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El ascenso de Cerrito con un DT que manejaba un Uber

Un sábado a la noche Roland Marcenaro manejaba un auto de servicio cuando fue llamado por el presidente del club para contratarlo sin siquiera llegar a imaginar que la historia terminaría con el regreso a Primera
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28 de noviembre de 2020 a las 05:01

La majestuosidad de la Eurocopa. Grecia. Una selección que se codeaba al más alto nivel. Aquel año 2016 integró el bombo 1 del sorteo junto con España, Alemania, Italia, Holanda, Inglaterra, Portugal, Rusia y Bosnia. Y allí estaban dos uruguayos: Sergio Markarian como entrenador y Roland Marcenaro como su colaborador directo.

La historia no terminó como la pensaron. Grecia no clasificó. Por lo que regresaron a Uruguay.

Y si bien el teléfono no dejó de sonar, por distintos motivos los ofrecimientos no colmaban las expectativas del jefe de grupo Sergio Markarian. El tiempo pasó. Fueron dos años sin actividad ni ingresos.

Las realidades no son las mismas para todos. Markarian podía esperar. Marcenaro empezó a sacar dinero de los ahorros.

“Me comí la guita. Lo que junté en Catar y Grecia me lo empecé a comer por lo que en un momento decidí que tenía que salir a hacer algo. Poner un negocio no podía porque era un tema de proyección. Si mañana me salía un trabajo en el fútbol, ¿qué hacía con el negocio? Por lo que decidí salir a hacer Uber”, contó a Referí el protagonista del ascenso de Cerrito, el técnico Roland Marcenaro para dar inicio a una historia increíble.

El entrenador contó que subía gente al vehículo que lo miraba dos o tres veces y cuando se animaban le preguntaban: “¿pero vos no sos árbitro, qué hacés acá? Y Marcenaro tenía que aclarar que era entrenador. “Tengo un best seller para escribir sobre las cosas que me pasaron en el Uber”, dijo entre risas el conductor de Cerrito.

La tarea de chofer fue alternada porque cuando tenía que armar algún proyecto, no se subía al auto.

Lo cierto es que allá por 2018 un viejo conocido al que había dirigido en el ascenso de 2002, Adrián Speranza, se le apareció un día para que se hiciera cargo nuevamente de la conducción técnica de Miramar Misiones.

El camino estaba plagado de espinas. Marcenaro venía de dirigir a una selección europea y Speranza le proponía asumir la conducción de un equipo de la B y con serio riesgo de perder la categoría.

“Obviamente que lo primero que cambiaba era la realidad económica, pero siempre digo que hay que tener capacidad de adaptación…”, contó el entrenador. En la charla, lo primero que le preguntó a su exdirigidos fue: “¿cómo está el grupo? Yo no quiero bajar”. Cuando su Speranza le respondió que bien, asumió el riesgo.

Markarian no puso reparos. “El tema con Sergio se fue dando naturalmente porque él entendía que yo estaba sin trabajo”.

El equipo hizo una buena campaña, pero perdió la categoría por un punto a manos de Albion. 

“Esto no me lo vas a creer. Bajamos un sábado y el domingo de tarde decidí salir a hacer Uber. En el segundo viaje sube una muchacha. Nos ponemos a hablar y en determinado momento me pregunta si yo, además de manejar el Uber, hacía algo más. Y le dije que sí, que era entrenador. Ah, mirá yo soy psicóloga y estaba trabajando en el fútbol en un cuadro que se salvó en la última fecha del descenso, me dijo antes de preguntarme a qué cuadro había dirigido. Cuando le dije Miramar no lo podía creer”, contó Marcenaro.

Lejos de arrepentirse, Marcenaro dice que no se le cayó ninguna chapa por dirigir en el ascenso y que asumió la conducción de Miramar con la misión de ayudar. “Como da vueltas todo… Si yo no hago esa campaña Auro (Acosta, presidente de Cerrito), no ve mi trabajo y no me llamaban de Cerrito”.

La chance de Cerrito

Luego de unos meses de inactividad, el 27 de agosto de 2019 Marcenaro asumió la conducción técnica de Cerrito. El equipo, según reveló en la charla, estaba noveno. Lo metió en los playoff a pelear por un ascenso.

En el cruce de semifinales le tocó Villa Española. El primer partido en el Centenario terminó con victoria del Villa 2-0. La revancha en el Varela la ganó Cerrito 1-0 pero no le alcanzó. Fin de la temporada.

Otra vez sin contrato y con la incertidumbre a cuestas. La misma se incrementó cuando el presidente lo llamó por teléfono una mañana. “Roland, ¿está en tú casa? Porque ando por la zona y quiero pasar a pagarte”. El hombre apareció, abonó lo que correspondía y se fue sin decir una palabra de cara a la temporada 2020.

“Yo no le hablé nada porque no correspondía. Yo no llamo por teléfono, no me gusta hacer lobby, está horrible eso. Yo entiendo que tu familia depende de tu trabajo pero en esto del fútbol me cierra que te tienen que llamar. Para mí es así. Y acá era lo mismo, si el presidente estimaba que me tenía que quedar me iba a consultar”, contó Marcenaro a Referí.

Como el llamado no llegaba, el entrenador decidió salir nuevamente a la calle para ofrecer su servicio como Uber. Un sábado de noche andaba con un viaje por Pocitos cuando le sonó el teléfono. “Era Javier López, el tío del Diente López, que es empresario y me contacto porque había hablado con Auro para volver a Cerrito”.

El 10 de febrero lo llamaron para acordar el contrato y el 17 pusieron el proyecto en marcha. “Hablé con el presidente y quedamos en que nadie traía jugador por sí mismo sino que lo armamos entre ambos”, rememoró.

“En ese momento Auro me dijoque tenía cero presión, que el cuadro estaba bien en el descenso pero lógicamente que yo no puedo entrar a la cancha a ver qué pasa, yo entro a ganar”, dijo el entrenador.

Antes de empezar el cuerpo técnico dio un paso que se considera vital.

Marcenaro reunió a todo su grupo y dejó en claro que podía jugar cualquiera. Que todos tenían la misma chance. Y que aquel que no estuviera de acuerdo no firmara contrato. Nadie dio un paso al frente para salir del grupo.

De movida lograron ocho incorporaciones: el retorno de un histórico como Juan Manuel Pelo Ortiz, William Klingender, Mathías Rolero, Raúl Tarragona, Matías Velázquez, Maximiliano Caetano, Bruno Ávila y Juan Martín Gonella. A ello su sumaron las renovaciones de los contratos de Julián Perujo, Maximiliano Silvera, Wanderson Silveira, Facundo Vega, Matías Ferreira, Carlos Pimienta, Gerónimo D’ Oliveira, Nicolás Marticorena, Kevin Lado, Yonathan Rodríguez y Rodrigo Pérez.

Y posteriormente llegaron el zaguero Sebastián Cardozo, los volantes Mathias Goyeni y Brian Perea y el delantero Christian Heguaburo.

La pandemia

El hecho es que, luego de los primeros amistosos donde el equipo mostraba cosas que daban para ilusionarse, la pandemia de Covid-19 cortó el impulso. Sin embargo, por curioso que resulte, Marcenaro le otorga un buen porcentaje del ascenso a la pandemia.

“Sí, sí, yo le echo mucha culpa a la pandemia porque nos preparamos muy bien desde el living, el techo, de donde sea porque los gurises entrenaron de todos lados. Me acuerdo ese marzo que se declaró todo el lío y fue terrible. Entonces cuando empezamos a entrenar por zoom les dijimos a los jugadores que el nivel de entrenamientos iba a ser muy importante y se adhirieron. Para mí ahí sacamos la ventaja de la primera rueda”.

Otro aspecto que remarcaron los propios jugadores en un comunicado fue la actitud de la directiva que, durante la pandemia, abonó siempre los salarios. Y mientras había equipos que recortaba sueldos o mandaba jugadores a seguro de desempleo, los de Cerrito cobraron.

En la cancha el equipo devolvió la confianza. Empezó a sumar y sumar hasta quedar con la primera opción de ascenso directo.

El 24 de noviembre Cerrito se jugaba el ascenso contra Villa Española. Aquella mañana Marcenaro encendió la televisión. Tacuarembó recibía a Rocha en un partido donde estaba en juego la definición del descenso.

Y de pronto se vio reflejado en Amaranto Abascal… “Yo miraba a Amaranto y parecía que me estaba viendo a fines de 2018 bajando a la C. Fue en esa misma cancha, contra Tacuarembó y el técnico era él. Y la cabeza me hizo click. En un año pase de la tristeza más grande de la historia de Miramar a ser campeón con Cerrito. Es muy loco”.

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