Opinión > ANÁLISIS/ EDUARDO BLASINA

Después del tsunami

La ola parece estar generando una nueva lógica donde se pasa de la austeridad impuesta a los privados a fuerza de impuestos a una general que incluya con énfasis al Estado
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27 de enero de 2018 a las 05:00

La concentración realizada el martes en Durazno se convirtió en una muestra de civismo ejemplar que le dio a la movilización un respaldo moral de tal magnitud que abrió los puentes del diálogo. Pero no solo eso. Permitió generar el embrión de una consciencia fundamental para la sociedad toda. Hay algo muy valioso que cuidar, que si lo preservamos puede generar un futuro muy venturoso a las generaciones que vendrán. Esto no es un optimismo facilongo, sino más bien la sensación de que algo importante ha sucedido. Aquellos que padecen los desequilibrios de la economía, que viven lejos, han logrado una organización eficiente y un discurso razonable: productores, camioneros, almaceneros, mecánicos, contratistas y también trabajadores han logrado despertar en pleno período de vacaciones al país entero.

A partir de la reunión de Durazno muchos han tomado consciencia que de la mano del crecimiento económico hemos gastado mucho más. Gobierno central, intendencias y las propias familias. El gran riesgo de los buenos momentos. Un Estado que funcionaba con menos de US$ 4.000 millones en 2004 superará los US$ 17.000 millones en sus erogaciones de 2017. Y a pesar de un fuerte aumento de la recaudación perderá aproximadamente US$ 2.000 millones en este año. Hay un "no da para más" que puede quedar firmemente instalado en la cultura cívica uruguaya. Solidaridad es ser austero y no endeudar a las generaciones que vienen. Es más que oportuno porque este año viene con negociaciones cruciales que pueden tener dos resultados posibles: empezar a revertir el desequilibrio del gasto o acentuarlo.

No es frecuente que la sociedad uruguaya discuta sobre cuánto se gasta, cuánto se cubre con impuestos, cuánto se debe. Enero suele ser dedicado a analizar si la hija de Tinelli encontró novio o perdió su cartera a la salida del boliche pero oh! por suerte la encontró. Es un avance gigantesco que se reflexione sobre el hecho obvio de los déficits no sostenibles eternamente, aceptar que hay que tomar cartas en el asunto y preguntarnos como puede encararse la ecuación por el lado del gasto. Y ya hubo reacciones alentadoras. Además de que el presidente reciba a los productores "autoconvocados" y a las gremiales el próximo lunes. Desde las intendencias que prometen revisar sus gastos, al gerente de Ducsa que no aceptó una rebaja en su sueldo de $ 680.000 por mes y decidió dejar su cargo. Claro que también cabe preguntarse cómo se sostuvo el estado de las cosas tanto tiempo. Pero el despertador ha sonado, y hay un diálogo activo. Hay un crecimiento de 15 años a preservar y hay que encontrar maneras de que vuelvan la inversión que es resultado de la ilusión en un futuro venturoso. Los electores cuando llegue el momento pueden dejar de premiar el bienestar insustentable del gasto pre electoral y empezar a valorar a quien explique claramente cómo y donde ahorra el dinero de todos.

La ola parece estar generando una nueva lógica donde se pasa de la austeridad impuesta a los privados a fuerza de impuestos a una austeridad general que incluya con énfasis al Estado. Y debería también generar la presión necesaria para saber quién está frenando los acuerdos con Chile y por qué razón. ¿Dónde queda esa aduana que nos obliga a dejar millones de dólares en otras aduanas? ¿Que ideología dice que un país de tres millones tiene que autolimitarse a vivir aprisionado en una cáscara de nuez?

Y tal vez puede permitir dar otras discusiones de fondo. Por ejemplo ¿Es necesaria una regla fiscal que ponga un límite a los gastos del Estado? ¿Deberían dejar de tener el Estado y las intendencias discrecionalidad para gastar? Son normas que se aplican en algunos países y enmarcarían futuras gestiones. Son debates que tienen la ventaja de que son aplicables al gobierno que toque en turno en futuras elecciones y por lo tanto queda claro no buscan perjudicar a tal o cual partido. Establecer un tope razonable al gasto tiene la ventaja directa de asegurar un cimiento básico para la estabilidad, sería un argumento adicional para revertir la caída en los niveles de inversión que se vienen dando. Seguramente no debe abarcar a áreas socialmente sensibles como la salud o la educación, pero puede acelerar otras discusiones como la de los abultados subsidios a la caja militar.

El crecimiento de Uruguay tiene que enfrentar el desafío interno del déficit y también un marco externo que aunque tiene factores favorables como la aceleración del crecimiento económico global y posiblemente regional, nos encuentra con el dólar bajo y en el medio de una "guerra de monedas". Es duro crecer exportando cuando hay que enfrentar la fuerte presión que tiene el dólar en Uruguay, Brasil y casi todo el mundo. En el caso de Brasil el fallo adverso a Lula deja al dólar al cerrar la semana por debajo de 3,15 reales.

La baja del dólar causa alarma generalizada, máxime luego de que el Secretario del Tesoro de EEUU, Steven Mnuchin, dijera esta semana que el dólar bajo no era algo que le preocupara. Uno de los directores del Banco Central Europeo, Benoît Coeuré, dijo en el Foro Económico Mundial en Davos este viernes que "Lo último que necesita el mundo hoy es una guerra de divisas", pero en esa guerra estamos. EEUU pincha su moneda para exportar aplicando aquello tan unilateral de "USA first".

Si como respuesta se consolida un shock de austeridad desde el Estado bajo el mantra de "cada peso ahorrado cuenta" y se logra conformar un paquete de medidas de alivio que relancen la inversión y la generación de empleo, podrá sin dudas considerarse a la movilización de Durazno un hecho histórico. Podría generar una cultura generalizada de valorizar a todos aquellos que se esfuerzan por emprender, exportar y colocar el esfuerzo de los uruguayos en el exterior. China quiere alimentos, el acuerdo de libre comercio con la Unión Europea no ha caído, la oportunidad de seguir exportando cada vez más volumen y con cada vez más valor, cientos de equipos de jóvenes buscan los algoritmos que generen aplicaciones que se usen en todo el mundo, hay todavía un estado de situación que no puede ser desaprovechado.

Las elecciones están lejos, el embrión del diálogo ha germinado, el precio de la energía es lo primero para devolver argumentos a quieren invertir y emplear. Seguramente no es lo único. Uruguay tiene un problema que excede el agro, cae la inversión y el empleo de origen privado. Lo que ha sucedido el martes en Durazno y a partir de ahí lo que puede construirse en todo el país es esperanzador, aunque por ahora es apenas una semilla que ha germinado en medio de un verano caluroso y con riesgo de sequía. Hay algo que sigue vivo. Y el tsunami le ha dado un oportuno riego.

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