Ecuador elegirá el próximo 15 de octubre en segunda vuelta al sucesor del presidente de derecha Guillermo Lasso, contienda electoral que tiene por protagonistas a Luisa González, que responde al espacio político del expresidente de izquierda Rafael Correa (2007-2017), y al empresario Daniel Noboa, la revelación de la primera vuelta e hijo de Álvaro Noboa, magnate bananero y una de las mayores fortunas del país.
En un clima tenso luego del asesinato del aspirante Fernando Villavicencio y en medio de la creciente ola de violencia como consecuencia del enfrentamiento entre grupos criminales que disputan el negocio del contrabando de drogas, los ecuatorianos irán a las urnas con la esperanza de que el nuevo gobierno corrija la deriva económica, social y de inseguridad que atraviesa el país.
El ganador gobernará hasta 2025 para completar el período que le correspondía al presidente de Lasso, quien llamó a elecciones anticipadas para sortear un inminente juicio político mediante un mecanismo conocido en el país como “muerte cruzada”, que consiste en disolver el Legislativo y convocar al mismo tiempo a comicios presidenciales.
El correísmo, en tanto, sigue siendo la principal fuerza política del país, fenómeno que tiene su correlato electoral. Cada vez que se vota en Ecuador, cualquier fórmula avalada por Correa siempre sale victoriosa en la primera vuelta. En esta ocasión, obtuvo casi el 34%; en el año 2021 estuvo cerca del 33%, y en el año 2017 obtuvo el 39%.
La tendencia juega a favor de González, la favorita según las últimas encuestas. Abogada, de 45 años, ciclista y amante de los tatuajes, la candidata, madre de dos varones de 29 y 9 años, asegura que mantendrá la independencia en sus decisiones, pese a ser considera un “alfil” de Correa, quien reside en Bélgica desde que fuera condenado en su país por corrupción.
“Todo lo que hicimos en diez años, lo destrozaron en dos horas”, dijo recientemente en referencia al giro hacia la derecha que tomó Ecuador desde el gobierno del sucesor de Correa, Lenin Moreno (2017-2021), al que el correísmo tilda de “traidor”. De fe cristiana, González fue legisladora antes de lanzar su candidatura en fórmula con Andrés Arauz, quien perdió en el último balotaje celebrado en el país.
Su propuesta, según afirma, es revitalizar al correísmo siguiendo el legado de su mentor, en tiempos en los que Ecuador sufre una violencia sin precedentes a causa del narcotráfico y las pandillas.
Tras la fallida presidencia Moreno y el caótico gobierno del banquero Lasso, la postulante de Revolución Ciudadana, el espacio fundado por Correa, afirma que el país “requiere paz, trabajo, seguridad”. González, quien poco antes de la primera vuelta mostraba una intención de voto de apenas el 5%, surgió como la candidata más votada en una primera vuelta cruzada por el asesinato de Villavicencio, pero también del dirigente correísta Pedro Briones.
“Una mujer revolucionaria de la paz”, se definió la abogada, nacida en Quito el 22 de noviembre de 1977, quien asegura que de llegar al Palacio de Carondelet, como se conoce la sede del gobierno en Ecuador, tendrá al ex presidente Correa como asesor.
Su rival es Álvaro Noboa. Su familia es propietaria de un conglomerado de casi un centenar de empresas con una muy importante presencia en el sector alimenticio, del transporte e inmobiliario. A pesar de su posición privilegiada y de que su padre fue cinco veces candidato presidencial, Noboa dice encarnar “un nuevo proyecto” y ser una amenaza al “establishment político”.
González, por su parte, tiene una maestría en Economía Internacional y Desarrollo de la Universidad Complutense de Madrid. Además, ocupó varios cargos durante la presidencia de Correa; entre ellos, la jefatura del Ministerio de Trabajo. Hasta 2007, militó en el Partido Social Cristiano (PSC), pero con la llegada a la presidencia de Correa se transformó en una de las dirigentes más cercanas al entonces mandatario.
En 2021 ganó una banca como legisladora como candidata de Unión por la Esperanza, la alianza que hegemonizaba el movimiento de Revolución Ciudadana. Fue su último cargo público. Luego dio el salto a la candidatura presidencial, para la que fue elegida en la interna del correísmo, luego de que el ex vicepresidente Jorge Glas rechazara la postulación.
“Vamos a tomar al toro por los cuernos y vamos a enfrentar las causas generadoras de la violencia y de la delincuencia, como lo son el hambre, la pobreza, la falta de educación, la ausencia de oportunidades”, asegura González.
La candidata se negó a usar chaleco antibalas durante la campaña. “Tengo fe en Dios; él es quien nos protege”, confió. Catolicismo que la lleva a oponerse al aborto, una cuestión en la que la no ve contradicciones, incluso desde un espacio que se autodefine como progresista. “Nadie dijo que ser feminista o progresista es estar a favor del aborto”, considera.
Noboa, en tanto, busca llegar al Palacio de Carondelet con el apoyo del electorado que volcó sus preferencias en la primera vuelta por varios de sus rivales. También con propuestas audaces, como las barcazas cárcel en altamar para aislar a los grandes capos de las mafias del narcotráfico. “Si no me hubiese lanzado, ganaba el correísmo en primera vuelta y volvíamos a lo mismo”, dijo a fines de agosto en una entrevista concedida al diario argentino La Nación.
Su carrera en la política lo llevó al Congreso en las elecciones de 2021. Elegido como legislador por la provincia de Santa Elena, presidió la Comisión de Desarrollo Económico. Noboa, sin embargo, no sólo incursionó en la política. Desde temprana edad siguió los pasos de su padre como empresario. Entre 2010 y 2018, fue parte de la Corporación Noboa, el holding de su padre, en el que se desempeñó como director naviero y director comercial y de logística.
El candidato estudió Administración de Negocios en la Escuela de Negocios Stern, de la Universidad de Nueva York; Administración Pública en Harvard Kennedy School, y también tiene una maestría de Gobernanza y Comunicación Política por la Universidad George Washington.
Según los analistas locales, se destacó durante el debate presidencial, oportunidad en la que se mostró aplomado y habló con seguridad, lo que habría captado los votos de indecisos que le permitieron ingresar en el balotaje cuando todas las encuestas le adjudicaban pocas chances.
Con un programa económico de corte liberal, el candidato propone capacitaciones y recursos para que el sistema judicial y las fuerzas de seguridad puedan enfrentar y prevenir delitos, además de acelerar los procedimientos judiciales y garantizar el derecho a un proceso rápido y justo. Su compañera de fórmula, Verónica Abad, oriunda de Cuenca y que participó en las últimas elecciones seccionales para la alcaldía de esa ciudad por el movimiento Amigo, también es empresaria.
Por lo pronto, en los comicios de 15 de octubre, según las encuestas cualitativas, el votante promedio estará a la búsqueda de un liderazgo fuerte y con credibilidad para sacar al país de una crisis percibida como una de las mayores de la historia reciente de Ecuador.
“La búsqueda de dicho liderazgo trasciende los antagonismos correísmo/anticorreísmo e izquierda/derecha para ubicarse en el eje presidente para las élites/presidente para el pueblo, en la percepción de que los gobiernos de Moreno y Lasso favorecieron a los grupos de poder y no a las clases populares”, según un estudio del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
(Con información de agencias)
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