Alberto Santelli pasó de hacer goles en la Liga Universitaria y de escuchar por radio los partidos de Peñarol con sus compañeros de estudios en la Escuela Naval, a jugar en el primer equipo aurinegro junto a Fernando Morena, Daniel Quevedo y Julio César Jiménez, pedido de Néstor Goncálvez. El Pelado Santelli –así lo conocen en el fútbol- pasó de meter dos goles en el Estadio Centenario durante la final de una Liguilla, a velar a su papá que murió de un infarto mientras él brindaba una nota para Estadio Uno.
Autor de 170 goles en el fútbol profesional, campeón Uruguayo con Peñarol en 1974 y con Defensor en 1976 (histórico primer título de los violetas), campeón de América en 1983 con la selección, regresó a la Armada después de retirarse del fútbol profesional. Ahora es teniente de navío y desde hace 10 años, subdirector del complejo deportivo Naval.
Nació el 14 de junio de 1953 en el barrio Palermo de Montevideo, cuna de jugadores de fútbol. En la placita de Durazno y Magallanes se juntaban alrededor de 20 chiquilines del barrio a jugar a la pelota durante todo el día. Entre ellos, el padre de Diego y Omar Pérez, Héctor y Abel Roux. Peloteaban hasta que los llamaban para comer.
“Jugábamos a todo, al fútbol, al voleibol, a la cabeza. En esa época eras de Peñarol o de Nacional y te compraban la camiseta para Reyes. Desde los 7 años jugué al baby fútbol en el Miguelito Silva, La Rinconada y Boca Juniors, que era del padre de Miguel Puppo”, recordó Santelli durante el diálogo con Referí.
“Miguel vivía a tres cuadras de casa, nos criamos juntos, en la calle, jugando al fútbol”. Con Puppo fueron luego compañeros en Defensor e integraron el cuerpo técnico que dirigió a Nacional en la década de 1990.
Hasta segundo de liceo Santelli concurrió a un colegio privado en la calle Ponce. Tercero y cuarto lo cursó en el Liceo Militar, ubicado en Camino Castro. Luego ingresó a la Escuela Naval. Cuando estaba por cursar el quinto y último año de la carrera, surgió el interés de Peñarol.
A los 15 años había pasado sin jugar mucho por la Quinta del aurinegro, pero ya era historia. También su efímero pasaje por Central, durante su época de estudiante: “Me fueron a buscar para los repechajes en 1972 y 1973. Yo no entrenaba con ellos, solo jugaba esos partidos. Pedía autorización a la Escuela Naval para jugar y Central me hacía un contrato en la AUF por un año –que era lo reglamentario-, pero solo me pagaban por dos o tres partidos”, contó.
Hasta que en 1974 apareció el interés que cambió su vida. En ese momento defendía al equipo de la Escuela Naval y era goleador de la Liga Universitaria: “Tito Goncálvez fue a buscarme para jugar en Peñarol. Imaginate lo que fue para un muchacho de 20 años, que de la noche a la mañana pasó de escuchar por radio los partidos de Peñarol mientras estudiaba, a jugar en el primero. No es algo normal, mis compañeros me decían que era increíble. Porque no es que fui a la reserva, fui directo al primer equipo”, recordó Santelli.
De todas formas, no fue una decisión fácil. Tenía que dejar la carrera militar, que había comenzado por decisión propia y estaba a punto de terminar. Pero cuando optó por el fútbol, se dio cuenta de que su formación resultó fundamental. “Me ayudó muchísimo para afrontar lo que venía después, porque estaba bien preparado física y mentalmente, estaba fuerte de todo. No es fácil salir de la Liga Universitaria al primero de Peñarol. Si estaría bien entrenado y formado que no sentí el cambio de jugar junto a Morena, Jiménez, Quevedo, Ramón Silva, con todos esos nenes. Caí como un paracaidista y empezó mi carrera”.
Apenas se incorporó, el plantel aurinegro se fue de gira a Europa. Peñarol ganó la copa Teresa Herrera tras vencer a Barcelona y Borussia Moenchengladbach, la Copa TAP, el Trofeo Feria y Fiesta, y la Copa Mohamed V en Marruecos.
El dueño de la 9 en Peñarol era Morena y Santelli alternaba de puntero izquierdo: “Jugando ahí hice 8 goles en el Campeonato Uruguayo; Fernando hacía 30. Era una bestia, imposible pelearle el puesto”, dijo con sinceridad.
En aquellos tiempos los futbolistas firmaban contrato hasta el 31 de diciembre y se extendía un mes automáticamente para jugar la Liguilla, en enero del año siguiente. “Para quedarse con mi pase Peñarol tenía que depositar una plata antes del 31 de diciembre en la AUF, pero (el presidente José Pedro) Damiani había viajado a Brasil y los dirigentes se olvidaron. Cuando pasé por la Asociación me dijeron que el dinero no estaba y que era jugador libre. Me sorprendió, pero enseguida vinieron a buscarme Danubio, Defensor y Cerro”.
Terminó en Defensor, por su afinidad con el presidente Luis “Cholo” Franzini, a quien conocía de la Armada. “Me convenció también porque había un buen equipo y vivía cerca de ahí. Estuve a punto de arreglar con el Ingeniero Del Campo en Danubio, que también tenía buenos jugadores: Nery Castillo y el Rafa Perrone”.
Así fue como en 1975 se unió a los violetas. El 13 de diciembre de ese año se fracturó y su contrato vencía a fin de año. El club dudó en renovarle por la lesión, pero los médicos convencieron a los dirigentes de que iba a quedar bien. “Hice la recuperación con Alberto Ganeglus, un fenómeno. Todos los días iba a buscarme a casa para ir a la playa. En seis meses estaba jugando”.
En 1976 llegó el técnico José Ricardo De León y se armó el Defensor campeón que rompió con la hegemonía que tenían Nacional y Peñarol en el fútbol uruguayo. “Fue un año imponente. Teníamos un gran equipo, no es fácil ensamblar un grupo como el que tenía Defensor, maduro, con gente joven, con gente que había venido del exterior como Salomón, Jauregui, Grafigna, un equipo fuerte. Aparte con un gran entrenador como el profe y con César Santos, todo quedó acondicionado para conseguir el objetivo”.
Sabían que si iban a una final contra Peñarol sería difícil ganarle, por eso la mentalización fue clave. “Lo importante era mantener el punto de ventaja. Se trabajó bien, la parte anímica muy fuerte. El penúltimo partido contra Fénix en el Capurro íbamos perdiendo y lo remontamos 3-2. Ese día ellos descendieron. Los últimos partidos los jugamos con estadios llenos, con las radios transmitiendo nuestros partidos. Nos acompañó mucha gente de otros equipos, porque en aquel momento los de Defensor eran pocos, no es como hoy”.
Continuó en el Parque Rodó un año más y en 1978 fue transferido al Junior de Barranquilla junto a Rudy Rodríguez. También viajaron ese año a Colombia Lorenzo Carrabs de Danubio y Gerardo Satriano de Bella Vista. El técnico era Mario Patrón.
Después de jugar la Copa Libertadores de ese año con el conjunto colombiano, regresó seis meses a Defensor y en 1979 volvió al Junior. A mitad de año lo compró Independiente Santa Fe, donde permaneció hasta 1980. Fue subcampeón colombiano y regresó a Peñarol, entonces dirigido por Dino Sani.
Santelli recordó que jugó unos partidos y enseguida tomó la dirección técnica Luis Cubilla, con quien había jugado en Defensor. “Me preguntó qué iba hacer. Le dije que me volvía a Colombia porque allá pagaban mejor. Y me fui”.
Aparte de que pagaban mejor que en Uruguay y que la vida era más barata, el fútbol colombiano tenía un buen nivel futbolístico porque todos los equipos podían incorporar hasta cuatro jugadores extranjeros, y había muchos argentinos y uruguayos. Santelli jugó en Santa Fe y luego fue transferido al Independiente de Medellín, donde sufrió una rotura de ligamentos y debió permanecer seis meses inactivo.
A mitad de 1982 regresó a Uruguay para jugar un semestre en Liverpool y en 1983 pasó a Defensor, donde estaban Polilla De Los Santos, Carlín Ocampo, Miguel Caillava.
Armó las valijas en 1984 para jugar en el Deportivo Pereira, hasta que se rompió los meniscos y no quiso jugar más. “En 1985 jugué en Cerro porque yo era muy amigo de Bonfrisco. Vivíamos cerca y me pidió que le diera una mano. Le dije, si juego me pagan 20 mil pesos y si no juego no me pagan nada. Jugué dos partidos”.
Santelli defendió en 13 partidos internacionales a la selección uruguaya y convirtió tres goles. Tuvo presencias en las Eliminatorias para el Mundial de Argentina 1978, en la Copa América de 1983 y en algunos amistosos.
“En el 83 ingresé a la selección cuando se fracturó Morena. El otro 9 era Wilmar Cabrera y yo integraba el grupo de los 30. Se fracturó Fernando, voy a jugar a Venezuela y hago uno de los goles en la victoria por 2-1”.
Luego de ese partido la selección viajó a jugar contra Escocia e Israel. “Estando en Israel, nos enteramos que Chile había empatado con Venezuela y que nosotros íbamos a la final con Brasil”.
El partido decisivo de la Copa América de 1983 se disputó en Bahía. Santelli iba a jugar de titular porque la información era que Wilmar Cabrera no llegaba a tiempo desde Colombia. Pero Wilmar llegó sobre la hora.
Participó también de las Eliminatorias para el Mundial de Argentina, que Uruguay quedó afuera. “Teníamos que haberle ganado a Venezuela en Caracas; al minuto hicimos un gol y nos empataron. Después no hubo forma de entrarles. Los goles que erramos. Entró Morena, Carrasco, yo, Pizani, no la metíamos, la sacaban de la línea, pegaba en el palo y empatamos. Después vino Bolivia, le empatamos y nos sacaron. Teníamos un cuadrazo, estaban los mejores jugadores de Peñarol, Nacional y Defensor. Todo el mundo decía que iba a ir al Mundial, porque era acá nomás. Aparte los rivales no eran nada del otro mundo, eran los más flojos, pero a veces pasa eso en el fútbol”, explicó.
Santelli tenía 32 años cuando dejó la carrera de futbolista porque había perdido el interés de entrenar y de concentrar.
Con el título de Entrenador que tenía desde 1983, comenzó una nueva carrera. Primero fue ayudante de Baudilio Jauregui en Central Español en 1986 y 1987; después continuó junto a Miguel Puppo en Liverpool y en Nacional, y a principio de 1997 se fue solo a China. Permaneció seis meses y regresó a Uruguay.
“No me gustaba, no era lo mío. Me di cuenta que cuando dependes de otro es muy difícil. Una cosa era yo adentro de la cancha, me rompo todo, meto y soy yo, pero cuando estás afuera y dependes de otro es muy difícil y eso me hacía mal. Me amargaba, me daba una ansiedad bárbara, me mató”, dijo Santelli sobre su carrera de entrenador.
Se alejó entonces del fútbol profesional y renovó su vínculo con la Armada. “Es una carrera que siempre me gustó mucho y actualmente estoy en actividad, reingresé. Nunca me fui de la Armada, me fui como alumno, pero cuando dejé el fútbol volví como entrenador civil de los equipos de la Armada. Hice una solicitud y como tenía todo el estudio anterior, por el año 2010 me reincorporé como oficial de reserva Naval y actualmente soy teniente de Navío en actividad y el subdirector del Complejo deportivo Naval”.
A punto de cumplir 70 años, con tres hijas y cuatro nietos, vive feliz en Solymar. “Estoy encantando, estoy donde quise estar, donde me formé y la Armada es mi casa. También contento con su carrera deportiva profesional. “Siempre quise jugar en Peñarol, fue mi sueño y lo pude cumplir”, recordó y se respalda en las estadísticas para destacar el éxito de su trayectoria: 300 partidos y 170 goles en 9 años de fútbol.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá