Llámame por tu nombre (2018) de Luca Guadagnino

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De Tiburón a Llámame por tu nombre y El graduado: las múltiples caras que tiene el cine en verano

El verano tiene múltiples representaciones en la pantalla grande, que lo utiliza para contar el amor, la amistad, los vínculos familiares y hasta el terror
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09 de enero de 2021 a las 05:04

El sol reflejado en las ondulaciones de una piscina, en el marco de un par de lentes negros. La sensación de que las horas se frenan o que se estiran como un chicle. Las persianas a media altura. La playa como protagonista. El sopor que relaja las ansiedades. Los atardeceres larguísimos. La luz en su pico de belleza, colándose entre los árboles a media tarde o pegando en la ruta que pasa por debajo del auto. La posibilidad de que suceda, casi siempre, cualquier cosa.

El verano es una estación de sonidos y olores, pero sobre todo de imágenes y sensaciones. De instantáneas que se quedan en la retina y en la corteza cerebral. Tal vez por eso el cine le agarró tanto el gusto. Porque puede hacer lo que quiera con un material especialmente fértil. Moldeable a los deseos y aspiraciones más variadas de la pantalla.

El estío ha sido utilizado desde hace tiempo como el marco ideal bajo el que contar historias de todo tipo –amor, horror, madurez, aventuras, suspenso– e incluso hay algunos cineastas clásicos que han hecho de sus retratos de verano casi una seña de identidad. A la mente viene enseguida el francés Éric Rohmer y su Cuento de verano. O Pauline en la playa o El rayo verde, películas con las que dejó huella en varios de los directores que hoy están filmando el verano. También se puede mencionar a Ingmar Bergman y su trilogía veraniega –Juventud divino tesoro; Un verano con Monika; Sonrisas de una noche de verano– y hasta Willy Wyler con Vacaciones en Roma. Pero sobre todo a Rohmer.

Llámame por tu nombre (2018) de Luca Guadagnino

De hecho, una de las imágenes más recientes y bellas que tenemos de la estación en el cine es Llámame por tu nombre, del italiano Luca Guadagnino. La historia de descubrimiento y deseo que se genera entre Elio y Oliver en el norte de Italia, y especialmente las largas sobremesas a la sombra de un árbol en los patios de la casa de campo en la que pasan sus vacaciones, es una herencia tangible de aquellas películas del cineasta francés. La pausa, la respiración contenida, el instante previo al deseo; eso también se incluye. Guadagnino, de hecho, no se ha limitado a retratar el verano en esa aclamada película de 2018; antes lo hizo en Cegados por el sol, un verano mucho más estridente y chic con Ralph Fiennes y Tilda Swinton pasando bien y mal en una isla siciliana –y que a su vez se basa en otro verano inolvidable, el de La piscina de Jacques Deray– y luego en la serie que estrenó este año por HBO: We are who we are.

Cegados por el sol (2015) de Luca Guadagnino

En todas esas historias el romance está metido y parece lógico: ¿existe algo más exprimido que las historias del amor de verano? La temperatura sube, la ropa se hace más ligera y la predisposición a los enamoramientos y al deseo también. A pesar de que la repetición lo ha convertido en un cliché total, Llámame por tu nombre es una prueba fresca de que se pueden seguir contando esas historias en grandes películas que evitan los lugares comunes y dejan marcas en quienes las ven. Como también lo hace la noche de verano que pasan en Viena juntos Céline y Jesse en Antes del amanecer de Richard Linklater, o los escarceos eróticos de Javier Bardem, Penélope Cruz y Scarlett Johansson en Vicky Cristina Barcelona de Woody Allen, o la deconstrucción de una relación que hace 500 días con ella (en inglés, [500] Days of Summer) o los niños exploradores que quedan flechados en Moonrise Kingdom de Wes Anderson o incluso esa pequeña gran película que es Adventureland, de Greg Mottola, en donde Jesse Eisenberg y Kristen Stewart se vinculan entre las montañas rusas y las calesitas del parque de diversiones en el que trabajan durante los meses más calientes del año.

Adventureland (2009) de Greg Mottola

El descubrimiento

El verano se presta también para frenar. Para pensar el rumbo o el camino a recorrer. Para descubrir pliegues propios que no estaban a la vista. Y, por eso mismo, puede ser una estación de desconcierto y de descubrimiento. Las películas que retratan esto son varias, muchísimas, pero ahí está arriba de todo, marcando el punto álgido de las crisis existencialistas juveniles estivales, El graduado de Mike Nichols. En ella, el veinteañero Benjamin Braddock (Dustin Hoffman) pasa sus días flotando en la piscina de su casa sin saber qué hacer con su vida, para dónde ir, qué estudiar, hasta que se cruza con la señora Robinson, empieza un romance con ella y su verano se dinamita para todos lados mientras suena Simon & Garfunkel de fondo.

El gradudado (1967) de Mike Nichols

Algo similar es lo que les pasa a los amigos Tenóch y Julio en Y tu mamá también, de Alfonso Cuarón. Una carretera, la promesa del viaje y la búsqueda de una playa paradisíaca del golfo de México junto a una mujer que está dispuesta a escapar de su vida junto a ellos son los ingredientes que le dan forma a una historia de búsquedas, amistad, sexo y libertad que sacude hasta los ejes a los tres personajes de la película. Una aventura cargada de erotismo, emoción y calor.

Que Y tu mamá también suceda en verano tiene sentido: así como es la estación donde los amores fugaces estallan, también es un momento de exploración auténtica de la sexualidad. Las hormonas alborotadas de los adolescentes que se obsesionan con las hermanas Lisbon en Las vírgenes suicidas, de Sofia Coppola, suman más pruebas a esa tesis.

Y tu mamá también (1999) de Alfonso Cuarón

Pero hay más: podemos incluir también los descubrimientos de los cuatro amigos de Cuenta conmigo, que entienden gracias al mejor verano de sus vidas lo que implica hacerse adulto y aguantar los golpes de la vida. O esos meses de calor en los que Frida, una niña de 6 años, aprende en la zona rural de Barcelona y bajo el cuidado de sus tíos qué significa el hecho de que sus padres ya no estarán más junto a ella. Se trata de Verano 1993, el debut de la directora Carla Simón y una de las mejores películas españolas de los últimos años.

Por último, el verano también puede ser un buen momento para descubrir otra cara del hogar. Y por el hogar podemos referirnos a las grandes ciudades en donde vivimos. En La virgen de agosto, de Jonás Trueba, Eva encuentra que Madrid es particularmente bella en verano, cuando todos los habitantes escapan del calor del cemento y el sopor se estaciona en las esquinas. Y algo así también entiende sobre Roma Jep Gambardella, el cínico y fiestero personaje de La gran belleza de Paolo Sorrentino. Aunque en su caso el descubrimiento pasa por otro lado: entre fiesta y fiesta, entre cócteles y desenfreno estival, se encuentra cara a cara con la vejez, una amiga incómoda que no para de hacerle preguntas mientras pasea por las calles hirvientes de la ciudad eterna.

La virgen de agosto (2019) de Jonás Trueba

La familia en la arena

Con frecuencia el verano es el momento en que más tiempo pasamos en familia. Para bien o para mal. La ciénaga, de Lucrecia Martel, propone justo eso: el encuentro de una familia argentina en una chacra provinciana y la eventual desintegración de sus estándares burgueses por culpa del calor agobiante, los secretos y las apariencias. La ciénaga tiene, además, de las mejores escenas de piscinas que se han filmado.

La ciénaga (2001) de Lucrecia Martel

Por un camino similar va Los sonámbulos, de la también argentina Paula Hernández. En este caso, una familia con muchas cosas ocultas se encuentra en el campo para pasar fin de año y el ambiente se pone espeso, transpirado, mugriento. Lo que La ciénaga sugiere, Los sonámbulos lo muestra. Y si bien está lejos de ser lo que es la película de Martel, ambos finales pegan un montón.

En la región hay más destaques. Brasil –más precisamente Río Grande del Sur y aledaños–, como destino veraniego de la clase media rioplatense, se hace carne en la simpática Sueño Florianópolis, de Ana Katz, y ese mismo Brasil de playas cercanas, familias numerosas y entreveros en la arena tiene una cuota especialmente tierna y conmovedora en Benzinho, de Gustavo Pizzi y con participación uruguaya –coproducción de Mutante Cine y con la actuación de César Troncoso–.

Benzinho (2018) de Gustavo Pizzi

Por último, la familia uruguaya también dice presente en el verano cinematográfico. En Alelí, de Leticia Jorge, las vacaciones vernáculas parecen estar a flor de piel: una casa de balneario con nombre compuesto, un lío de sucesión en puerta, enredos filiales, reposeras, mate, Néstor Guzzini, Mirella Pascual, Cristina Morán, mojar los pies en la orilla. Es la “dramedia” uruguaya de verano de los últimos años. Y si de costa atlántica uruguaya en el cine hablamos, dos palabras: Los tiburones, de Lucía Garibaldi. Y en el interior: En el pozo, de los hermanos Antonaccio. Cerveza, canteras –antes de Nueva Carrara–, amigos, celos espoleados por el calor y morrocoyos. Pero sobre todo calor.

Verano del terror

Hasta ahora todo muy lindo. Mucho sol, mucha familia que se quiere y se odia, amores veraniegos, encuentros sexuales, fantástico. Pero si algo tienen los meses de verano en el cine es también sangre, vísceras, gritos, cuchilladas y sustos. El terror levanta temperatura en estos días.

Midsommar (2019) de Ari Aster

Sin playas pero con mucho calor y motosierras aparece La masacre de Texas, de Tobe Hooper. Los pobres amigos que deciden hacer un roadtrip por el estado fronterizo –en una camioneta sin aire acondicionado y se nota– se cruzan con una familia de caníbales y no cuentan el cuento. O los que pueden se escapan por el desierto. Es un campamento de verano donde Jason Voorhes, también, desata su lado más sanguinario y vengativo. Es por el verano que el asesino de Sé lo que hicieron el verano pasado empieza a jugar con sus víctimas. Es en verano cuando Los perdedores se enfrentan al payaso cambiaformas de It y sellan sus destinos. Y es en verano –pero nórdico– el momento en que se realizan los rituales escabrosos de Midsommar y Florence Pugh termina metida entre las flores y la locura.

Pero terminemos esta nota sobre cine al calor del sol con una imagen que, además de patentar el temor playero más visceral e insuperable, cambió la historia de la industria del cine y le dio forma a uno de los monstruos más inolvidables. Porque estamos en 1975, las playas de Amity Island están tapadas de gente, el sol calienta demasiado y todos están en el agua. Sobre todo los niños. Y entonces empiezan los compases, una aleta que se recorta en el mar y la sangre, las víctimas, el escualo desbocado que se traga a quien tenga adelante e impulsa, por otro lado, la carrera meteórica del rey Midas de Hollywood, Steven Spielberg. Si es cierto que no hay verano sin playas, también es cierto que no hay verano en el cine sin Tiburón

Tiburón (1975) de Steven Spielberg

¿Dónde ver las películas?

500 días con ella – Claro Video, NS Now, VeraTV (alquiler) / Alelí – Netflix (suscripción) / Antes del amanecer – HBO GO (suscripción), Google Play (alquiler o compra) / Cegados por el sol – Google Play (compra) / Cuenta conmigo – Claro Video (suscripción) / El rayo verde – MUBI (suscripción) / It (2017) – Netflix (suscripción), Claro Video (alquiler), Google Play (alquiler o compra) / La ciénaga – Amazon Prime Video (suscripción) / La masacre de Texas (1974) – Qubit.tv (suscripción) / Las vírgenes suicidas – Google Play (alquiler o compra)
Verano 1993 (2017) de Carla Simón
Llámame por tu nombre – Claro Video, NS Now, VeraTV (alquiler), Google Play (compra) / Midsommar – Amazon Prime Video (suscripción), Claro Video, NS Now, VeraTV (alquiler), Google Play (alquiler o compra) / Pauline en la playa – MUBI (suscripción) / Stephen King, IT! (1990) – Claro Video (alquiler), Google Play (alquiler o compra) / Tiburón – Amazon Prime Video (suscripción), Claro Video, VeraTV (alquiler), Google Play (alquiler o compra) / Vacaciones en Roma – Qubit.tv (suscripción), Google Play (alquiler o compra) / Verano 1993 – Qubit.tv (suscripción)

 

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