranza de la coalición de izquierda fundada en 1971, y como contracara a los impulsos vazquistas por ampliar –o sustituir– esa estructura. 

Vázquez fue el candidato y por primera vez la izquierda arañó el triunfo en las urnas, mientras la nueva lista 2121 se estrenó en el Parlamento como la primera fuerza entre frentistas, con cuatro senadores y nueve diputados. La catapulta política estaba consolidada, pero Asamblea Uruguay nunca podría reeditar ese respaldo popular: el sector pagó caro la amplia derrota de Astori frente al oncólogo en las internas siguientes y su caudal de votos cayó a casi la mitad. 

El contador se erigía para entonces en la moderación –el "fiel de la balanza" para los analistas políticos– sosteniéndose en la figura de Seregni, que había perdido la pulseada con Vázquez en la interna, durante las negociaciones con blancos y colorados por una reforma electoral. Astori había empezado a revertir su posición dentro del FA durante la creación del Mercosur, cuando en un Plenario de 1991 contestó a las posturas más radicales: "El neoliberalismo correrá por cuenta de los gobiernos de la región, pero no del Tratado", dijo en ese entonces. 

Vázquez y Astori chocaron durante la crisis de 2002 cuando el contador marcó perfil al decir que, contrario a lo resuelto por sus correligionarios, él hubiera dado su apoyo a la ley de “estabilización del sector financiero” de no ser por la disciplina partidaria. “O se hace silencio, o se tienen que ir del Frente Amplio”, reprochó el oncólogo en una reunión de bancada. 

Timonel de la economía

Ante la inminente llegada de la izquierda al poder, el propio Seregni buscó finalizar la puja entre ambos: "Tú tienes la conducción económica”, le dijo el General a Astori, según ha recordado el contador. “Tú tienes la conducción política”, le señaló a Vázquez. El oncólogo dio tranquilidad a los mercados cuando anunció que Astori estaría encargado de timonear la economía en un gobierno del Frente Amplio. 

El flamante ministro impuso la reforma tributaria que instaló el impuesto a la renta, definió la reprogramación de los vencimientos de deuda, la financiación del plan de emergencia –con la creación del Ministerio de Desarrollo Social– y la puesta en práctica del Sistema Nacional Integrado de Salud. La gestión astorista y la bonanza económica abonaron el crecimiento y las mejoras en la pobreza y la indigencia, de números abultados por la crisis. 

El acuerdo de palabra entre ministro y mandatario para que Astori fuera el candidato para un segundo gobierno frentista ignoró otro jugador pesado: José Mujica, líder del Movimiento de Participación Popular. El exguerrillero tupamaro triunfó con soltura en unas internas en que la neumonía jugó una mala pasada al precandidato Astori, y el pacto de una fórmula entre ambos –no sin caras largas el día de su anuncio en la Huella de Seregni– se impondría en las urnas. 

El vicepresidente supervisó un equipo económico jaqueado por los movimientos de Mujica por imponer mayor peso desde la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, al tiempo que dos de los suyos, Fernando Lorenzo y Fernando Calloia, terminarían procesados en la Justicia por acatar la voluntad política del mandatario en el caso Pluna. Más adelante, Astori recriminaría a Mujica el déficit fiscal acentuado en campaña electoral. 

El contador volvió a ser el elegido de Vázquez para el Ministerio de Economía en un quinquenio en que la bonanza se desaceleró y el jerarca debió velar por ajustarle el cinturón al gobierno, no sin enfrentarse en esa misión con los sindicatos y hasta otros miembros del gabinete. Así sucedió con Carolina Cosse cuando frenó por un tiempo la construcción del Antel Arena, o con Ernesto Murro –y hasta el propio Vázquez– por el proyecto para compensar a los cincuentones. 

La falta de recambio y un ego incapaz de delegar liderazgos se transformarían en dos puntos flacos de su conducción política.

El desgaste lo dejó solo en sus aspiraciones por correr la carrera electoral y terminó acoplándose a la precandidatura de Daniel Martínez. La creciente diáspora del astorismo y la implosión del Frente Líber Seregni con otros moderados frentistas signaron una elección que dejó al ala socialdemócrata con una mala representación parlamentaria, y su propia figura disminuida ante la irrupción de Mario Bergara, con quien sellaría una tensa alianza dos años más tarde. 

Aquejado por una enfermedad pulmonar, la pandemia aisló a Astori en su casa, y solo asistió a tres sesiones como senador. Este martes confirmó un paso al costado, con el compromiso de seguir marcando la agenda cada jueves por la tarde en el Consejo Político de Asamblea Uruguay. Su figura recogió elogios de todo el arco político. 

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