El crecimiento va perdiendo fuerza y el horizonte que prevén los expertos es de una moderada expansión y una lenta convergencia a los niveles de 2019.

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El covid-19 le puso fin al ciclo más virtuoso de crecimiento de la economía uruguaya

El repunte de la actividad mostró algunas señales de afloje sobre el último trimestre y la recuperación será más gradual, según los expertos
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25 de marzo de 2021 a las 05:03

Por Federico Comesaña y Andrés Oyhenard 

La crisis del covid-19 le puso fin al período más extenso de crecimiento económico de la historia uruguaya documentada. La caída fue la mayor desde el año 2002 y generalizada, con la excepción de la construcción, favorecida por la inversión vinculada a la segunda planta de UPM. Si bien las perspectivas son de recuperación –la actividad tocó fondo a mitad del año pasado–, el crecimiento va perdiendo fuerza y el horizonte que prevén los expertos es de una moderada expansión y una lenta convergencia a los niveles de 2019.

Según los datos difundidos el miércoles por el Banco Central (BCU), la economía uruguaya se contrajo 5,9% en el último año, dejando atrás un ciclo de expansión ininterrumpida que duró 17 años.

No fue un ciclo de crecimiento homogéneo. A la rápida expansión entre 2004 y 2014 de 5,4% promedio anual –producto del ciclo favorable de precios de commodities exportadas por Uruguay y disponibilidad abundante de capital que favoreció la inversión extranjera–, le siguió un período de relativo estancamiento, con una expansión media anual de 0,9% entre 2015 y 2019.

La caída de la actividad, cuando se mira trimestre a trimestre, no comenzó con el estallido de la pandemia. En el último cuarto de 2019, la economía local se contrajo 1,1% respecto al trimestre inmediato anterior, cuando se lo mira en términos desestacionalizados. Esa caída se repitió en el primer trimestre de 2020.

 

El grueso del deterioro de la actividad se perdió durante el segundo trimestre del año pasado, cuando la caída trimestral llegó a 10,8%. Si bien hubo un rápido rebote, de 8% en el tercer trimestre, el último tramo del año moderó significativamente su ritmo de expansión a 1,7% trimestral, y aún 2,9% por debajo de igual período del año anterior. 

La pandemia y el acatamiento de las restricciones en el inicio de la crisis sanitaria, provocaron una caída generalizada de la actividad. Solo la construcción logró cerrar el año con números verdes, un moderado crecimiento de 1,8% respecto al año pasado debido al inicio de obras previas a la instalación de la nueva planta de celulosa en Paso de los Toros, en particular la infraestructura vinculada al Ferrocarril Central.

La inversión, por su parte, tuvo apenas una caída de 0,5% debido a las obras de UPM 2.

Dos sectores de actividad se llevaron la peor parte: comercio y servicios, por un lado; y las actividades profesionales y de arrendamiento, por otro. En ambos, el cierre de fronteras y su efecto sobre las actividades turísticas, marcaron la pauta de un año para el olvido.

Las actividades comerciales cayeron 9,1% y las profesionales y de arrendamiento, 10,6%. La misma suerte corrieron salud, educación, actividades inmobiliarias y otros servicios, que retrocedieron en su conjunto 7%.

La industria, por su parte cayó 5,6%, el transporte y comunicaciones 6,5% y el agro, con un repunte importante en la segunda mitad del año, tuvo una leve caída de 0,4% respecto a 2019.

Todos los motores del crecimiento operaron en reversa. La mayor caída se explica por las exportaciones de bienes y servicios –en particular las segundas–, con un deterioro de 16,2% debido en buena medida a las restricciones para el turismo. 

También el consumo de los hogares se vio resentido, debido a un deterioro significativo de los indicadores de empleo, sumado a un revés del salario real y un deterioro de la confianza en la economía que volvió más cautos a los consumidores locales. Eso llevó a que el gasto final de los hogares se redujera 6,2% respecto a 2019. La inversión, por su parte, tuvo apenas una caída de 0,5% debido a las obras de UPM 2.

Lo que viene

El dato del cierre año y último trimestre del 2020 no cambió sustancialmente la visión que tienen los analistas privados sobre la economía uruguaya. La recuperación continuará siendo asimétrica liderada por los “malla oro” como la construcción y el agro, pero otros seguirán con una actividad menguada como los servicios (turismo) o el comercio. Las últimas medidas sanitarias dispuestas por el gobierno generan más incertidumbre para estos sectores. 

Para el economista Alfonso Capurro de CPA Ferrere “está claro” que tanto la construcción como la producción primaria (agro) y las agroindustrias serán los “malla oro” en este 2021. El primero por un escenario de buenos precios y demanda en los mercados internacionales, y el segundo por toda la tracción que genera la obra de UPM, el Ferrocarril Central, y los proyectos de Vivienda Promovida que se acogieron a los beneficios adicionales que otorgó el gobierno de Lacalle Pou en 2020.   

En cambio, otras actividades como la cultura, el turismo, restaurantes y hoteles continuarán con un año desafiante y ahora agravado con la incertidumbre que dejó esta nueva ola de contagios que “puede complicarse a futuro”. CPA Ferrere mantiene su previsión de un crecimiento de 3% para 2021, pero condicionado ahora a cómo pueda salir el país de esta ola del covid-19, el avance del proceso de vacunación y el impacto de las medidas del gobierno para apuntalar a sectores complicados. 

En tanto, para Nicolás Cichevski de Grant Thornton la recuperación del PIB proyectada para este año será ahora algo más débil de la prevista y el mayor dinamismo se trasladará para 2022. Esto porque no visualizada una recuperación en lo que resta de este año para el turismo hasta después de pasada la temporada 2021/22.

Por otro lado, advirtió que la mediana de los analistas está esperando ahora que el empleo vuelva a los niveles promedio de 2019 (prepandemia) recién para 2023. “En resumen, quedan dos años para una recuperación del mercado laboral. A esto hay que sumarle los 60 mil empleos que ya se habían destruido en el último quinquenio”, recordó. Para el analista, el principal desafío que tendrá la política económica en los próximos trimestres será cómo darle mayor dinamismo al empleo y mitigar los impactos de los sectores más golpeados por la pandemia. 

Expectativas del gobierno y los privados 

La caída de la actividad durante 2020 se encuentra en línea con las estimaciones del gobierno corregidas en mayo, cuando anticipaba que los datos finales arrojarían un deterioro de 5,8%. De todas maneras, es un deterioro significativamente mayor al que prevé la Ley de Presupuesto, cuando una mirada más optimista preveía una caída de 3,5%.
Para este año el gobierno espera un repunte de 3,5%. Ese número luce ligeramente optimista en relación a lo que esperan los analistas privados. La última edición de la Encuesta de Expectativas Económicas del BCU, publicada ayer miércoles, prevé una recuperación de 3% en la mediana de las respuestas. El escenario de consenso es de un crecimiento de 2,5% el próximo año, lo que dejaría recién para 2023 el retorno a niveles de actividad de 2019.
 

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