India está enfocada en posicionarse a nivel global como zona de influencia en Asia, convirtiéndose en eje de la zona Indo-Pacífico y en “la voz del sur” de los países en vías de desarrollo. Con ese objetivo, afianza sus vínculos con distintas regiones del mundo, buscando socios complementarios en lo político y comercial. Su actual presidencia en el G20 es una provechosa plataforma de presentación global.
En este marco en el que India busca profundizar sus relaciones con el mundo, y en particular con América Latina, Uruguay es visto como un socio estratégico, especialmente por dos de sus características: es reconocido como una democracia plena y por una matriz energética con mayoría en energías renovables, ocupando el segundo puesto en el mundo después de Dinamarca.
En la otra punta del mapa, India se presenta como la democracia más grande del mundo, con 1.500 millones de habitantes, y promueve la transición hacia energías limpias para dar pelea contra el cambio climático, mientras hace frente a uno de sus mayores desafíos: reducir sus grandes emisiones de carbono, en tanto su economía -la quinta del mundo- y su población no paran de crecer.
No en vano, el país asiático preside la Alianza Solar Internacional (ASI), que financia proyectos para apalancar el uso de esta energía a nivel global, y cuenta desde hace cuatro décadas con el Instituto de Energía y Recursos (TERI, por sus siglas en inglés), que investiga y actualiza políticas buscando el impacto en industrias y comunidades.
Las relaciones diplomáticas entre India y Uruguay se remontan al momento en el que el país asiático se independizó y dejó de ser una colonia inglesa, hace 75 años. De hecho, los documentos disponibles reflejan que Uruguay fue el primero de la región con quien consolidó el lazo diplomático, me dijo en Nueva Delhi el embajador uruguayo, Alberto Guani.
Pero vamos a lo comercial: en la actualidad India es el 14º cliente de Uruguay y la balanza comercial es negativa en 179 millones de dólares, así lo refleja un documento de cancillería con los últimos datos oficiales. En 2022 Uruguay importó 274 millones de dólares (principalmente automóviles, tractores y aceites de petróleo) y exportó 95 millones de dólares (el 88% fue madera, seguido por lana sin peinar y sustancias químicas).
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