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Duro ahogo financiero al chavismo
En vez de la impensable intervención militar que insinuó hace poco tiempo, Donald Trump ha optado por una efectiva forma de presión al apretarle el torniquete financiero a la dictadura venezolana. Un decreto del presidente estadounidense prohíbe toda transacción de nuevos títulos de deuda que emita el gobierno de Nicolás Maduro o la petrolera estatal Pdvsa. Previamente Trump se había limitado a medidas financieras y jurídicas individuales contra Maduro y una veintena de jerarcas de su gobierno, con congelamiento de sus cuentas. La medida plantea a Venezuela el fantasma del default, ya que entre octubre y noviembre debe pagar US$ 3.800 millones de vencimientos de bonos, un pesado 40% de sus reservas internacionales, que ya venían en precipitosa caída. Impedido de colocar más deuda soberana en el dominante mercado de Estados Unidos para hacer frente a sus compromisos , el chavismo enfrenta un duro ahogo financiero y mayor aislamiento internacional si cae en cesación de pagos.
Hasta ahora el régimen caraqueño cumplía con los pagos de deuda, al costo terrible de no asignar recursos para la importación de alimentos, medicinas y otros elementos de primera necesidad. Esta carencia ha destruido a niveles pavorosos la calidad de vida de los venezolanos, desatando una crisis humanitaria que es fuente de la resistencia tumultuosa de casi toda la población, junto con los reclamos de restablecimiento de la democracia. El decreto de Trump exceptuó de la prohibición las transacciones de petróleo “para mitigar el daño al pueblo”. Pero detrás de este argumento está la realidad de un complejo entramado de negocios petroleros difícil de desmantelar, que persiste pese a la vocinglera enemistad política que condujo al retiro de embajadores.
Estados Unidos necesita los 800 mil barriles de petróleo que le compra diariamente al chavismo, la mitad de la producción de Venezuela, tanto como Maduro y su entorno dependen de los ingresos que le produce su venta, cuantiosos pero insuficientes para recomponer sus reservas. Pero la manea puesta por Trump a la colocación de nueva deuda venezolana es igualmente un severo golpe a una economía destrozada por la incompetencia, la corrupción y la propensión dictatorial del chavismo. Su única esperanza de zafar del lazo financiero es que China y Rusia corran al rescate. Ambas potencias mantienen vastas inversiones y negocios en Venezuela. Pero es improbable que accedan a profundizar su socorro a un régimen que se tambalea, lo que además agravaría sus ya averiadas relaciones con Estados Unidos.
Mientras el chavismo se debate ahora en el crítico agravamiento de su situación financiera, Maduro sigue impertérrito con sus desplantes. Fiel a su represión desembozada de la libertad de expresión, sacó del aire a Caracol TV, principal canal colombiano, como había hecho antes con CNN, el argentino TN y otros muchos medios de comunicación que cayeron en el pecado imperdonable de censurar su dictadura. Y luego de conocido el decreto de Trump, su régimen cayó en el ridículo. Sacó tropas y tanques a la calle, tal vez creyendo que amedrentaría a Estados Unidos. Y el canciller Jorge Arreaza, al protestar en Naciones Unidas contra el decreto, afirmó que era “la peor agresión” porque, sostuvo alegremente, “Venezuela es una democracia”.
