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De reojo

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12 de octubre de 2019 a las 05:00

Es un acierto de nuestro sistema democrático el fondo y el talante de este tipo de encuentros que demuestran que se debe dialogar pese a tener discrepancias y que hay que evitar bajo cualquier concepto la polarización de los extremos que solo lleva a enfrentamientos que consolidan sectores, pero destrozan países.

La presencia del candidato por el Partido Nacional y su equipo de asesores en la sede central del PIT-CNT ante más de 300 dirigentes sindicales resulta un hito de esta campaña electoral. Ya lo habían hecho Daniel Martínez del Frente Amplio y Ernesto Talvi del Partido Colorado.

Son demasiados los casos en la región donde la polarización de la política ha encaminado a las naciones a precipicios donde el fondo del pozo parece no llegar nunca. Venezuela es el caso más rimbombante, por el cual sufre toda América Latina.

Junto a sus principales asesores, Azucena Arbeleche (economía), Pablo Bartol (políticas sociales), Juan Ignacio Buffa (agro), Mario Arizti (trabajo), Rodrigo Ferrés, Diego Escuder (relaciones internacionales), Martín Lema (salud pública), Pablo da Silveira (educación), y Daniel Cafferatta (vivienda), el presidenciable Luis Lacalle Pou expuso su visión de país en la sede central del sindicalismo nacional. El encuentro transcurrió con normalidad y tanto el candidato como sus asesores fueron escuchados y escucharon con respeto.

Existieron coincidencias en materia de salario real y empleo y discrepancias en torno al derecho de huelga con relación a las ocupaciones. Sin embargo, quedó abierto un puente de diálogo para explorar en caso de que el candidato nacionalista acceda al gobierno.

Lo que sí quedó en evidencia es que el tipo de relacionamiento entre el Poder Ejecutivo y la central sindical va a ser diferente en caso de un triunfo de los blancos. Muchos de los dirigentes sindicales que ocupan altos cargos en la central obrera tienen una clara identificación con el Frente Amplio y varios de ellos integran sus listas a diputados u otros cargos electivos, lo que evidentemente genera un desbalance en la independencia y autonomía del movimiento sindical.

Hay quienes desde la izquierda pretenden agitar cucos desestabilizadores ante la posibilidad de gobiernos que no pertenezcan al FA ocupen la sede presidencial en plaza Independencia. Sostienen infelizmente que un gobierno que no sea de izquierda tendrá problemas para gobernar porque no podrá manejar la movilización sindical. Incluso han llegado a decir que la oposición estará allí, y no en el parlamento.

Por un tema de equilibrios es bueno hasta para el propio movimiento sindical –que ha operado electoral y políticamente a favor del FA– el desafío de tener que relacionarse con un Ejecutivo que estaría en la vereda de enfrente, complementario en el juego democrático, pero no entreverado políticamente como ha ocurrido en estos últimos 15 años.

Lacalle Pou fue muy claro, abierto al diálogo, pero custodio de los equilibrios justos de las tensiones de la democracia. El PIT-CNT escuchó y quedó pensando. Gane quien gane en una relación sana entre la central obrera y el gobierno va la buena gobernanza del país. ¡Qué así sea!

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